Lav Díaz
Lavrente Díaz y Indico, más conocido como Lav Díaz (Mindanao, Filipinas, 30 de diciembre de 1958) es un cineasta independiente filipino. Ha ganado numerosos premios internacionales, que le han convertido en el director más reconocido de su país a nivel mundial. Sus películas suelen abordar desde personajes individuales temas sociales, históricos y políticos de Filipinas, tanto presentes como pasados y futuros. A nivel técnico, se caracterizan por su transgresión de las reglas habituales del lenguaje cinematográfico, utilizando técnicas de filmación inusuales y con metrajes insólitamente largos, llegando a superar la barrera de 10 horas en alguna de ellas. Lo extremo de esta propuesta estética permitiría encuadrar la obra de Díaz entre los márgenes del cine contemplativo y el experimental. Además de su tarea como director y guionista, ha cultivado otras facetas artísticas como la poesía, la fotografía, la escritura de guiones y relatos, la producción y la composición musical, integrando en ocasiones estas disciplinas en sus filmes.[2] Al margen de sus premios cinematográficos, ha recibido una Beca Guggenheim en 2010[3] y un Premio Príncipe Claus de Holanda en 2014.[4] Biografía y trayectoriaJuventud e inicios en el cineNacido en 1958 y criado en la isla sureña de Mindanao, Lav Díaz pertenece a la generación de filipinos que tomaron conciencia política durante el período del autogolpe de Estado del presidente Ferdinand Marcos (1972-1981). Crecer en este territorio insular, que había sido autónomo de Manila hasta la independencia de Filipinas, tendría una influencia notable sobre el modo de dirección, las localizaciones y la estética de sus futuras películas.[5] Después de estudiar Ciencias Económicas, ejercer diferentes oficios, tocar en una banda punk y colaborar con la rama juvenil del Partido Comunista,[6] la carrera cinematográfica de Lav Díaz comenzó tardíamente en la década de los 90, como coguionista de las películas Mabuting kaibigan masamang kaaway (1991) y Galvez: Hanggang sa dulo ng mundo hahanapin kita (1993). Su primer trabajo tras la cámara fue The Criminal of Barrio Concepcion (Serafin Geronimo: Ang kriminal ng Baryo Concepcion, 1998), un thriller exhibido en el Festival de Cine de Chicago.[7] Le seguirían la comedia Burger Boys (1999) y el drama Naked Under the Moon (Hubad sa Ilalim ng Buwan, 1999).[8] Se trata de tres filmes relativamente convencionales -su duración ronda las dos horas- de carácter alimenticio, que Díaz alternó con los primeros pasos del rodaje en 16mm de su monumental Evolution of a Philipino Family (Ebolusyon ng isang pamilyang Pilipino, 2005), que comenzó en 1994 y sería concluida diez años después, con un metraje de 10 horas y 47 minutos.[9] Consolidación de su estiloRodada entre Nueva York y Nueva Jersey, en 35 mm y en color, Batang West Side (2001) fue la primera incursión de Díaz en su formato habitual de larga duración (315 minutos) antes de su transición a lo digital. La película reflexiona sobre la cultura de la violencia de su país a través del prisma de la diáspora filipina en Estados Unidos,[10] y junto al estreno de Evolution of a Philipino Family en 2005 (un recorrido por el período comprendido entre 1971 y 1987 a través de una familia de clase baja, con el ascenso y caída del dictador Marcos como trasfondo, combinando celuloide y digital, con una estética de largos planos en blanco y negro que caracterizarían la mayor parte de su cine posterior),[5] situó al director como una de las figuras más singulares del cine filipino, acumulando numerosos galardones en certámenes de su país como los Gawad Urian Awards y otros premios en festivales de Singapur, Canadá, Holanda y Bélgica.[11] Estos dos filmes consolidaron el modus operandi de sus siguientes obras: películas de duración extrema, en blanco y negro, rodadas en formato digital, con un presupuesto muy limitado y una total despreocupación de las convenciones del cine comercial, como Heremias, Book One (Heremias, Unang aklat, 2006), un retrato de la vida de un vendedor ambulante a lo largo de nueve horas de metraje, Death in the Land of Encantos (Kagadanan sa banwaan ning mga Engkanto, 2007), protagonizada por un poeta que regresa a su región natal tras la devastación causada por el supertifón Durián,[12] de duración semejante a la anterior citada, y premiada en el Festival de Venecia al igual que Melancholia (2008), de casi ocho horas, acerca del efecto de una serie de desapariciones y ejecuciones sumarísimas en la psique de varios personajes,[13] o la metacinematográfica Century of Birthing (Siglo ng pagluluwal, 2011), de 358 minutos.[14] Madurez y consagración internacionalEl cine de Lav Díaz comenzó a darse a conocer en los principales festivales occidentales con el estreno en la sección Un Certain Regard del Festival de Cine de Cannes de 2013, así como en la programación principal del Festival de Cine de Nueva York de 2013, de su película Norte, The End of History (Norte, Hangganan ng Kasaysayan, 2013). Rodada en color, con un mayor presupuesto y un metraje en torno a las cuatro horas de duración, se trata de una adaptación libre de Crimen y castigo de Dostoyevski.[15] El director se ha referido a su trama y su título (que alude irónicamente a la teoría del “fin de la Historia” reformulada por Francis Fukuyama) como una metáfora política, ya que el norte del país fue la región donde surgió el totalitarismo filipino.[16] El ajuste de cuentas con el régimen de Ferdinand Marcos se hizo mucho más explícito en su siguiente obra, que recibió el premio a la mejor película en el Festival Internacional de Cine de Locarno: From What Is Before (Mula sa Kung Ano ang Noon, 2014), de casi seis horas, considerada por la crítica como una de sus mayores obras maestras, con una puntuación de 88 sobre 100 en Metacritic, alcanzando el grado de “aclamación universal” según los estándares de dicha web.