Práctica basada en evidenciasLa práctica basada evidencias (PBE) es un modelo,
que tiene su origen en la llamada medicina basada en hechos [1] que hace referencia a la conveniencia del uso consciente, juicioso y razonable, de la mejor evidencia actual, basada en la investigación empírica de la realidad, para la intervención eficaz y la toma de decisiones.[2][3] En realidad, el término se deriva de una incorrecta traducción desde el inglés al idioma castellano, pues la palabra evidence en inglés se refiere a prueba científica. El término "pruebas" apela más al ensayo o experimento que se hace de algo, para saber cómo resultará en su forma definitiva. En castellano por otra parte "evidente" es aquello que es tan claro y patente que "conlleva una aprehensión inmediata" por el intelecto, y no es este el caso. La prueba científica implica un proceso de acuerdo con un método que da lugar a un conocimiento marcado por el rigor, pero no necesariamente, ni siquiera evidente en la mayoría de los casos.[1] Este paradigma está cobrando especial relevancia en el ámbito de la educación, en concreto en lo que se refiere a una educación inclusiva que responda a las necesidades educativas reales de todas las personas, paradigma que a su vez tiene origen en la necesidad de dar respuesta a las demandas de todas las personas (con especial hincapié en las que presentan algún tipo de "discapacidad") y que cuestionó tanto la educación especial como el principio de normalización y la integración consiguiente por considerarlas insuficiente, abriendo paso al llamado paradigma de apoyos y al de calidad de Vida.[4] La práctica basada en evidencias está generando un corpus de literatura científica aplicada, de momento centrada en la práctica clínica, a través de las llamadas Guías de buenas prácticas (como por ejemplo las guías de buena práctica para TEA), que deben estar respaldadas por un consenso amplio de la comunidad científica y ser elaboradas por un equipo de especialistas en cada materia. Referencias
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