Diversos documentos (literarios, musicales, pictóricos) dan noticia de que la plaza tuvo una fuente que estuvo en servicio hasta la década de 1870, y que en su última época estuvo alimentada por el viaje de agua del bajo Abroñigal. El cronista Pedro de Répide[3] y otros autores más modernos recogen como posible origen del curioso nombre de Lavapiés la ceremonia o hábito de algunos vecinos del antiguo arrabal de usar la fuente,[4] o el pilón que formaba, para hacer sus abluciones y lavados, supuestos moriscos y judeoconversos precursores de la manolería que se fraguó en este castizo barrio.[a][5][6][7][8][9] Otras versiones, como la recogida en los versos de Fernández de Moratín hablan de una alameda y viveros regados por canalillos labrados a sus pies. Por escrito, aparece mencionada así en un documento del siglo XVI (a propósito de una transacción de terrenos para levantar una fuente).[10]
Durante el reinado del Rey Felón fue famosa la real fábrica de coches que hacía esquina a la castiza calle del Tribulete. Del siglo XVIII y atribuida a Ramón de la Cruz es la ya mencionada variante "Avapiés" para denominar plaza, calle y barriada,[10] aunque Mesonero remonta su antigüedad al siglo XVI.[11] Así aparece en el título y el libreto del drama lírico de Tomás BorrásEl Avapiés, estrenado en 1922, y más tarde en los versos de La Barbiana, de 1933, escritos por Rafael Fernández-Shaw:
Ya en el siglo XX, la demolición de la fábrica de cerveza de Lavapiés, la primera de Madrid, anterior a la de Santa Bárbara,[13] abrió el espacio de la plaza a la calle de Argumosa, la más ancha del entorno. En 1936 se inauguró la Estación de Lavapiés en el espacio que antes había ocupado la fuente. Protagonista en numerosos sainetes y zarzuelas, la plaza de Lavapiés fue así mismo escenario central de la película de los años cincuenta titulada Surcos.
Siglo XXI
Desde finales del siglo XX, el barrio de Lavapiés, entre la degradación y el olvido, se fue convirtiendo en un espacio cosmopolita y multi-racial en convivencia con nuevas generaciones y propuestas culturales.[14]
Dando un primer paso hacia la "demoledora estética del Lavapiés del siglo XXI",[15] entre 2002 y 2005 se construyó el Teatro Valle-Inclán, que pasaría a funcionar como sede complementaria del Centro Dramático Nacional. El nuevo edificio, con un diseño atrevido de los arquitectos Ángela García de Paredes e Ignacio García Pedrosa, ajeno al pasado de la plaza,[16] se inauguró en 2006 ocupando el espacio de la antigua Sala Olimpia.[b][17][18]
↑Juan Antonio Cabezas, en su obra Madrid y sus judíos, escribe: Lo cierto fue que la sinagoga instalada en la que hoy es plaza de El Avapiés, fue derruida y las calles circundantes cambiaron sus nombres por los de la Fe, Jesús y María y otras del santoral. Medievalistas más modernos, como Montero Vallejo o Gonzalo Viñuales, han insistido en rechazar como «patraña y absurda leyenda» la presencia de una judería en Lavapiés.
↑Cuenta Pedro de Répide que el espacio ocupado por el Valle-Inclán en la plaza de Lavapiés, tuvo antecedentes en una sucesión de salones teatrales («Lo rat penat», primero y un efímero "Teatro Chueca" después). El viejo local se convirtió en Teatro Olimpia según diseño del arquitecto Secundino Zuazo, siendo inaugurado el 14 de noviembre de 1926, durante la dictadura de Primo de Rivera. Aunque pensado como cine, la gala de estreno ofreció un espectáculo de variedades.
Referencias
↑Gea, María Isabel (2002). Diccionario enciclopédico de Madrid. Madrid: La Librería. p. 415. ISBN8495889099.
↑Mesonero Romanos, Ramón de (2010). El antiguo Madrid. Paseos histórico-anecdóticos por las calles y casas de esta villa (1ª edición 1861). Madrid: edición facsímil de Trigo Ediciones. pp. 188-191. ISBN9788489787414.
↑Viñuales, Gonzalo (2002). «Los judíos de Madrid en el siglo XV: las minutas de los escribanos». Revista Espacio Tiempo y Forma (UNED).|fechaacceso= requiere |url= (ayuda)
↑Blázquez Miguel, Juan (1990). Madrid: judíos, herejes y brujas. El Tribunal de Corte (1650-1820). Toledo: Arcano. pp. 65-85. ISBN8487167039.