[17] Narra el proceso de desintegración de una pequeña comunidad rural, en la que los prolegómenos de la sanguinaria ley marcial impuesta en 1972 siembran el caos y el terror; está basada en los recuerdos personales del cineasta acerca de este periodo traumático de la historia de Filipinas.[18] Las torturas, desapariciones y asesinatos perpetrados por las milicias anticomunistas de Marcos serán el tema principal de la posterior Season of the Devil (Ang Panahon ng Halimaw, 2018), donde la extrema violencia física y psicológica contrasta con el modo escogido por el cineasta para plasmar la trama: un musical u ópera rock.[19] En esta segunda década del siglo Lav Díaz experimentó también con otros géneros, como el documental, en el filme sobre las víctimas del tifón Haiyan Storm Children (Mga Anak Ng Unos, 2014)[20] o la ciencia ficción, en The Halt (Ang Hupa, 2019), una sátira de la presidencia del populista Rodrigo Duterte.[21] Otras películas de notable éxito en certámenes internacionales fueron A Lullaby to the Sorrowful Mystery (Hele sa hiwagang hapis, 2016), sobre la lucha anticolonial contra España, nominada al Oso de Oro del Festival de Berlín y ganadora del Alfred Bauer a la mejor película, y The Woman Who Left (Ang Babaeng Humayo, 2016), adaptación de un relato de León Tolstoi a la realidad filipina de los años 90 que se hizo con el León de Oro del Festival de Venecia.[22] Estilo y temáticaEncuadrado con frecuencia —en contra de la opinión del autor—[23] en lo que algunos críticos llaman slow cinema (“cine lento” o “cine contemplativo”),[24] junto a directores clásicos como Andrei Tarkovsky o Theo Angelopoulos y contemporáneos como Pedro Costa, Tsai Ming Liang o Béla Tarr, el cine de Lav Díaz resulta inconfundible debido a la radicalidad de sus decisiones estilísticas: el uso de largas tomas en planos generales estáticos (que en muchas ocasiones constituyen planos secuencia), el blanco y negro -con la única excepción de Norte dentro de su obra de madurez- dotado de una gran profundidad de campo, ausencia de música extradiegética, así como una narración discontinua que disloca la causalidad de los hechos y la relación entre el tiempo y la trama, mediante largas pausas en las que esta no avanza, lo cual unido a la extensísima duración de sus metrajes provoca una sensación de inmersión casi física en el espectador.[25] Un ejemplo claro de esta dilatación temporal puede encontrarse en Evolution of a Philipino Family, donde hay un plano fijo de unos veinte minutos que plasma el desangramiento de un personaje en tiempo real:
El director ha manifestado en numerosas ocasiones el carácter ecléctico de sus gustos cinematográficos, pero ha señalado las influencias directas del neorrealismo italiano, la literatura rusa del siglo XIX y cineastas como Jean Renoir, Andrei Tarkovski o Jean-Luc Godard.[27] Algunos críticos han relacionado su austeridad estética con las obras de Mizoguchi, Fassbinder y Bresson.[28] Como han sugerido tanto el propio autor como la prensa especializada, sus películas implican la transgresión de las normas del mainstream como una unión de la ética y la estética, desarrollando «un cine político en todos los sentidos», en palabras de Jerónimo Atehortúa: sus obras serían «objetos incómodos» que pretenden «impactar a todo el arco de la cadena cinematográfica».[29] En concreto, respecto a la duración de sus filmes, Lav Diaz afirmó lo siguiente en 2023:
Otro campo de experimentación en la obra de Díaz se efectúa en los géneros cinematográficos, realizando una mezcolanza entre ellos. Entre otros muchos ejemplos, Melancholia viene a ser en su mayor parte un drama psicológico, pero sus últimas dos horas podrían catalogarse como cine bélico;[31] en From What Is Before, las creencias de los aldeanos en seres sobrenaturales del folclore filipino añaden tintes de realismo mágico a una historia por lo demás estrictamente verídica;[32] en Season of the Devil se entrecruzan el musical, la recreación histórica y el cine de terror,[33] cuyos elementos también pueden rastrearse en Death in the Land of Encantos a través de personajes que parecen transformarse en zombis, al tiempo que otras escenas del filme emplean técnicas propias del documental.[34] En cuanto a la temática de sus películas, todas ellas abordan la historia de Filipinas, en un arco que va desde el siglo XIX (en A Lullaby to the Sorrowful Mystery)[35] hasta un futuro distópico en The Halt.[36] Los grandes desastres y traumas que han azotado el país, como los tifones o los genocidios cometidos por regímenes autoritarios, ante la pasividad de una población ignorante y atemorizada, están siempre presentes, así como una serie de motivos, temas y personajes arquetípicos: el regreso al lugar natal, la mujer en duelo por sus familiares asesinados o desaparecidos, el descenso hacia la locura o el suicidio, el artista acosado y humillado por las autoridades, los intelectuales burgueses que sucumben al nihilismo, la repercusión de las decisiones políticas en la vida cotidiana, concreta e individual, el pueblo llano que demuestra humanidad y dignidad en medio del horror, la frialdad de los abusos por parte de los ejecutores del poder militar, la naturaleza tropical como un ente vivo que determina toda la narración, conformando todo ello una especie de “épica nacional”, en palabras de May Ingawanijf.[37] Filmografía
Premios principales
Referencias
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