En la mitología griegaEuforbo (en griego Εὔφορβος), fue un héroe troyano y dárdano, al que se conoce sobre todo por la Ilíada. Unos dicen que era hijo de «Pántoo y la divina Fróntide»,[1] otros aseguran que nació de Abarbárea y Bucolión.[2] Homero lo describe como «de cabellos ensortijados y sujetos con anillos de oro y plata»,[3] en tanto que Tzetzes dice que era un hombre apuesto con los mechones hermosos entre su pelo rizado, y que se trenzaba el pelo con adornos de oro.[4]
Euforbo era aún joven e inexperto en la guerra. Era hermano de Polidamante e Hiperenor «domador de caballos» y logró herir en la espalda entre los hombros a Patroclo después de que lo hiciera Apolo en el curso del asedio de Troya, aunque murió de una lanzada en la garganta luchando contra Menelao cuando desafió a este por haber dado muerte a su hermano Hiperénor:
Como el frondoso olivo que planta el labrador donde abunda el agua y crece exuberante, siendo mecido por todos los vientos y cubierto de flores blancas, hasta que sopla el huracán y lo descuaja y lo arrastra por la tierra, así dio Menelao muerte a Euforbo, hijo de Pántoo, a pesar de su maestría en el uso de la lanza (Homero, Ilíada, XVII, 80 y ss.)
↑Diógenes Laercio, Vidas, opiniones y sentencias de los filósofos más ilustres, lib. VIII, 3: "Refiere que Pitágoras decía de sí que «en otro tiempo había sido Etálides y tenido por hijo de Hermes; que el mismo Hermes le tenía dicho le pidiera lo que quisiese salvo la inmortalidad, y él le había pedido que vivo y muerto recordase cuanto sucediese». De forma que mientras estuvo vivo se acordó de todo y después de muerto conservó esa memoria. «Que tiempo después de muerto, pasó al cuerpo de Euforbo y fue herido por Menelao. Y que, siendo Euforbo, dijo había sido en otro tiempo Etálides y que había recibido de Hermes el don de la transmigración del alma, como efectivamente transmigraba y circuía por todo género de plantas y animales; y conocer lo que padecería su alma en el Hades y lo que las demás allí también. Que después que murió Euforbo, su alma pasó a Hermótimo, el cual, queriendo también dar fe de ello, marchó a Bránquidas, y entrando en el templo de Apolo, enseñó el escudo que Menelao había consagrado allí»; y decía que «cuando volvía de Troya consagró a Apolo su escudo, y que ya estaba podrido, quedándole sólo la cara de marfil. Que después que murió Hermótimo se pasó a Pirro, pescador delio, y se acordó de nuevo de todas las cosas, a saber, cómo primero había sido Etálides, después Euforbo, luego Hermótimo y en seguida Pirro». Y finalmente, que «después de muerto Pirro, vino a ser Pitágoras, y se acordaba de todo cuanto hemos mencionado».