Luisa Muraro
Luisa Muraro (Montecchio Maggiore, 14 de junio de 1940) es una filósofa y escritora italiana. Se licenció en Lingüística en la Universidad de Lovaina y en Filosofía de la Ciencia en la Universidad Católica de Milán, 1965. Es profesora de Pedagogía y Psicología desde 1969.
BiografíaLuisa Muraro se graduó en Filosofía en la Universidad Católica de Milán en el año 1965 siendo su maestro de referencia Gustavo Bontadini. Posteriormente se graduó en filosofía de la ciencia, realizando la tesis doctoral sobre Emile Meyerson,[1] y tutorizada por Evandro Agazzi. Su primer escrito relevante fue un texto político en el año 1960, pero su primer gran éxito lo obtuvo con Historia de una herejía feminista que fue traducido de inmediato al alemán y otros idiomas. Durante la década de los setenta, Luisa Muraro ve truncada su carrera de docente por su participación en la ocupación de la universidad durante unas protestas del alumnado, la expulsan de la universidad y comienza a dar clases en secundaria. Durante este periodo inició un experimento educativo en la llamada escuela "antiautoritaria", la experiencia se documentó y se hizo objeto de reflexión en uno de sus libros. Esta experiencia la compartió con otros compañeros, destacando la actuación de Elvio Fachinelli.[2] Luisa Muraro tuvo siempre una estrecha relación con grupos feministas de Milán, principalmente con el grupo Desmitificación del autoritarismo patriarcal (Demau), fundado en 1965 por Daniela Pellegrini. Luisa Muraro se unió este grupo en 1970 y allí conoció a Lia Cigarini, con la que funda junto con otras personas la Librería de Mujeres de Milán, en el año 1975. Esta Librería se convertirá en una de las instituciones más antiguas del feminismo italiano y en un lugar histórico del feminismo europeo. Todos los eventos de esta institución quedaron reflejados en el libro firmado por la Librería de Mujeres de Milán, donde Luisa Muraro fue una de las principales autoras. En la actualidad continúa activa y abierta al público (2018). Desde 1976 vive en Milán, donde trabajó en el Departamento de Filosofía de la Universidad de Verona. En esa Universidad, entre los años 1983 y 1984, Luisa Muraro en colaboración con Chiara Zamboni, Wanda Tommasi, Adriana Cavarero funda la comunidad filosófica de mujeres denominadas: "Diotima". Esta comunidad organizaba seminarios anuales y publicaron siete libros, el primero de los cuales trata sobre “El pensamiento de la diferencia sexual”. Entre los años 1995 y 2001 publicó, “La dracma” en dos volúmenes: “Lingua Materna, ciencia Divina” y “Escritos sobre filosofía mística de Margarita Porete y los amigos de Dios”. Dando de esta manera, una importante contribución a la profundización de la teoría de la diferencia desde la perspectiva de la religión. Su bibliografía completa contiene escritos sobre lingüística, filosofía, ciencia, historia, política, feminismo y misticismo. Todo su trabajo suma miles de documentos, libros, reseñas, conferencias, traducciones, entrevistas y, sobre todo, artículos en decenas de diarios y revistas políticas, en Italia y el extranjero. Entre sus temas privilegiados está la reconstrucción de figuras femeninas del misticismo cristiano, contribuyendo de esta manera también a una importante reflexión teológica sobre la naturaleza femenina de Dios. PensamientoSu obra forma parte de la apuesta política del pensamiento y práctica de la diferencia sexual, que podría decirse que consiste en repensar la subjetividad según una ontología de la diferencia, poniendo en el centro la libertad femenina y las prácticas que muestran esta libertad. Según Nuria Varela, el concepto de diferencia ha sido polémico por varias razones, la primera por su propio nombre y por el modelo androcéntrico establecido; sin embargo el feminismo de la diferencia toma precisamente la diferencia sexual para establecer un programa de liberación de la mujer hacia su auténtica identidad diferencial.