La obra comienza con una breve introducción de Ptahhotep Tshefi adjudicando la autoría a su abuelo, y luego sigue con las palabras de este, que explica que ha dedicado su vida a alcanzar la sabiduría, pero añade que nunca se llega al pleno conocimiento.
Pasan los años, ha llegado la vejez,
viene la fragilidad, la debilidad crece.
Uno duerme todo el día, como los niños.
Se enturbian los ojos, los oídos ensordecen.
Con el cansancio disminuye la fuerza,
la boca, silenciada, no habla,
el corazón, vacío, no recuerda el pasado,
duelen los huesos,
lo bueno es malo, se ha ido el gusto,
lo que los años le hacen a la gente
es malo en todos sentidos.
No te vanaglories de tu conocimiento,
ni te enorgullezcas porque eres un sabio.
Toma consejo del ignorante
del mismo modo que del sabio,
pues no se han alcanzado los límites del arte,
ni existe un artesano que haya adquirido su perfección.
Entre muchos consejos de comportamiento, Ptahhotep explica que para que el hombre sea justo debe ser capaz de controlarse, tanto ante los superiores como con los inferiores en rango. Y da consejos sobre cómo tratar ante camorristas o calumniadores:
Da a entender que quien alcanza el conocimiento lo hace gracias a la energía de su ka, y conmina a su hijo a obedecer a sus superiores para alcanzar la prosperidad y vida en el otro mundo, ya que el ka de cada hombre depende del ka del faraón.
Inclina tu espalda a tu superior y a tu supervisor de la casa real,
tu casa permanecerá con sus bienes y tu recompensa estará en su lugar.
Es un miserable el hombre que se enfrenta a un superior.
Acaba dando las gracias al faraón por haberle concedido una larga vida (afirma tener 110 años), según él por haber cumplido todas esas máximas, que explica a su hijo y pide que trasmita a sus sucesores.
Muchas veces se hace referencia a Dios y la manera en la que todo está bajo su poder:
Las tramas de la gente no prevalecen.
El Mandato de Dios es lo que prevalece.
En otra ocasión:
Quien escucha es amado de Dios
Quien no escucha es odiado por Dios.
El corazón hace de su dueño uno que escucha, o uno que no escucha.
La Vida, la prosperidad, y la salud son el corazón de una persona.