Ponciano
Ponciano (* Roma, ¿?-† Cerdeña, 19 de noviembre de 235) fue el decimoctavo papa de la Iglesia católica entre el 21 de julio de 230 y el 28 de septiembre de 235.[1] Ponciano no permaneció en la silla de San Pedro hasta su fallecimiento, ya que renunció,[2][3] siendo el primer obispo de Roma en la historia de la Iglesia cuya renuncia está totalmente confirmada por documentos históricos. Procedió a confirmar la condena que Demetrio de Alejandría lanzó sobre los textos de Orígenes sobre la Resurrección y ordenó el canto de los Salmos en las iglesias y la recitación del Confiteor antes de morir y el uso del saludo Dóminus vobiscum (‘El Señor esté con vosotros’).[3] Al igual que sus antecesores, se enfrentó al antipapa Hipólito que mantuvo el cisma que había iniciado al negarse a reconocer a Ponciano como obispo legítimo.[3][4] Ponciano formaba parte de los amigos del emperador Alejandro Severo, cuya destitución, muerte y la consiguiente subida al trono del imperio de Maximino el Tracio, reactivó las persecuciones contra los cristianos y provocó que tanto Ponciano como Hipólito fueran deportados a las minas de sal de Cerdeña donde lograron reconciliar sus posturas, poniendo fin al primer cisma que había sufrido la Iglesia al renunciar ambos,[3] con lo cual fue posible la elección de Antero.[2] Poco después de la renuncia, Ponciano e Hipólito fueron martirizados. Tiempo después, por mandato del papa Fabián sus cuerpos fueron trasladados a Roma y Ponciano fue inhumado en las Catacumbas de San Calixto un 13 de agosto,[2] día en que se celebra la fiesta de ambos por indicación del papa Pablo VI.[5] De su tiempo es la virgen y mártir santa Cecilia, patrona de la música. Bajo el pontificado de Ponciano, Valeriano (quien se cree que era el mismo Valeriano, esposo de santa Cecilia) se convirtió al cristianismo y fue martirizado. Véase tambiénReferencias
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