Hebreos 9Hebreos 9 es el noveno capítulo de la Epístola a los Hebreos del Nuevo Testamento de la Biblia cristiana. El autor es anónimo, aunque la referencia interna a «nuestro hermano Timoteo» (Hebreos 13:23) provoca una atribución tradicional a Pablo, pero esta atribución se discute desde el siglo II y no hay pruebas decisivas de la autoría.[1][2] Este capítulo contiene la exposición sobre el mejor ministerio de la Nueva Alianza.[3][4] TextoEl texto original fue escrito en griego koiné. Este capítulo está dividido en 28 versículos. Testigos textualesAlgunos manuscritos antiguos que contienen el texto de este capítulo son:
Referencias del Antiguo TestamentoEl santuario terrenal (9:1-10)El capítulo se abre con un contraste entre el antiguo y el nuevo pacto repasando la estructura y los rituales del tabernáculo».[6] Versículo 1
Versículo 2.
Versículo 3
Versículo 4que tenía el incensario de oro y el arca de la alianza recubierta de oro por todos lados, en la que estaban la vasija de oro que contenía el maná, la vara de Aarón que brotaba y las tablas de la alianza;[10] Versículo 5
Comentario a los versículos 1-10El texto describe cómo el autor de la carta a los Hebreos contrasta el culto de la Antigua Alianza con el sacrificio de Cristo en la Nueva Alianza, destacando su superioridad. Se detalla primero el Tabernáculo, el santuario móvil de Israel durante su peregrinación en el desierto, y el culto que allí se realizaba, especialmente el sacrificio del Día de la Expiación, el Yom Kippur, descrito en la ley mosaica. Este rito anual buscaba la reconciliación de Israel con Dios mediante la purificación y el perdón de pecados. Sin embargo, se subraya la ineficacia de estos sacrificios para lograr la justificación plena del hombre o su acceso definitivo a Dios. [13] En cambio, el sacrificio de Cristo es presentado como el único verdaderamente eficaz, capaz de abrir el acceso al «Santuario Celestial» y purificar la conciencia del ser humano. El simbolismo del Tabernáculo con su primera tienda, que separaba al pueblo del «Santo de los Santos», enfatiza la limitación del antiguo culto. Cristo, con su muerte, eliminó esta separación al rasgar el velo del templo (Mt 27,51), estableciéndose como el único Camino y la única Puerta hacia la unión plena con Dios. Así, se enseña que solo a través del sacrificio expiatorio de Cristo se puede alcanzar la verdadera santidad y comunión con Dios[14]. El Ritual del Santuario Celestial (9:11-14)El momento definitorio de la situación actual es cuando 'Cristo vino' como Sumo Sacerdote para cumplir el acto simbolizado del ritual anual.[6] La Nueva Alianza (9:15-22)La palabra griega diathēkē tiene un rango de significado que va desde 'contrato' o 'tratado' hasta 'testamento' o 'testamento', que se elabora en lenguaje jurídico en esta sección.[15] Versículo 15
Referencia cruzada para Jesús Cristo como 'mediador' es Hebreos 8:6, y la designación de los cristianos como 'llamados' es Romanos 1:6; 1 Corintios 1: 2; Judea 1; Revelación 17:14, y la frase 'compañeros en un llamamiento celestial' aparece en Hebreos 3:1. [15] La promesa de una 'herencia' (Hebreos 1:14; Hebreos 6:17) en el 'uso legal ordinario' implica 'la muerte de un testador', que en este caso entonces 'redime' «a los herederos de sus transgresiones» (cf. versículo 12).[15] Versículo 22
El nuevo sacrificio celestial (9:23-28)La nueva descripción de la acción «celestial» de Cristo en esta parte se equilibra con la incorporación de la «imagen de la purificación ritual» de los Versículos anteriores (9:11-14).[15] Versículos 27-28
El Versículo 27 se interpreta tradicionalmente como la imposibilidad de la reencarnación en las religiones cristianas,[21] que concierne a ambos:
Comentario s los versículos 11-28En la Antigua Ley, tanto los sacrificios expiatorios como los rituales de alianza requerían el derramamiento de sangre. El autor de la carta a los Hebreos afirma que la mediación sacerdotal de Cristo es la única capaz de otorgar el perdón de los pecados y el acceso a Dios, ya que ofreció su propia sangre para sellar la Nueva Alianza. Con su cuerpo glorificado, identificado como el verdadero «Tabernáculo», abrió las puertas del cielo. La expresión «Espíritu eterno» señala que Cristo, movido por su divinidad o por el Espíritu Santo, ofreció un sacrificio perfecto y eterno, superior al culto antiguo. Este sacrificio no solo cumple la ley, sino que la trasciende al purificar las conciencias y otorgar una redención definitiva que establece la unión plena entre Dios y los hombres.[23]
El cristiano puede hacer también de su vida un sacrificio para Dios, uniéndose al sacrificio de Cristo:
Los términos «alianza» y «testamento» de los vv. 15-17 traducen la misma palabra griega «diatheke». Esta palabra, que literalmente significa «disposición», era la que utilizaron las traducciones al griego del Antiguo Testamento para designar la Alianza en el Sinaí. El autor de la carta utiliza estos dos sentidos —pacto y disposición final (testamento)— para enseñar que la muerte de Cristo en la cruz era un verdadero sacrificio de Alianza, como lo fue el del Sinaí (vv. 18-22; cfr Ex 24,3-8). Enseña también que la muerte de Cristo es la última disposición de Dios: otorgar a los hombres la herencia del cielo (vv. 23-28). En todo el pasaje se revela el poder redentor de la sangre de Cristo, ante la que nos debemos conmover, como se conmovieron los santos:[26]
Y Catalina de Siena escribe:
En el v. 24 se vuelve a insistir (cfr 7,25) cómo Cristo ejerce su sacerdocio desde el cielo «en favor nuestro»: «
Los vv. 27-28 contemplan también tres verdades fundamentales de la fe cristiana acerca de los novísimos:
La expresión «sin relación ya con el pecado» (v. 28) quiere decir que en su segunda venida ya no tendrá que reparar el pecado ni sufrir por él como víctima. Véase también
Referencias
Bibliografía
Este artículo incorpora texto de esta fuente, que es de dominio público: Gill, John. Exposition of the Entire Bible (1746-1763). Enlaces externos
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