Los fasces (masculino plural por ser una palabra plurale tantum proveniente del latínfascis, «haz», «manojo») o haz de lictores eran la unión de 30 varas (generalmente de abedul u olmo, una por cada curia de la Antigua Roma), atadas de manera ritual con una cinta de cuero rojo formando un cilindro que sujeta un hacha común o una labrys.
Lictor portando un fasces.
Origen
En origen era el emblema del poder militar de los reyes etruscos, adoptado igualmente por los monarcas romanos, que pervivió durante la república y parte del imperio. Tradicionalmente, significa poder, por el haz de varas, «la unión hace la fuerza», puesto que es más fácil quebrar una vara sola que quebrar un haz, y por el hacha, la justicia implacable sobre la vida y la muerte.
Dentro del pomerium, el límite sagrado de Roma, los fasces no podían llevar el hacha, indicando que dentro de la ciudad los magistrados curules tenían derecho de castigar, pero no de ejecutar. Tan solo al dictador le estaba permitida la inserción del hacha.
El rey de la Antigua Roma llevaba fasces. El cargo de rey no era hereditario, aunque sí vitalicio. El rey llevaba un manto púrpura, cetro de marfil y corona de oro y era precedido en las calles por doce auxiliares o lictores que llevaban los fasces o varas entrelazadas, de las que salía una hoja de hacha, como símbolo de su autoridad.
Simbología actual
El Imperio romano fue muy rico en símbolos, algunos de los cuales, como voluntad de identificarse con su poder, justicia y gloria, han llegado hasta nuestros días, por ejemplo:
Es parte del Monumento a la Independencia que se encuentra en la llamada plaza Grande, en el centro histórico de Quito, Ecuador. Fue inaugurado el 10 de agosto de 1906, recordando la gesta revolucionaria del 10 de agosto de 1809, y la masacre de los patriotas el 2 de agosto de 1810. Estos fasces están sostenidos con la mano izquierda de la «dama de la libertad» y apoyados sobre un orbe.