Gracia prevenienteLa gracia preveniente, también llamada gracia precedente o gracia capacitadora, es un concepto de la teología cristiana que se refiere a la gracia de Dios en la vida de una persona que precede y prepara a la conversión. El concepto fue desarrollado por primera vez por Agustín de Hipona (354 - 430), fue afirmado por el Segundo Concilio de Orange (529) y ha pasado a formar parte de la teología católica. También está presente en la teología reformada, a través de la forma de un llamamiento eficaz que conduce a algunos individuos irresistiblemente a la salvación. Tiene sus raíces en la teología arminiana, según la cual se dispensa universalmente para permitir que las personas respondan a la oferta de salvación, aunque no asegura la aceptación personal. DefiniciónEl concepto de gracia preveniente fue originado y desarrollado por Agustín de Hipona (354 - 430),[1][2] basado en los escritos de san Ambrosio (c. 339 - c. 397).[3] La gracia preveniente se refiere a la gracia de Dios en la vida de una persona que precede a la conversión.[2] La expresión original (en latín: gratia praeveniens) significa literalmente "gracia que precede". La expresión inglesa proviene de un uso arcaico de la palabra "prevenient" que significa "precedente".[4] Este concepto tiene un significado similar con el concepto de "vocación" o "llamado".[5] Hay algunas variaciones de entendimiento de la gracia preveniente, en términos de intención de Dios:
Cuando la gracia se considera con respecto a sus efectos, la gracia preveniente se diferencia de la gracia subsiguiente.[13] La gracia no se divide en preveniente y subsiguiente en cuanto a su esencia, sino únicamente en cuanto a sus efectos [...]. La naturaleza de la gracia subsiguiente difiere dependiendo del punto de vista sobre la naturaleza determinista o no determinista de la providencia de Dios : Por ejemplo, John Wesley, nombró 2 formas de gracia subsiguiente : "gracia justificante" (también llamada gracia salvadora) y "gracia santificante". Ambas formas de gracia subsiguiente son resistibles.[10] Por el contrario los calvinistas han considerado la gracia justificante como una gracia irresistible.[14] HistoriaOrígenesLa noción de "gracia preveniente" (en latín: Gratia praeveniens) fue desarrollada por Agustín de Hipona (354 - 430),[1] junto con las nociones de "gracia operativa" y la "gracia cooperativa".[2] En reacción al pelagianismo, Agustín afirmó que la gracia preveniente es necesaria para preparar la voluntad humana para la conversión.[2] Pelagio había apelado a San Ambrosio (c. 339 - c. 397), a lo que Agustín contestó una serie de citas de Ambrosio que indicaban la necesidad de la gracia preveniente.[3] Además, Agustín llamó al libre albedrío desprovisto de la ayuda de la gracia preveniente, "libre albedrío cautivo" (en latín: liberum arbitrium captivatum).[15] Y, por la acción de la gracia, se convierte en una "voluntad liberada" o, literalmente, en un "libre albedrío liberado" (en latín: liberum arbitrium liberatum).[16] EvoluciónEn 529, en el Segundo Concilio de Orange, la cuestión que se planteaba era si se debían afirmar las doctrinas de Agustín sobre la providencia de Dios, o si se podía afirmar el semipelagianismo. El semipelagianismo era una forma moderada de pelagianismo que enseña que el primer paso de la salvación es por la voluntad humana y no por la grace de Dios.[17] La determinación del Concilio podría considerarse "semiagustiniana".[18][19][20] Definió que la fe, aunque un acto libre del hombre, resultó, incluso en sus inicios, de la gracia de Dios, iluminando la mente humana y permitiendo la creencia.[21][22][23] Esto describe la operación de la gracia preveniente que permite al no regenerado arrepentirse en la fe.[24][25] Por otra parte, el Concilio de Orange condenó la enseñanza agustiniana de la predestinación a la condenación.[26] Los cánones del Concilio citaron directamente la obra de Agustín relacionada con el concepto de gracia preveniente (cánones 1, 2, 5, 6, 7)[27] Bonifacio II (muerto en 532) escribiendo a Cesáreo de Arlés, confirmó la noción de gracia preveniente : "[C]onfirmamos por la autoridad de la Sede Apostólica vuestra confesión, en la que de manera opuesta explicáis que la recta fe en Cristo y el principio de toda buena voluntad, según la verdad católica, es inspirada en la mente de los individuos por la gracia precedente de Dios"[28] En la teología católicaEl Catecismo de la Iglesia Católica explica: "Nadie puede decir 'Jesús es el Señor' si no es por el Espíritu Santo. Cada vez que comenzamos a orar a Jesús, es el Espíritu Santo quien nos atrae por el camino de la oración con su gracia preveniente" [29]. El Segundo Concilio de Orange de 529 afirmó que la fe, aunque un acto libre, resultó incluso en sus inicios de la gracia de Dios, iluminando la mente humana y permitiendo la creencia.[17] En el canon 18 se dice "Que a la gracia no preceden méritos. Se debe una recompensa a las buenas obras, si se realizan; pero la gracia, que no se debe, precede, para que se realicen [St. Prosper]."[30] En el canon 23 se dice que Dios prepara nuestras voluntades para que deseen el bien.[31] El canon 25 dice: "En toda obra buena, no somos nosotros los que comenzamos... sino que Él (Dios) nos inspira primero la fe y el amor a Él, sin ningún mérito precedente de nuestra parte".[32] La gracia preveniente fue discutida en el quinto capítulo de la sexta sesión del Concilio de Trento (1545-63) que utilizó la frase: "a Dei per dominum Christum Iesum praeveniente gratia" (traducida "una gracia predisponente de Dios a través de Jesucristo").[33] Aquellos que se apartaron de Dios por sus pecados están dispuestos por la gracia de Dios a volverse atrás y ser justificados al aceptar libremente esa gracia. En la teología arminianaArminianismo clásicoLa gracia preveniente es un concepto arraigado en el teología arminiana.[34] Jacobus Arminius afirmaba la depravación total pero creía que la gracia preveniente permite a las personas responder a la oferta de salvación de Dios:
El teólogo Robert E. Picirilli escribe, citando a Arminius, que: "Lo que Arminio quería decir con "gracia preveniente" era esa gracia que precede a la regeneración real y que, excepto cuando finalmente se resiste, conduce inevitablemente a la regeneración. Se apresuró a observar que esta "asistencia del Espíritu Santo" es de tal suficiencia "como para mantenerse a la mayor distancia posible del pelagianismo."[4] En la teología reformadaLos calvinistas tienen su propia doctrina de la 'gracia preveniente', que identifican con el llamamiento eficaz y que es seguida inmediata y necesariamente por la fe. Debido a la necesidad de la salvación que sigue a esta dispensación de la gracia preveniente, la gracia justificante se llama gracia irresistible.[36][12]. La gracia preveniente wesleyana también contrasta con la comprensión calvinista de la 'gracia común' por la cual Dios muestra misericordia general a todos, refrena el pecado, y da a la humanidad un conocimiento de Dios y de su pecaminosidad y necesidad de rescate del pecado.[9][8][10] ObjecionesSe dice que la gracia común deja a la gente sin excusa. Los arminianos objetan que la gracia común calvinista deja a la gente absolutamente incapaz de venir a Dios (un punto en el que los calvinistas están de acuerdo) y por lo tanto no creen que los deja sin excusa.[37] Referencias
Bibliografía
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