Distinción cualitativa infinitaLa distinción cualitativa infinita (en danés: den uendelige kvalitative forskel; en alemán: unendliche qualitative Unterschied), a veces traducido como diferencia cualitativa infinita,[1] es un concepto acuñado por el filósofo danés Søren Kierkegaard. La distinción enfatiza los atributos muy diferentes de los hombres finitos y temporales y las cualidades infinitas y eternas de un ser supremo. Este concepto encaja en la tradición de la teología apofática y, por lo tanto, está fundamentalmente en desacuerdo con las teorías teológicas que postulan un ser supremo capaz de ser plenamente entendido por el hombre. El teólogo Karl Barth hizo del concepto de distinción cualitativa infinita una piedra angular de su teología.[2] ResumenPara Kierkegaard, la comunicación directa con Dios es imposible, ya que Dios y el hombre son infinitamente diferentes. Sostiene que la comunicación indirecta con Dios es la única forma de comunicación. Por ejemplo, en la creencia cristiana, la Encarnación postula que Jesucristo es Dios encarnado. La distinción cualitativa infinita se opone a la teología racional en el sentido de que, mientras que la última argumenta que uno puede probar empíricamente que Jesús es Dios encarnado, la primera argumenta que la evidencia empírica es en última instancia insuficiente para llegar a esa conclusión. La naturaleza paradójica de la Encarnación, que Dios está encarnado en un hombre, es ofensiva para la razón y solo puede ser comprendida indirectamente, a través de la fe.[3] El libro de Barth La Epístola a los Romanos también enfatiza tal abismo. En el prefacio de la segunda edición de su comentario, Barth escribe, "si tengo un sistema, se limita al reconocimiento de lo que Kierkegaard llamó la 'distinción cualitativa infinita' entre el tiempo y la eternidad, y a mi consideración de esto como poseedor de un sistema negativo, así como un significado positivo: Dios está en el cielo, y tú estás en la tierra. La relación entre tal Dios y tal hombre, y la relación entre tal hombre y tal Dios, es para mí el tema de la Biblia y la esencia de la filosofía ".[4] Kierkegaard no cree que Dios sea tan objetivo con los seres humanos, sino que es el ser subjetivo absoluto. Lo expresó de esta manera en 1846:
Referencias
Fuentes
Textos primarios
Obras secundarias
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