Congo Mirador
Congo Mirador es un pueblo venezolano en el estado Zulia, en el sur del Lago de Maracaibo. Era una comunidad palafítica, con estructuras construidas sobre el agua, canales, y botes para transportarse. Debido a la sedimentación del lago en los últimos años, la crisis económica y la falta de atención por parte de las autoridades, casi toda la población ha abandonado el pueblo y se ha trasladado a pueblos cercanos. HistoriaEl Congo Mirador tiene una historia de al menos 200 años y es uno de los pueblos de agua del lago de Maracaibo construidos sobre pilotes junto con comunidades como Tomoporo, Ceuta, Moporo, Santa Rosa de Agua y Sinamaica. Según el libro Congo Mirador, pueblo palafítico del Lago de Maracaibo", escrito por Darío Novoa Montero, el pueblo tenía alrededor de 930 habitantes a finales de los años 70.[1] El pueblo históricamente ha prosperado de la pesca y del turismo, debido a que es un punto privilegiado para observar el fenómeno de los relámpagos del Catatumbo. Para 2013, la comunidad contaba con al menos mil personas.[2]Recibió el Récord Guinness 2014 “por poseer el mayor promedio mundial de relámpagos por kilómetro cuadrado al año”: 250 relámpagos por km².[3][1][4] Para 2018 tenía alrededor de 140 palafitos y alrededor del 90% de la población se había marchado paulatinamente por la sedimentación del Lago de Maracaibo, la crisis económica y la falta de atención por parte de las autoridades. Gobiernos anteriores donaron dos plantas eléctricas a la población, pero para el mismo año se encontraban dañadas. El edificio de la escuela también colapsó.[1][5] Los habitantes responsabilizan de la sedimentación a un ganadero, Josué, quien en 1991 empleó maquinaria pesada para abrir un caño de tres kilómetros desde el río Bravo para facilitar el paso de embarcaciones con mercancías, una abertura bautizada como "Paso o Caño J". La acción aceleró el desplome y el avance de arena y escombros hacia el pueblo.[1] El caserío es el sujeto principal del documental Once Upon a Time in Venezuela, lanzado en 2020 y dirigido por Anabel Rodríguez Ríos. Para entonces, sólo quedaban nueve familias y un máximo de seis viviendas en la comunidad. Al consistir en palafitos, varios de los habitantes podían mudarse con su casa, subiéndola en dos lanchas, hacia Ologá y pueblos cercanos.[2][3][6][7] En 2021 sólo quedaban cinco personas.[8] Referencias
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