[3] La autora francesa Luce Irigaray (pensadora de la teoría feminista que influye en la filosofía de Luisa Muraro), describe la complejidad de la mujer, hablándonos de una esencia ligada a fluidos que posibilitan ciclos vitales, así la mujer en su ser, se aleja de estructuras estables y determinadas, debemos hablar de una complejidad y diversidad mutables que implican una psicología en permanente evolución y cambio, dueña de una multiplicidad de facetas que se suceden. Según Luce Irigaray, esta esencia tan diversa y mutable, a veces contradictoria, que le permite una suerte de cambio y evolución permanentes; en definitiva esta complejidad, escapa y se hace ininteligible a los parámetros que rigen la razón masculina. Definir esta diferencia se antoja una tarea compleja; digamos que el pensamiento que aborda este imponente campo de reflexión abarcando desde el lenguaje, hasta la política pasando por el psicoanálisis conforma el feminismo de la diferencia.[4] Luisa Muraro por su parte se ha ocupado de estudiar el papel de la madre y su simbología. La autora propone repensar la relación materno-filial y reivindica una filosofía de la diferencia. La madre sería, según Luisa Muraro, el punto de referencia fundamental desde el cual pensar y actuar conforme a un lenguaje propiamente femenino. “La madre es el punto de apoyo desde el cual actuar”.[5] El pensamiento de Luisa Muraro ha sido a veces controvertido dentro del pensamiento del feminismo de la diferencia. Según Luisa Posada Kubissa el feminismo de Muraro replantea un nuevo valor del papel de la maternidad pero no cuestiona lo suficiente las rígidas estructuras instauradas del patriarcado.[6] El planteamiento de Luisa Muraro como pensadora de la diferencia parte de la consideración de los roles tradicionales asignados a la mujer a lo largo de la historia; estos roles histórico-femeninos son alarmantes, ya que, son roles que no han sido fruto de la elección libre de la mujer sino de la imposición patriarcal establecida. Roles que relegan a la mujer a la procreación y al cuidado de la descendencia y de la ascendencia. Durante las cuatro últimas décadas, Luisa ha sido la mayor representante del pensamiento y práctica de la diferencia sexual. Es profesora jubilada pero mantiene una actividad constante como investigadora y conferencista, ya que su aporte es solicitado en numerosos foros, en entrevistas de revistas, en la televisión, etcétera. La práctica de la autoridad es otra de las figuras clave dentro del pensamiento de Luisa Muraro, ya que, evidencia que es posible relacionarse con el mundo sin tener en cuenta el poder como única manera de interpretar y valorar lo real.[7] La autoridad que se ofrece en esta práctica, es una autoridad diferente, no es equivalente al poder, no tiene nada que ver con ejercer dominio o con el autoritarismo, sino que está próximo al crédito y la confianza que se le da a alguien. Así pues, la práctica de la autoridad consiste en que una persona "hace crecer" a otra con los conocimientos que posee pero, a diferencia del poder, la autoridad no se impone, se reconoce. Para que se pueda llamar relación de autoridad debe cumplir una condición imprescindible: la persona interesada es quien tiene que reconocer la autoridad, no se puede imponer ni obligar, debe surgir libremente. La dirección en la que se establece la autoridad tiene que estar muy clara porque es ahí donde se encuentra la libertad. Para entender lo que significa la autoridad en el pensamiento de Luisa Muraro y de la Librería de mujeres de Milán, es preciso acudir a Hannah Arendt, quien señala que el término autoridad viene del latín, de auctoritas, que a su vez deriva del verbo “augere”, que significa "aumentar". Con este término, Arendt pretende recuperar el valor de la autoridad prepolítica que rige las relaciones entre adultos y niños, profesores y alumnos del mundo clásico y que se ha ido perdiendo en la modernidad.[7] Obra
Véase tambiénReferencias
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