Gálatas 4Gálatas 4 es el cuarto capítulo de la Epístola a los Gálatas del Nuevo Testamento de la Biblia cristiana. Es autoría del apóstol Pablo para las iglesias de Galacia, escrita entre los años 49 y 58 de nuestra era.[1] Este capítulo contiene una de las declaraciones más ricas de Pablo en Cristología.[2] TextoEl texto original fue escrito en griego koiné. Este capítulo está dividido en 31 Versículos. Testigos textualesAlgunos manuscritos antiguos que contienen el texto de este capítulo son:
Referencias del Antiguo TestamentoEl envío del Hijo (4:1-7)En esta parte, Pablo utiliza la ilustración de que un heredero está en mejor posición que un esclavo para heredar un patrimonio algún día.[2] Dios envió a Jesús como su heredero para «redimir a los que estaban bajo la ley», para que «todos los que están en Cristo Jesús reciban la adopción».[2] Versículo 3
Versículo 4
Versículo 5
Versículo 6
¿Quiere volver a ser esclavizado? (4:8-11)Esta parte expone el temor de Pablo de que los gálatas, que antes de ser cristianos estaban esclavizados a los ídolos, ahora después de ser creyentes de Cristo quisieran volver a ser esclavizados, observando meticulosamente los rituales del calendario judío.[12] Comentarios a los versículos 1-11Pablo continúa con la metáfora de la Ley como un pedagogo, explicando que aquellos sujetos a la Ley eran como menores de edad. Sin embargo, con la llegada de Cristo, los creyentes alcanzan la mayoría de edad espiritual. A través de Cristo, Dios ofrece a todos los seres humanos la posibilidad de convertirse en sus hijos, enviando el Espíritu de su Hijo a sus corazones. Esta adopción divina marca el fin de la tutela de la Ley y el inicio de una nueva relación de libertad y filiación con Dios.[13]
Con la Encarnación en «la plenitud de los tiempos», la historia ha llegado a su momento culminante, ha quedado definitivamente orientada hacia Dios:
Las palabras «nacido de mujer» subrayan la verdadera Humanidad de Jesús y enseñan el papel de la Virgen María, la Nueva Eva, en la obra de la redención:
Los judíos no solían usar el término arameo "Abbá" —una palabra cariñosa con la que los niños pequeños se dirigían a sus padres— para referirse a Dios, probablemente por respeto a su majestad. Sin embargo, Jesucristo lo utilizó de manera inédita para dirigirse a Dios Padre, revelando así su relación especial como Hijo, su confianza y entrega total a la voluntad del Padre. San Pablo retoma esta tradición, enseñando que es el Espíritu de Jesús, el Espíritu Santo, quien nos permite reconocernos como hijos de Dios. Así, el cristiano se convierte en hijo de Dios en el Hijo, por medio del Espíritu Santo.[17]
El término "los elementos del mundo no tiene un significado del todo claro. Pablo podría estar refiriéndose de manera despectiva a las prácticas de la Ley judía. De cualquier modo, utiliza esta expresión para advertir a los gálatas sobre lo lamentable que sería que, después de haber abrazado la fe en Cristo, volvieran a someterse a estas observancias pasajeras. Tal retroceso sería, en efecto, como regresar a las prácticas de la gentilidad, perdiendo la libertad alcanzada en Cristo. La perplejidad de Pablo (4:12-20)Los versículos 12-20 muestran la «apasionada preocupación» de Pablo por la condición espiritual de los gálatas, a quienes se dirigió como 'amigos' o 'hermanos' (versículo 12) y 'mis hijitos' (versículo 19), y su deseo de estar personalmente presente en medio de ellos.[12] Comentarios a los versículos 12-20En este punto, el apóstol Pablo cambia el tono de su discurso, haciéndolo más afectuoso al recordar el tiempo en que los gálatas se convirtieron a Cristo. Rememora cómo, en su primera visita (probablemente en el viaje mencionado en Hechos 16,6), los gálatas lo recibieron con gran alegría, a pesar de su enfermedad, cuya naturaleza no se conoce. A pesar de su estado, lo acogieron "como a un ángel de Dios, como al mismo Cristo Jesús". Pablo expresa su deseo de que vuelvan al Evangelio y a Cristo, buscando reconquistarlos para la fe. [19]
. Y Juan Crisóstomo comenta:
La alegoría de Agar y Sara (4:21-5:1)Esta parte se considera como «el sorprendente argumento final de Pablo» para contrastar a los hijos nacidos de 'una mujer esclava' (Agar), es decir, «estar sujetos a la ley», con los hijos nacidos de 'una mujer libre' (Sara) 'mediante la promesa' y 'según el Espíritu';[22] un contraste entre «ley» y «gracia». [23] Versículo 25
Versículo 27
Cita de Isaías 54:1[26] Comentario a los versículos 21-31Pablo, en su carta a los Gálatas, utiliza la historia de Abraham y sus dos hijos para ilustrar la libertad que los cristianos han ganado a través de Cristo. Abraham tuvo dos hijos: Ismael, fruto de su unión con la esclava Agar, y más tarde Isaac, nacido de su esposa Sara, quien era estéril. Dios había prometido a Abraham que Sara, a pesar de su avanzada edad, tendría un hijo, cumpliendo así su promesa. San Pablo interpreta esta historia de manera alegórica. Agar, la esclava, simboliza al pueblo de Israel que está sometido a la Ley, mientras que Sara, la esposa libre, representa a la Iglesia, nacida de la promesa de Dios. Los cristianos son comparados con Isaac, porque no dependen de la Ley, sino de la promesa. Pablo también establece un paralelo entre el monte Sinaí, lugar donde se selló la Antigua Alianza, y el monte Sión, símbolo de la nueva Jerusalén y de la Iglesia. Así como Ismael, nacido según la carne, persiguió a Isaac, nacido según el espíritu, Pablo observa que los judíos que siguen la Ley persiguen a los cristianos que viven según el Espíritu. Esta persecución es vista como una confirmación del cumplimiento de las promesas divinas.[27] Véase también
Referencias
Bibliografía
Enlaces externos
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