Memorial de los infiernos
Memorial de los infiernos es un libro escrito por el periodista argentino Julio Ardiles Gray publicado en 1972, en el que edita y ordena los testimonios orales textuales de la prostituta argentina Ruth Mary Kelly, presentada en el libro como «Ruth Mary: la prostituta». El libro consiste en el testimonio textual realizado por Kelly sobre su vida como prostituta, caracterizada por el abuso y la violencia familiar, institucional y psiquiátrico-policial. La obra hizo de Kelly una mujer conocida a nivel nacional y la impulsó a la militancia feminista y lésbica, formando parte de las primeras organizaciones LGBT y feministas de Argentina. Su mirada de la prostitución como «trabajo sexual» tuvo gran influencia en la organización sindical de las trabajadoras sexuales en la década de 1990 y el debate en el seno del feminismo, entre la postura abolicionista y la postura regulacionista de la prostitución. La obra ha sido descripta como un libro de culto, mítico y atípico, que transcribe el pensamiento de una mujer de una lucidez excepcional en tiempos de la revolución sexual, sobre la violencia institucional, la supervivencia, el amor, los celos, el sexo y la vida, a partir de su trabajo como prostituta.[1] AntecedentesHacia mediados de julio de 1971, el periodista Julio Ardiles Gray comenzó a publicar en el diario La Opinión de Buenos Aires, una serie de artículos denominada «Historias de vidas». Eran relatos tomados con grabador de personas de diferentes esferas sociales: obreros, habitantes de villas miserias, inmigrantes, migrantes internos, escritores, cantantes, etc. Por entonces el director del suplemento cultural del diario era el poeta Juan Gelman, quien tenía una inquietud similar.[2] Ardiles Gray cuenta en el prólogo del libro que «quería demostrar que la narración actual, a fuerza de buscar nuevas formas, estructuras alambicadas, había perdido algo muy importante: las huellas de la oralidad». El objetivo era entonces que los protagonistas contaran sus vidas en primera persona. Por entonces, Ardiles Gray había publicado en el diario una reseña sobre un libro francés, en el que Marguerite Duras entrevista a una prostituta francesa. Entre las personas que leyeron el artículo se encontraba Ruth Mary Kelly, una mujer de casi 50 años, que fue al diario para decirle al periodista que estaba en desacuerdo con muchos de los conceptos vertidos en ese artículo y que ella era una prostituta que podía relatarle su vivencia de vida, así como sus puntos de vista.[2] Así surgió el libro. El relato de Kelly era tan amplio y rico, que superó las 16 horas de grabación. Dice Ardiles Gray sobre el dramatismo de aquellas sesiones:
ContenidoEl testimonio de Ruth Mary Kelly está fechado el 18 de febrero de 1972, cuando ella está próxima a cumplir 50 años, y está organizado en once capítulos: I. La sombra del padre; II. El viaje interminable; III. En el puerto; IV. Otras rutas, otros cielos; V. Los oficios honrados; VI. La mano en la mano; VII. Geografía del cuerpo; VIII. El desprecio; IX. Historia de Horacio; X. La realidad y el sueño; XI. Con segura esperanza.
