Fue un artista versátil que supo integrar diversas influencias en su pintura a lo largo de su carrera. En su madurez consiguió una suavidad atmosférica que revela su probable conocimiento de la obra de Murillo, aunque no se sabe bien a través de qué vías. Alcanzó una gran maestría en el tratamiento de las luces y sombras, con las que consiguió modelar dulcemente los rostros de sus personajes. Resulta de particular interés su autorretrato como pintor rodeado por su familia de artistas, incluyendo a sus hijas que tañen instrumentos musicales.
Obras destacadas
Milagro de Santa Marta (1636, Seminario Arcivescovile, Venegono Inferiore)
Escena de la Vida de Esther (1636, Musée des Augustins, Toulouse)
Muerte de Lucrecia (Colección Poletti, Milán)
Martirio de los santos Vito y Modesto (Museo Diocesano, Milán)