Carlos Giménez (historietista)
Carlos Giménez Giménez (Madrid, España, 16 de marzo de 1941)[1] es un historietista español, adscrito habitualmente al Grupo de La Floresta,[2] siendo este uno de los diferentes estudios en los que ha participado. Junto con otros autores de su misma generación, como Josep María Beá (1942), Luis García (1946), Felipe Hernández Cava (1953), Fernando Fernández (1940), Enric Sió (1942) y Adolfo Usero (1941) participó en la renovación del cómic español.[3] Es, en cualquier caso, uno de los historietistas más importantes del denominado boom del cómic adulto en España y uno de los pocos que aún continúan en activo. A lo largo de su vida profesional, se ha significado además por su militancia política (colaboró con el PSUC) y su defensa de los derechos de guionistas y dibujantes. BiografíaCarlos Giménez es un historietista que ha reflejado su biografía en su obra. Así, su infancia en los hogares del Auxilio Social se reflejará más tarde en su serie Paracuellos, en Barrio su encuentro con la vida real, con su barrio, al salir, adolescente del Auxilio Social, mientras que sus primeras experiencias como dibujante durante los años 60 pueden rastrearse en Los Profesionales. Infancia y juventudCarlos Giménez vive sus primeros años en el madrileño barrio de Embajadores. Desgraciadamente, su padre, un soldador oriundo de Tomelloso, muere al poco de nacer él, mientras que su madre enferma de tuberculosis a los cinco años. Pasará los siguientes ocho años internado en diversos hogares de Auxilio Social, con breves temporadas en acogimiento por una familia de Paracuellos de Jarama de la que el autor aún habla con cariño.[4] Descubre en esta época a El Cachorro de Juan García Iranzo. Vuelve a los catorce años al hogar materno, convertido en casa de huéspedes, y trabaja para el taller de Sarmentero en El Rastro, primero como chico de los recados y luego como decorador. Mientras tanto, sigue dibujando tebeos, influidos ahora por El Capitán Trueno de Ambrós. En 1958, con diecisiete años, presenta sus dibujos a Manuel López Blanco, autor de Las aventuras del F.B.I., quien lo emplea de ayudante para los fondos y le proporciona trabajos para la agencia Ibergraf. Su primera serie importante es Drake & Drake con guion de José Mallorquí, que
El mercado exteriorYa en 1962, comparte el estudio del Manzanares con Esteban Maroto y Adolfo Usero, y realiza historietas bélicas para Editorial Maga y Buck Jones para una agencia barcelonesa. Trabaja luego para Selecciones-Creaciones Ilustradas de Josep Toutain, iniciando en 1963 la serie del oeste Gringo, con guiones de Manuel Medina y dibujando varias historietas románticas, todas para el mercado exterior. Manuel López Blanco diría que su Oeste "era de cuento de hadas porque en lugar de cuervos y buitres había pajaritos y flores."[5] Tras terminar la mili, se casa a los 23 años con su novia Meli. Con un hijo recién nacido, las necesidades económicas le impelen a trasladarse a Barcelona. Comparte estudio y experiencias con Esteban Maroto, Luis García, Suso Peña y Adolfo Usero, formando el denominado Grupo de la Floresta que realiza algunas historietas de forma colectiva. Sus reivindicaciones sobre los derechos de autor y su nueva conciencia del medio le llevan a abandonar Gringo para desarrollar Delta 99 (1967) sobre guiones de Jesús Flores Thies, así como algunas historietas cómicas (Tom Berry y Kiko 2000) para el mercado alemán. Se instala con su familia en un piso de Premiá de Mar, localidad situada en el litoral del Maresme, a unos 20 kilómetros de Barcelona. Allí nacerá otro de sus hijos. De 1969 a 1975, a partir de guiones de Víctor Mora realiza la serie Dani Futuro que es considerada su primera gran serie.[6] Iniciada para "Gaceta Junior" queda suspendida en 1970, siendo reanudada en 1972 para la revista belga Tintin. En el interludio había iniciado las series "Iris de Andrómeda" y "Ray 25", además de terminar Ulysses, una serie erótica de encargo para la revista alemana "Pip", que el propio Giménez considera absurda,[7] Y es, como también afirma,
