José María Heredia
José María Heredia y Heredia (Santiago de Cuba, 31 de diciembre de 1803- Estados unidos, 7 de mayo de 1839) fue un poeta nacido en Cuba, considerado por muchos como el primer poeta romántico de América,[1][2] el iniciador del romanticismo en Hispanoamérica[3] y uno de los poetas más importantes de la lengua española.[4] En años más recientes esta filiación romántica se ha matizado, señalándose la importancia del neoclasicismo y de la estética de la sensibilidad ilustrada para el pensamiento y la obra heredianos.[5] Es conocido como el «Cantor del Niágara» y fue nombrado poeta nacional de Cuba. Fue también un destacado humanista, fiscal, juez de letras, abogado, catedrático, historiador, traductor, periodista, secretario, novelista histórico, soldado, dramaturgo, diputado y director del Instituto Literario del Estado de México. Fue secretario particular de Antonio López de Santa Anna en 1832; también fue diputado propietario en el Congreso del Estado de México en 1833 y ministro de la Audiencia en México.[6] No se lo debe confundir con el poeta y traductor cubano José María de Heredia Girard (1842-1905), quien fue su primo-hermano. BiografíaHijo de José Francisco de Heredia y Mieses y María de la Merced Heredia y Campuzano-Polanco nativos de Santo Domingo. Siendo aún pequeño se trasladó con su familia a Santo Domingo, donde transcurrió la mayor parte de su niñez. Su padre fue nombrado Oidor y Regente de la Real Audiencia de Caracas en 1810 y la familia se mudó a Venezuela. En 1818, de regreso en Cuba, comenzó sus estudios de Leyes en la Universidad de La Habana, que siguió al año siguiente en México. Tras el asesinato de su padre, en octubre de 1820, José María decidió regresara Cuba en 1821. Dos años después de doctorarse en derecho se estableció como abogado en Matanzas. Por este tiempo había colaborado en distintos periódicos, entre ellos El Revisor, y dirigió el semanario La Biblioteca de las Damas. En 1823, a punto de publicar una edición de sus poesías, se vio envuelto en la Conspiración "Soles y Rayos de Bolívar" y tuvo que marcharse precipitadamente a los Estados Unidos. Su vida en ese país está ampliamente documentada en su correspondencia, entre otros, con Domingo del Monte, publicada por la Revista de Cuba. La primera edición de sus versos apareció en 1825 en Nueva York. Se le atribuye la novela histórica Jicoténcal, publicada anónimamente en 1826 en Filadelfia, aunque la autoría es también atribuida a otros escritores, como su compatriota Félix Varela o el español Félix Mejía. En 1825 emprendió su segundo viaje a México y en la travesía escribió el Himno del desterrado. Su actividad en México fue rica y variada. Entre otras funciones jurídicas y administrativas, ejerció como catedrático de Literatura e Historia, legislador, juez de Cuernavaca, así como oidor y fiscal de la Audiencia de México. En 1832 publicó en Toluca una segunda edición de sus versos, considerablemente revisada y ampliada. Fue redactor de varias revistas como El Iris y La Miscelánea, y principal redactor de El Conservador. En 1836, después de hacer retracción pública de sus ideales independentistas, obtuvo permiso para regresar a Cuba. Cuatro meses duró su estancia en la isla. Con gran dolor y mortal desánimo regresó a México, donde el presidente Guadalupe Victoria le ofreció asilo. Con treinta y cinco años murió de tuberculosis, enfermedad que había contraído en los Estados Unidos, el 7 de mayo de 1839 en la ciudad de Toluca (otra versión autorizada afirma que murió en la capital mexicana). José María Heredia pasó muchos años en el exilio en Estados Unidos y México fuera de su patria. Muchos de sus poemas reflejan una mezcla de la sensualidad tropical y de la melancolía soñadora, que se inspiran a menudo en su nostalgia. La fuerza y la belleza de la naturaleza y el enfoque en la individualidad emerge fuertemente en sus poemas. Algunas de sus obras son extraordinarias composiciones descriptivas donde plasma su percepción fina y rápida de la naturaleza. Una de las características centrales de su obra es también el sentido espiritual del paisaje físico. Se ha dicho que "si los Estados Unidos tenía a Walt Whitman y a Edgar Allan Poe, América Latina tenía al poeta José María Heredia" en lo que respecta a la prominencia e importancia literaria de su poesía.[7] Su romanticismo es el de la búsqueda y el anhelo de la libertad, tanto política como literaria. En esta medida, su poesía viene directamente de su vida. La vida de José María Heredia es uno de los temas principales de la obra de Leonardo Padura La novela de mi vida publicada en 2002. Por muchos años, se tildó a Heredia de mero traductor de tragedias francesas e italianas del siglo XVIII, pero recientemente Guillermo Schmidhuber probó que las tragedias heredianas era originales al ser una traducción parafrasiana que disminuye el tamaño de las jornadas y hasta cambia el número de personajes. De la misma manera como Shakespeare escribió su Julio César, adaptando la historia clásica, así escribió Heredia sus tragedias; de hecho, Los últimos romanos, de Heredia, coincide en el tema con la tragedia shakesperiana. Otro aporte literario es la capacidad poética de los parlamentos heredianos que no pudo ser sobrepasada por ningún dramaturgo hispanoamericano o español del periodo romántico. ObrasEntre las muchas ediciones de la poesía herediana destacan las Poesías completas de José María Heredia: Edición crítica, ed. Tilmann Altenberg (Madrid/Frankfurt: Iberoamericana/Vervuert, 2020).[8]
Poesías
Sonetos
Obra Dramática
Para un análisis de la obra dramática de Heredia, ver Guillermo Schmidhuber y Olga Martha Peña Doria, Heredia Independentista, poeta, dramaturgo (Universidad de Guadalajara, 2017) y Guillermo Schmidhuber, Heredia, sus años en México (Instituto Mexiquense de Cultural, 2017). Véase también
Referencias
Enlaces externos
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