Los inocerámidos tenían una concha gruesa, pavimentada con prismas de calcita orientados perpendicularmente a la superficie, lo que debió darles un brillo nacarado en vida. La mayoría de las especies tienen líneas de crecimiento prominentes, que aparecen como semicírculos concéntricos al borde de crecimiento de la concha.[1] Los paleontólogos sugieren que el tamaño gigante de algunas especies fue una adaptación para la vida en las oscuras aguas del fondo, con un área de branquias proporcionalmente grande, que le habría permitido sobrevivir en aguas deficientes en oxígeno.[1]
La taxonomía de los inocerámidos es discutida, con géneros como Platyceramus a veces clasificado como subgénero dentro de Inoceramus. También se discute el número de especies válidas en este género.
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H. Gebhardt. 2001. Inoceramids, Didymotis and ammonites from the Nkalagu Formation type locakity (late Turonian to Coniacian, southern Nigeria): biostratigraphy and palaeoecologic implications). Neues Jahrbuch für Geologie und Palaeontologie, Monatshefte 2001(4):193-212
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