Paulina Cabrero y Martínez
El 1 de febrero de 1822 vio nacer a Paulina Cabrero y Martínez de Ahumada, cantante, compositora, pianista, arpista y organista que cultivó uno de los géneros más practicados en la música de salón del siglo XIX: el canto con acompañamiento de piano. Su obra era escuchada con frecuencia en la corte de Isabel II,[2] y aunque nunca se la consideró profesional, fue una figura bastante mediática y aclamada por la prensa. Paulina Cabrero poseía una gran destreza- tanto técnica como expresiva- para tocar instrumentos, y según la crítica, sus habilidades como cantante eran exquisitas. Todo ello contribuyó al éxito del que disfrutó entre sus coetáneos, pero si por algo ha pasado a la historia esta compositora, es por haber sido una de las pioneras en la consolidación de la romanza en el territorio español.[3]
BiografíaLa compositora nació en el seno de una familia burguesa en contacto con la cultura y el arte. Tanto es así, que su padre, Pablo Cabrero y Cosculluela, fue uno de los fundadores del Liceo Artístico y Literario de Madrid, y creó, además, el Diorama de Madrid, siendo pionero en la impulsión de este tipo de espectáculos en la nación.[5] Nacida en 1822, fue la primera de cuatro hermanos. Julia Cabrero nació tan sólo un año después, en 1823; Enriqueta, en 1827, y Pablo, en 1830, muriendo Josefa, la madre de los pequeños, en el parto.[5] La compositora se inició en la música a una edad muy temprana. Ella y sus hermanas, tuvieron la posibilidad de ingresar en el colegio Las Concepcionistas, donde recibieron una educación musical esmerada. En su infancia, ya era capaz de tocar el piano con destreza y tuvo la oportunidad de cantar frente a figuras importantes del momento como Fernando VII. Tanto ella como sus dos hermanas cantaron e interpretaron música desde muy jóvenes ante la familia real (primero para Fernando VII, y posteriormente, para Isabel II), y colaboraron en conciertos benéficos y otros acontecimientos sociales importantes.[6] Con la muerte de su madre, en 1830, Paulina, Julia y Enriqueta abandonarían el colegio y continuarían su educación de forma privada. Tras este trágico suceso, sería Rosario, la prima de estas, la que, junto a Joaquín Cabrero (padre de Rosario y hermano de Don Pablo Cabrero) y una institutriz llamada Javiera de Girón, se ocuparían de parte de la educación musical de las tres jóvenes. La enseñanza de Pablo, sin embargo, se enfocó al mundo de los negocios.[5] El que las niñas aprendieran música era algo muy extendido en la actualidad del momento, lo que demuestran estas líneas de Espín y Guillén para la revista Iberia Musical[7]:
A lo largo de su vida, Paulina Cabrero recibió, además, clases de música por parte de figuras como José Cruz, Mariano Rodríguez Ledesma, Saldoni y Espín y Guillén (en cuyos conciertos, a menudo, Paulina actuaba) A los dieciocho años de edad, viajó a París, donde recibiría lecciones de canto por parte de Bordogni y entraría en contacto con las soireés parisinas.[8] Esta relación con Francia explica que fuera una de las compositoras con las que se consolidó el género romanza en España, pues con la llegada al trono del rey Luis Felipe, la romanza experimentó un gran auge en París, lo que terminaría extendiéndose a la península ibérica. La mayoría de sus obras las compuso entre los años 1838 y 1845, momento en que el salón de su padre, don Pablo Cabrero- lugar en el que la compositora estrenó sus primeros trabajos- era uno de los más cotizados en Madrid. La colección Primeras Inspiraciones musicales sería la que marcaría el principio de su carrera. Esta colección, junto a la obra La tumba de mi madre, se estrenó en el mencionado salón en 1842, y ambas fueron aclamadas por la crítica. Recibió reseñas favorables en revistas como El Anfión Matritense, Semanario Pintoresco Español o la Iberia musical,[8] donde Soriano Fuertes escribió:[9]
