Etsi Nos
Etsi Nos, en español "Aunque Nosotros", es la novena encíclica promulgada por el papa León XIII, el 15 de febrero de 1882. En ella denuncia la forma en que la Italia posterior a la unificación se opone a la actividad de la Iglesia y culpa de esta actitud principalmente a la masonería. Contexto históricoLa toma de Roma por las tropas del reino de Italia (1870) supuso para el papa la pérdida de la soberanía sobre un territorio en el que ejercer su ministerio, León XIII, continuando la postura adoptada por Pío IX, se consideró prisionero en el Vaticano, y consideró como necesario para su ministerio disponer de esa soberanía. La ley de garantías (1871), que establecía la inviolabilidad del Papa, el derecho a recibir embajadores, y un régimen de exterritorialidad, no fue considerado suficiente por el pontífice en cuanto podía ser anulado unilateralmente por el parlamento italiano. Esta situación ya conflictiva, empeoró considerablemente con la llegada al poder de Agostino Depretis, como del primer gobierno italiano de la izquierda histórica (1876-1878), cargo que ocupó también entre 1878-1879 y, ya de un modo más prolongado de 1881 a 1887. Ya en su discurso de Stradella, del 10 de octubre de 1875, había defendido la necesidad de combatir el clericalismo y promover la educación primaria, laica, obligatoria y gratuita.[1]. Iniciado en la masonería en 1864, en 1887 había alcanzado el grado 33 del rito escocés antiguo, y en 1882 fue miembro del Consejo Supremo de ese rito.[2] Estas circunstancias marcaron la actitud del gobierno italiano hacia la Iglesia, a cuyas consecuencias quiere hacer frente en esta encíclica, que ya en su encabezamiento anuncia su finalidad:
ContenidoEsta fue la primera encíclica que León XIII dirigió al episcopado de un país determinado, en este caso Italia, y en el incipit justifica de algún modo ese hecho:
El papel que desempeña la masoneríaSeñala el papa los peligros a los que, para la salvación de las almas, quedan expuestos los italianos, pues el estado de los asuntos públicos es muy perjudicial para la religión. Se refiere la encíclica a la guerra a Jesucristo que presenta la masonería[a], que trata de borrar el carácter cristiano del pueblo italiano, una situación que sintetiza en las siguientes palabras.
León XIII ve una muestra de esa enemiga en el hecho de que ese mismo año la masonería prevé realizar un congreso en Roma, como un modo de desafiar al papado en su misma sede. Esta secta, al tiempo que se presenta como preocupada por la familia, en realidad quiere eliminar en ella todo rastro de cristianismo, cuando es precisamente ese carácter el que más beneficios produjo a la nación italiana. En la encíclica no se deja de dar respuesta a las acusaciones de que el romano pontífice es contrario a la felicidad y grandeza del nombre italiano, por ese recuerda cómo en los momentos de mayor peligro para Italia ha sido la Iglesia la que ha hecho frente a esas situaciones[b] Sin embargo, es el modo en que la masonería entiende la libertad, lo que traería la ruina sobre la nación
Medios para contrarrestar sus objetivosLa segunda parte de la encíclica supone una exhortación al episcopado italiano para que ponga los medios para defender la fe cristiana, para esto deben alentar a todos los fieles para que cumplan con presteza y constancia los deberes propios de los cristianos. Detalla a continuación la encíclica los medios que han de ponerse para esto: Se han de mantener y cuidar las asociaciones de jóvenes y trabajadores, que han de procurar aliviar la miseria humana, velar por el cumplimiento de las fiestas religiosas, educar a los hijos. Además, han de tener en cuenta la necesidad de asegurar la libertad del ministerio del romano pontífice. Es importante que se difunda la buena prensa, y ante los ataques a la fe que suponen tantos escritos, advertir a todos de la necesidad de discernir prudentemente las lecturas. Los que escriben han de exponer con claridad lo que puede ayudar al lector, deben ser serios y moderados al refutar errores y defectos, con una crítica que no sea agría y sí respetuosa con las personas. El objetivo principal de los obispos debe ser la formación de sacerdotes idóneos, bien formados en la doctrina, también en la filosofía; y -especialmente importante antes la corrupción moral generalizada en la sociedad- han de destacar por sus virtudes y constancia. El papa considera que las leyes promulgadas en Italia han causado la escasez del clero; esto exige que los llamados al sacerdocio, redoblen su trabajo, de modo que su abnegación compense el pequeño número. A estos mismos objetivos ha de dirigirse el cuidado de los seminarios, al que los obispos han de dedicar su mayor atención. Recuerda el papa las orientaciones que para los estudios ha dado en su encíclica Aeternis Patris. Termina la encíclica señalando la necesidad de la ayuda divina para hacer frente a la situación que atraviesa la iglesia en Italia, acudiendo a la Virgen María, como promotora y auxiliadora del buen consejo, y con ella a su santísimo esposo San José. Notas
Referencias
Véase también
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