Mani (danza de combate)
El baile de maní, juego de maní o bambosá es una danza folclórica que se aproxima a un arte marcial[1] desarrollada en el siglo XIX entre los esclavos de las plantaciones azucareras de la isla de Cuba, y que fue muy practicado, la mayoría de las veces de manera clandestina, en el centro y occidente del país, siendo famosos en Trinidad y Marianao hasta inicios del siglo XX. Martínez Moles lo define como: "Baile de negros africanos que consiste en contorsiones, simulando pegarle al que uno tiene más cerca; pero haciéndoselo al que se encuentra más lejos y descuidado."[2] En el libro "Los bailes y el teatro de los negros en el folclor de Cuba", el etnólogo cubano Fernando Ortiz nos describe este baile original. Según su definición: "El juego de maní consiste fundamentalmente en un pugilato, durante el cual un jugador que está bailando trata de abatir con un fuerte golpe a puño cerrado a uno de los varios participantes que están a la defensiva, formando un coro a su alrededor."[3] Según Fernando Ortiz, el Maní se jugaba siempre de día y sobre lo que llamaban "tierra muerta". Existían además varias formas de jugarlo:
Su actividad estaba destinada sólo para hombres, similar a la capoeira. Los jugadores o bailadores realizaban un corro alrededor del púgil que debía sorprender a alguno de ellos, golpeándolos y sacándolos del círculo que cada vez se estrechaba más. Por su parte si el púgil fracasaba en su intento, pasaba al puesto de aquel que intentó derribar y este a su vez pasaba al centro. Era importante el uso de los tambores que armonizaban con los golpes dados en el juego y con los cantos improvisados de los púgiles y demás participantes del corro, así como los coros que repetían la parte final de los cantos, generalmente alardosos y exhortadores de la hombría en un machismo criollo venerador de la valentía y la temeridad necesaria para este tipo de baile. Véase tambiénReferencias
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