Sesia apiformis
Sesia apiformis, conocida como oruga perforadora de chopos o abejilla del álamo y del chopo,[1] es un insecto lepidóptero de la familia Sesiidae. Los imagos imitan en su aspecto a una avispa.[2] Este lepidóptero perforador se alimenta en estado de oruga fundamentalmente de chopos (Populus sp.) y, en menor medida, de sauces (Salix sp.) y aliso Alnus glutinosa.[2] Está considerada una plaga para estos árboles, a los que causa importantes daños en la base y en las raíces que afectan a la formación de la planta.[1] BiologíaPara completar su ciclo biológico necesitan al menos dos años. Tras emerger de las galerías del árbol en que se desarrollaron y después de estirar las alas, las hembras se posan en el tronco o en sus cercanías y emiten feromonas que los machos detectan con sus antenas y acuden para aparearse; una vez fecundada, la hembra realiza la puesta de unos 2000 huevos que almacenaba en su abdomen, cerca de la base del tronco o raíces gruesas del árbol. Al nacer las larvas tienen la cabeza de color castaño en forma de corazón y el abdomen blanco, en su último segmento cuentan con un gancho quitinoso arqueado hacia delante; conforme van evolucionando son más anchas y de mayor longitud, pudiendo alcanzar hasta 55 mm, y empiezan a alimentarse de la madera. Aproximadamente a mitad de su desarrollo construye un capullo de color pardo oscuro con los serrines de la madera en el que se transformará en crisálida; algo más de un mes después el nuevo imago rompe el capullo y sale al exterior. Aunque la mariposa se asemeja en su aspecto a una avispa, se puede distinguir de éstas por su abdomen en prolongación con el tórax, sin el característico estrechamiento de las avispas. Los machos son de menor tamaño y tienen una menor envergadura que las hembras (40 mm, frente a los 45 mm de las hembras). Sus antenas son de color negro, bipectinadas y cuentan con un mechón de pelos de color amarillo en la base; el cuarto segmento del abdomen difiere de los demás y tiene un color amarillo con tonos pardo oscuro en el caso del macho y negro cobrizo en el caso de las hembras.[3][1] Daños en los árbolesLos daños que producen las orugas de estos lepidópteros perforadores afectan principalmente a la formación de los árboles en los que se alojan y a su posterior crecimiento. Las galerías que excavan rompen los tejidos conductores y afectan a la circulación de la savia, lo que trae como consecuencia una debilitación del árbol. Los daños en las raíces y la base del tronco pueden tener como consecuencia que los pies afectados puedan llegar a partirse por la acción del viento.Error en la cita: La etiqueta de apertura Véase tambiénReferencias
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