Desde 1844, fue colaboradora de una revista semanal literaria junto a figuras como Carolina Coronado[6], y alrededor de 1845, redujo su ritmo compositivo y emprendió un nuevo viaje a París, donde continuó interpretando soireés. También estuvo en Londres, donde conoció y trabajó con compositores como Meyerbeer. Con la muerte de su padre, en 1846, regresó a España, donde contrajo matrimonio con un militar y se instaló en Valladolid, lugar en el que abriría un salón de conciertos y se haría cargo de la Real Fábrica de Platería, heredada de su abuelo materno. Su regreso a Madrid, en el año 1857 la llevó a inaugurar una tertulia musical.[8] Paulina Cabrero presidió, en los últimos años de su vida, la sección de señoras de La Cruz Roja Española y la Comisión Central de la misma organización[5] y murió en el año 1901.[6] Estilo y obraEl número de composiciones que se le atribuyen se aproxima a las setenta. Creó obras religiosas, música de salón-tanto vocal como instrumental-y piezas de baile. Cabe destacar, que el grueso de su obra es vocal.[6] Como se ha mencionado, Primeras Inspiraciones Musicales fue la colección con la que Paulina Cabrero se consagró como compositora. Esta está formada por siete obras vocales y una obra para coro y su publicación se produjo en 1842. Entre las piezas que forman parte de esta colección, destacan Temores de la inocencia (cuyo texto fue escrito por Romero Larrañaga, letrista de la mayor parte de sus composiciones) o Bonheur a toi (romanza francesa con acompañamiento para arpa o piano) Primeras Inspiraciones Musicales fue muy bien recibida por la crítica[8], como relata Espín y Guillén en Iberia Musical[7]:
Más allá de la buena recepción que obtuvo, esta colección es de gran relevancia por ser la primera escrita por una mujer editada en España. En ella, también escribió el Himno a S.M la Reina Gobernadora y sus excelsas hijas, para piano y cuatro voces, dedicada a la reina Isabel, y una vez más, con texto de Larrañaga. Estas obras presentan influencias del estilo italiano aprendido de Saldoni y Donizetti, así como de la romanza francesa[8] La variedad de influencias que confluyen en la obra de Paulina se demuestra haciendo un pequeño análisis de la misma. En esta colección, se nos presentan composiciones cantábiles, con estrofas a dúo y armonización sencilla como Himno a S.M la Reina Gobernadora y sus excelsas hijas, y otras en las que nos muestra su destreza armónica mediante el uso de texturas más complejas, como pudiera ser Bonheur a toi. Otra colección importante fue Ecos de Alegría. 6 canciones españolas, que se publicó tan solo un año después. En ella, la autora consigue conjugar el operismo italiano y la romanza gala con elementos melódico-rítmicos de sabor españolizante.[8] En síntesis, se podría decir que el grueso de la obra de Cabrero es estrófica, con preludios e interludios instrumentales, y que en ella conviven elementos propios de la romanza francesa, del bel canto italiano, así como cierto sabor españolizante (ritmo de seguidilla encontrado en El gusto en la variación o El médico amor)[8] Todo ello genera melodías genuinas, que, de la mano de armonías expresivas, consiguen cubrir sus composiciones con un velo de gran sentimentalismo, dramatismo y expresividad. No se puede describir la obra de esta compositora sin aludir a la estrecha colaboración que mantuvo con Gregorio Romero Larrañaga, cuyas letras se encuentran en unas 20 composiciones de Paulina. Con ello, una poesía caracterizada por la uniformidad rítmica, en la que se imprimen temáticas propias de la época romántica, se une a la música de Paulina Cabrero y da lugar a obras tan bien acogidas por los espectadores como Temores de la Inocencia:
Aunque niña edad ya tengo, Para temer la falsía que el mundo en sus tratos cría, y su torpe y su torpe adulación. Ya sé que el lloro es la herencia, que a la mujer ha quedado, ¡y soy mujer! Padre amado, guarda tú, ¡ay! guarda tú mi corazón. ¿Ves esa nube lluviosa que fecundiza la tierra? También en su seno encierra el rayo de destrucción. ¿Si da su jugo a las plantas, por qué las abrasa luego? Guarda mí Padre, te ruego, guarda tú, ¡ay! Guarda tú mi corazón. Guarda mí Padre, te ruego.[8] Producción artística digitalizada
Referencias
Bibliografía
Hemerografía
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