Reproducción de la carta puebla otorgada a Brañosera por el conde Munio Núñez de Brañosera en el año 824, publicada por el ayuntamiento de la localidad
Finaliza la primera década del año 700 y en la península comienza invasión musulmana. Los godos conviven con los pueblos autóctonos entre el trato y la escaramuza.
Los cristianos, atemorizados por la sangre, la hambruna y el demonio huyen hacia el Norte dirigiéndose fugitivos a las montañas, sucumben de hambre(...)
Villas y castillos tengo, todos a mi mandar son; dellos me dejó mi padre, dellos me ganara yo. Los que me dejó mi padre poblelos de ricos hombres, los que yo me hube ganado poblelos de labradores. Quien no había más que un buey, dable otro que eran dos; el que casaba su hija le daba yo rico don; Cada día que amance por mí hacen oración...
Llegando a una situación extraña de superpoblación en la que eran en poca tierra muchos hombres juntados. Visquieron castellanos grand tiempo mala vida; en tierra muy angosta de viandas fallida. Lacerados muy grand tiempo a la mayor medida; véyese en grand miedo con la gente descreída(...)
Arrancando de los angostos valles cantábricos comienza la repoblación. Gente humilde por delante que, impulsados por el hambre y esperanzados por la presura, se establecen de forma dispersa y aleatoria. Detrás vienen los nobles y abades.
En 824, el conde Munio Núñez entiende la necesidad de organizar la repoblación que, amparada en la presura, es inestable e ineficaz para garantizar el avance. Así llama hombres libres a sus súbditos dotándoles de derechos mediante la Carta puebla.
Esta repoblación singular de hombres libres será el origen de Castilla.
El documento
La Carta Puebla libera a los colonos de ciertas obligaciones consagradas y, a la vez, les otorga ciertos privilegios por su propia condición. Estos privilegios no son personales sino que se extienden a todo aquel que se acoja a la misma condición de poblador.
El manuscrito fue dado a conocer por Fray Prudencio de Sandoval en el siglo XVII (Historias de los cinco obispos: Idacio, Isidoro, Sebastián, Sampiro y Pelayo. Pamplona, 1615, p. 292) y después publicado también por Tomás Muñoz y Romero (Colección de fueros municipales y cartas pueblas de los reinos de Castilla, León, Corona de Aragón y Navarra, Madrid, 1847 p. 16) y por Juan Antonio Llorente (Noticias históricas de las tres provincias vascongadas, Alava, Guipúzcoa y Vizcaya, Madrid 1800-1807, t II p. 29) aunque su mayor difusión tuvo lugar a partir de la publicación por Luciano Serrano en el Cartulario de San Pedro de Arlanza (Madrid 1925).
A partir de entonces, las referencias han sido múltiples destacando sobre todas ellas el estudio monográfico de Alfonso García-Gallo «En torno a la carta de población de Brañosera».[3]
Desaparecido el documento original, una copia muy fidedigna (a decir de L. Serrano, copiada del original de Arlanza por el P. Liciano Sáez) se encuentra depositada en el Archivo del monasterio de Silos.
Es uno de los escasos, más antiguos y completos testimonios sobre la repoblación castellana altomedieval y, más importante aún si cabe, sobre el origen de la organización municipal española actual.