La Monjía
La Monjía es una localidad despoblada en el Alto valle del río Jubera, perteneciente al municipio de Munilla, en La Rioja. La localidad se sitúa a pocos kilómetros del nacimiento del río Jubera, siendo la primera localidad por donde pasa dicho río, encontrándose por tanto a gran altitud (1.100 m s. n. m.). La localidad se sitúa sobre la falda sur del cerro que separa el río Jubera del Arroyo de la Redonda, bajo las laderas del monte Atalaya (1.514 m s. n. m.) del que manan las fuentes que dan inicio al río. Valle abajo del río Jubera queda el despoblado de Ribalmaguillo, y al sur, en el valle del Arroyo del Pozo el despoblado de La Santa. Los tres despoblados formaron hasta 1981 un Ayuntamiento propio con sede en La Santa, siendo por tanto La Monjía pedanía de esta, desde entonces pasó a pertenecer al municipio de Munilla. HistoriaLa localidad de La Monjía ha estado siempre ligada a la villa de La Santa, como pedanía de esta. Por ello, perteneció al Señorío de Cameros del año 1366, y posteriormente al monasterio de Santa María de Herce hasta 1812.[1][2] Desde 1812 hasta 1981, La Monjía perteneció al ayuntamiento de La Santa, junto con Ribalmaguillo, hasta su disolución provocada por la despoblación del municipio, pasando este a pertenecer al municipio de Munilla. La emigración sacudió de pleno a estas localidades del Alto Jubera, situadas en terreno escabrosos, con muy malas comunicaciones y con la falta de casi todos los servicios básicos (no contaban con médico, practicante, veterinario, sacerdote, herrero, entre otros servicios, que venían de otros municipios limítrofes, además de agua corriente, electricidad o alcantarillado). En los años 50 emigraron muchos de sus habitantes, pero con la llegada de Patrimonio Forestal del Estado en los 60, que realizó una expropiación de las zonas de monte y pasto para la repoblación de pinos, terminaron con el sistema de subsistencia de sus habitantes. Patrimonio
EconomíaLa localidad, como toda la sierra de Cameros y el Alto Jubera, se ha dedicado históricamente al pastoreo trashumante, tenían ovejas churras y merinas, cabras y algunas vacas para la labranza. Por la zona también se cazaba algo de caza menor, sobre todo perdiz y codorniz en los campos de cereal que hasta los años 60 cubrían las faldas de estos valles. La agricultura era muy escasa, y se limitaba a pequeños campos aterrazados en las laderas de los montes, dónde se cultivaba centeno y avena, algunas legumbres y patatas. Parte de la población se dedicaba a la recogida de madera en invierno, para vender la leña en localidades cercanas como Munilla o Arnedillo para consumir en los hornos de pan, o de yeso. Esta pobre economía casi de subsistencia fue la razón principal por la que sus habitantes emigraron durante todo el siglo XIX y más masivamente durante las primeras décadas del siglo XX.[4] Fiestas y tradiciones
Véase tambiénReferencias
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