Más orgulloso está de las breves historietas de terror El miserere y El extraño caso del señor Valdemar, destinadas ambas a la revista Trinca y basadas en los relatos homónimos de Gustavo Adolfo Bécquer y Edgar Allan Poe, respectivamente. Con Usero y García forma en 1973 el grupo Premiá 3, que adapta La isla del tesoro y plasma un guion de Mariano Hispano en Los cuatro amigos. A partir de 1975, realiza sus propios proyectos, comenzando por Hom, una adaptación de la novela de Brian Aldiss El lento morir de la tierra, durante la cual trabaja como ayudante de Mira Carmen Vila y Miguel Fuster para poder subsistir. En el boom del cómic adulto en EspañaEn 1975 Giménez empieza a trabajar para revistas satíricas, como Mata Ratos, Muchas Gracias y El Papus, donde inicia series como "Paracuellos"; las historietas muchas de ellas con guiones de Ivá, que luego serían recopiladas con el título de "España Una, Grande y Libre", y Barrio (1977). Hasta este momento, la mayoría de sus trabajos se habían publicado en el extranjero, siendo casi un desconocido en España. Por el contrario, ahora recibirá "constantes amenazas de muerte por parte de grupos de ultraderecha",[9] pues fue el primero en el mundo de los tebeos que empezó a contar cosas de la época del franquismo.[10] En 1978, publica "La saga de los Menéndez" en la revista juvenil Primeras noticias e inicia "Koolau el leproso", adaptación de un relato de Jack London, que aparecerá al año siguiente en Totem. En su último trabajo en grupo (el denominado Taller Premiá), realiza la planificación y los fondos de Tequila Bang! contra el club Tenax, mientras que Adolfo Usero se encarga del dibujo a lápiz y Alfonso Font del entintado. Al final, reconocerá que el trabajo en "equipo no es bueno a la hora de hacer historietas", porque termina siendo poco sentido e industrializado.[11] En 1980, publica "Érase una vez en el futuro", basada en relatos de Jack London y de los Diarios de las estrellas de Stanisław Lem, en la revista 1984, al mismo tiempo que continúa Paracuellos, con el título de Auxilio Social, en Comix Internacional. Participa en la creación de la revista Rambla, donde serializa "Los Profesionales" (1982), centrada en las relaciones económicas que subyacen en la producción historietística y "mucho más desligada del contexto político y de crítica al Régimen (Franquista)".[12] Trabajos recientesYa en Madrid, a la que ha regresado en 1983, continúa con "Los Profesionales" y aborda las relaciones sentimentales en series como "Romances de andar por casa" e Historias de sexo y chapuza (1989), que ha de publicar ya en la revista francesa "Fluide Glacial" ante la crisis del mercado autóctono. En otro registro, el de los cómics de acción, cabe destacar obras como Bandolero (1987); "Una infancia eterna" (1991), con guion de Godard, y "Jonás, la isla que nunca existió" (1992-2003), cuya publicación previa en Internet (de la que fue pionero) fue un fracaso.[13] Se convierte en padre de tres nuevos hijos con Ana Salado: Pablo, en 1989 y las gemelas Kas y Ruucito En 2005 recibió el Gran Premio del Salón del Cómic de Barcelona, como reconocimiento por toda su carrera. También se encarga del guion de la adaptación de "El capitán Alatriste" (2005), que dibuja Joan Mundet, y entre 2007 y 2008, realiza otra de sus obras políticas: "36-39. Malos tiempos", centrada de forma expresa en la guerra civil española. Su última obra de envergadura es una biografía de Pepe González.