De aspecto muy imponente, el mordisco del esmilodón era relativamente débil y solo tenía, aproximadamente, un tercio de la potencia del de un león. Cazaba en solitario, poseía unas potentísimas patas delanteras que usaba para tumbar a la presa e inmovilizar a sus víctimas con una fuerte flexión de la cabeza permitida por una potente musculatura cervical, clavando sus temibles caninos en la garganta. La sangre dejaba de llegar al cerebro y la muerte se producía de manera inmediata. No necesitaba, por tanto, una mandíbula tan potente como los felinos actuales.[2]
↑Meachen-Samuels, Julie A.; Blaire Van Valkenburgh, Andrew Allen Farke (ed.) (2010). «Radiographs Reveal Exceptional Forelimb Strength in the Sabertooth Cat, Smilodon fatalis». PLoS ONE5 (7): e11412. ISSN1932-6203. doi:10.1371/journal.pone.0011412.La referencia utiliza el parámetro obsoleto |coautores= (ayuda)