I. La sombra del padreEl primer capítulo, titulado «La sombra del padre», reúne la memoria de Kelly sobre su infancia y adolescencia, su crianza en el conurbano bonaerense, en la década de 1920, en una familia de clase media, de origen irlandés y escocés, en donde se hablaba inglés y castellano. Abusada sexualmente por su padre, desde niña fue internada forzosamente en clínicas psiquiátricas, correccionales y colegios. Realizó sus estudios primarios en la Escuela Normal de Lomas de Zamora e inició sus estudios secundarios en el Colegio Británico, luego renombrado William Shakespeare, donde fue abusada sexualmente por su director y por su profesor de matemáticas. A los 14 años fue recluida durante nueve meses en un correccional para mujeres de Montevideo, donde eran generalizadas las relaciones sexuales entre las internas:[3]
Ya cumplidos los quince años, su padre la trae de regreso a Buenos Aires y la interna en la cárcel de Olmos, en La Plata, donde sufría reiterados castigos. Allí se enamoró platónicamente por primera vez de otra mujer. En 1941 es declarada «demente» e internada en Hospital Neuropsiquiátrico Braulio Aurelio Moyano, del que se escapaba sistemáticamente para volver a su casa. En su descargo Ruth declaró que su padre quería mantener relaciones sexuales con ella. Poco después la justicia le quitó la patria potestad a sus padres y fue puesta bajo supervisión estatal. De sus vivencias en los manicomios recuerda:
También le aplicaron electroshocks, le aplicaban inyecciones de trementina y le colocaban chalecos de fuerza largos hasta los pies.[3] II. El viaje interminableLuego de apelar logró en 1946 que la justicia la revocara la declaración de insania. Por ese entonces tuvo, con un policía que conoció en una comisaría en la que había estado detenida, su primera relación sexual en un hotel alojamiento de Once, en la que se sintió usada y despreciada:[3][4]
A los 22 años se casó con un trabajador de la Aduana, que al poco tiempo comenzó a celarla y golpearla. A los pocos meses se sentía profundamente angustiada y tuvo una crisis que la llevó a quemar la casa. Luego de unos días en Mar del Plata se mudaron a Catamarca en 1948 donde adoptaron informalmente a un bebé que anotaron como propio, con el nombre de Ricardo Pedro Oscar.[4] Unos meses después volvieron a Mar del Plata, pero debido a la falta de trabajo volvieron a mudarse sucesivamente a Necochea, Comodoro Rivadavia y Bariloche, en busca de empleo. Allí su esposo consiguió empleo como guardaparques, siendo trasladado en 1950 a Puerto Iguazú y poco después a Formosa. En 1952 se separó y dejó al niño con su esposo. Poco después quedó embarazada.[4] Comenzó a militar en el radicalismo y a vender sus periódicos, razón por la cual fue detenida y torturada con picana eléctrica por la policía, estando embarazada. Durante años planeó y preparó el asesinato de su torturador. Pocos meses después nació su hija. Con la Revolución Libertadora tomó contacto con el dirigente radical Miguel Ángel Zavala Ortiz, quien le consiguió empleo como traductora en el Correo. Poco después se entera de que su hija había sido anotada como hija de su esposo, quien a su vez transfirió la guarda de su hija a su padre, forzándola a darla también en adopción.[4] III. En el puertoEl Correo la traslada a Bariloche, donde queda embarazada de su jefe. Acusada en su trabajo de vida deshonesta, renunció y se fue a Villa La Angostura, donde estaba su esposo y su hijo adoptivo, con el fin de reconciliarse. Pero él no quiso y volvió a Buenos Aires, donde volvió a ejercer la prostitución en el puerto, con los marineros estadounidenses y canadienses, aprovechando su conocimiento del inglés.[5]
IV. Otras rutas, otros cielosEn 1957 se traslada a Comodoro Rivadavia para trabajar en un prostíbulo, pero a las tres semanas volvió a Buenos Aires. En 1962 murió su padre, quien en ese momento era vicepresidente segundo del Concejo Deliberante de Lomas de Zamora.[6]
V. Los oficios honradosHacia mediados de la década de 1960 se enamora de una monja francesa, que le dijo que ella no podía aceptar y decide emprender un «empleo honesto» como lustrabotas den Mendoza, donde recuerda recibir «consejos» masculinos para dejar ese oficio por no ser decoroso para una mujer:[7]
VI. La mano en la manoCuenta su primera relación sexual con otra mujer, cuando estaba en Catamarca, con una vecina que era esposa del amigo de su esposo.[8]
En 1965 estuvo en Chile, trabajando también en un prostíbulo,[6] donde fue detenida por robo y trasladada a una cárcel, donde se enamoró de otra reclusa.[8] Allí comenzó a tomar alcohol y emborracharse. El deterioro de su condición la llevó a ingresar en Alcohólicos Anónimos.[8]
VII. Geografía del cuerpoEl relato interrumpe el orden cronológico que había mantenido hasta este momento.
En una época que el lesbianismo y la masturbación femenina eran tabú, Kelly se explaya abiertamente:
VIII. El desprecioEl relato se concentra en «los clientes», los diferentes tipos de clientes y de gustos sexuales, pero sobre todo en el sentimiento de desprecio que la familia, la sociedad y los clientes le transmiten.
IX. La historia de HoracioHoracio es un joven al que Ruth conoció hace casi dos años, con una historia de vida parecida a la suya, pero los celos de ella y la presencia de otra mujer frustran la relación.
X. La realidad y el sueñoRuth reflexiona sobre sus sueños angustiosos, violentos:
XI. Con segura esperanzaEl capítulo final del testimonio de Ruth se concentra en su mirada esperanzadora hacia el futuro, de base religiosa protestante,
Véase tambiénReferencias
Referencias generales
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