[14] Estilo e influenciasGiménez, igual que Alfonso Font, se caracteriza por unos "matices semihumorísticos"[15] en sus dibujos. Estos suelen ser armoniosos y gratos, con lo que contribuyen a apaciguar cualquier recelo, aunque a menudo expresen cosas terribles.[16] Sus máximas influencias gráficas son, según Ludolfo Paramio, Milton Caniff y los dibujantes de Pilote,[17] mientras que Mariano Ayuso y Antonio Lara consideran a Frank Robbins como el primero de sus maestros.[18] Este último teórico no deja, sin embargo, de resaltar "una concreción, un sentido de la finitud" heredada de Juan García Iranzo, gran inspiración en su niñez.[19] A dibujar mujeres, en concreto, aprendió de Pepe González, compañero suyo en Selecciones Ilustradas.[20] De todos modos, Giménez se considera a sí mismo "un narrador de historias y la historia es lo importante, no lo que me gustaría dibujar".[21] De esta forma,
En sus guiones, recurre a una técnica discursiva en la que abundan la introspección y el monólogo, lo que le permite unificar un material bastante variado en cuanto a tonos.[22] Abunda, sin embargo, cierto tono sentimental e incluso ñoño en sus historietas, lo que el propio Giménez considera un rasgo de su propio carácter personal y Toni Segarra indica que sirve de "contrapunto a esas otras secuencias mucho más duras y sobrias". Recurre para subrayarlo a cierta simbología elemental y, por lo tanto, fácilmente asimilable por cualquier tipo de lector.[22] En sus obras autobiográficas, da prioridad a la reacción sobre la acción, enfatizando aquella mediante el primer plano, mientras que en sus adaptaciones:
En el terreno literario, la mayor influencia reconocida por el propio Giménez es la de Paco Candel, especialmente en Barrio. Ambos autores, catalanes de adopción, llegarían a ser grandes amigos. Felipe Hernández Cava considera que esta parte autobiográfica de su obra retoma la corriente de la novela española de realismo social de los años 60, además de mostrar resonancias de Ramón J. Sender (cuyo Réquiem por un campesino español llegaría a adaptar) y del Arturo Barea de La forja de un rebelde.[24] Ya en 1982, Antonio Lara lo consideraba "un testigo o un cronista de lo que pasa en torno nuestro", de tal forma que
Para Antonio Remesar, su obra "autobiográfica" constituye una crónica sociológica y hasta histórica de primer orden, no superada por los contemporáneos "devaneos sicoanáliticos de la Valentina de Crepax, ni la crónica de costumbres sobre el Nueva York de la Depresión de Eisner, ni las ilusorias andanzas del niño Pratt por África".[12] Cinco años después, Giménez se definía a sí mismo como un narrador que se dedicaba a filtrar lo que sucedía a su alrededor para reflejarlo en sus historietas.[26] Sus obras más personales también se caracterizan por cierto maniqueísmo que separa a los personajes en dos bandos, el de los "malos" y el de los "buenos", aunque esto puede estar justificado por las propias personas e historietas que elige reflejar.[19] En 1982, al ser preguntado por sus películas favoritas, citaba Doce hombres sin piedad (1957), Alguien voló sobre el nido del cuco (1975) y La guerra de las galaxias (1977). LegadoDesde finales de los años 60 y hasta principios de la década de los 80, Giménez representó la vanguardia de los autores de historietas en España gracias a sus "iniciativas personales" y sus "radicales y convencidas tomas de posición".[27] Ya en 1970, gracias a Dani Futuro, constituía "el número uno de nuestros dibujantes comerciales, en el sentido plenamente positivo del término".[17] Un clásico como Jesús Blasco creía en 1983 que era "el más talentoso narrador de cómics que tenemos".[28] Premios
Obra
Referencias
Bibliografía
Enlaces externos
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