Centro de Innovación UC Anacleto Angelini
El Centro de Innovación Anacleto Angelini es un edificio de uso universitario perteneciente a la Pontificia Universidad Católica de Chile.[1] El edificio está ubicado en la comuna de Macul, Santiago de Chile, y fue diseñado por el arquitecto chileno y Premio Pritzker, Alejandro Aravena, y su oficina Elemental, construido en el año 2014.[1] ConstrucciónDurante el año 2011, el Grupo Angelini, un importante conglomerado del sector industrial, primario y energético del país, decidió donar fondos para la edificación de un centro de innovación tecnológica, que permitiera a empresas, industria y universidad, "estrechar lazos en pos de una transferencia de conocimientos, identificar oportunidades de negocio, agregar valor a recursos naturales básicos, y registrar patentes a fin de mejorar la competitividad del país y, por tanto, su desarrollo".[1] De este modo se escogió a la Pontificia Universidad Católica de Chile como plataforma de esta idea, y dicha institución se comprometió a destinar un espacio dentro de su propiedad para el establecimiento de este edificio, a lo cual se destinó su emplazamiento en el Campus San Joaquín,[1] sede destinada en parte a las ciencias, ingenierías y a la administración.[3] ArquitecturaEste edificio fue pensado como una respuesta estructural al cambio climático en Santiago de Chile, teniendo como base de cálculo la eficiencia energética en un contexto de aridización.[1] En este sentido el edificio también surge como contrarrespuesta al uso indiscriminado de revestimientos de vidrio en la arquitectura de edificios corporativos, poniendo en manifiesto la ineficiencia energética que éstos presentan.[4] De este modo, y en vista de la irradiación y sus efectos en espacios interiores, tanto del punto de vista de la reflectancia como de la termicidad en corporativos con revestimientos vítreos, se procedió a invertir la apertura tradicional de un edificio, pasando su diseño a privilegiar los espacios interiores como abiertos, y los espacios exteriores como ejes estructurales, consecuentemente produciendo una fachada de concreto desnudo, y un interior dinámico.[1] Finalmente, aperturas que conectan interior y exterior proporcionan una circulación de aire y luz óptimas, que permiten propiciar el desarrollo de espacios colectivos en su interior.[1][5] De esta manera se señala la reducción del consumo energético teórico de 120 kW/m2 al año en un edificio estándar de oficinas en Santiago, a 45 kW/m2 por año.[1] El edificio tiene 11 pisos y 3 niveles subterráneos.[2] Recepción y reconocimientos
Referencias
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