Bodas de CanáLas bodas de Caná es el nombre con el que se suele identificar un relato que tiene lugar al final de la primera semana del ministerio de Jesucristo en el Evangelio de Juan 2:1-11. Este pasaje describe el primer milagro realizado por Jesús, el cual tuvo por marco una boda en Caná de Galilea a la que también asistían su madre y sus discípulos. En un momento dado faltó vino, por lo que María dijo a los sirvientes que hicieran lo que Jesús dijera. Este dispuso que se llenaran de agua seis tinajas de piedra destinadas a purificaciones, pero al revisar el contenido, el agua se había transformado en un vino de gran calidad. Para Juan el evangelista, esa fue la primera de las señales realizadas por Jesús. Texto bíblicoSegún refiere el Evangelio de Juan:
Interpretación de la Iglesia católicaCaná de Galilea parece que debe identificarse con la actual Kafar Kanna, situada a 7 km al noroeste de Nazaret. Entre los invitados se menciona en primer lugar a Santa María. No se cita a san José, cosa que no se puede atribuir a un olvido de San Juan: este silencio —y otros muchos en el evangelio— hace suponer que el Santo Patriarca había muerto ya. Con el milagro de las bodas de Caná Jesús comienza la manifestación de su gloria y la inauguración de los tiempos mesiánicos. El milagro o, como dice literalmente el texto, el «signo» del agua convertida en vino anticipa la «hora» de la glorificación de Jesús (v. 4). El término lo utiliza Jesucristo alguna vez para designar el momento de su venida gloriosa (cfr 5,28), aunque generalmente se refiere al tiempo de su pasión, muerte y glorificación (cfr 7,30; 12,23; 13,1; 17,1). Juan subraya la abundancia del don concedido por el Señor (unos 300 litros de vino). Tal abundancia es señal de la llegada de los tiempos mesiánicos, y el vino, a su vez, simboliza los dones sobrenaturales que Cristo nos alcanza. Sin embargo, al parecer durante las épocas bizantina y cruzada los peregrinos identificaban el pueblo del milagro con Khirbet Qana, algunos kilómetros más al norte.[¿según quién?] En el cuarto evangelio, la «madre de Jesús» —éste es el título que da San Juan a la Virgen— aparece solamente dos veces. Una en este episodio (v. 1), la otra en el Calvario (19,25). Con ello se pone de manifiesto el cometido de María Virgen en la Redención. En efecto, estos dos acontecimientos, Caná y el Calvario, se sitúan uno al comienzo y el otro al final de la vida pública, como para indicar que toda la obra de Jesús está acompañada por la presencia de María Santísima. María colabora en la obra de Jesús desde el comienzo hasta el fin, actuando como verdadera Madre y mostrando su especial solicitud hacia los hombres. En Caná intercede por aquellos esposos cuando todavía no ha llegado la «hora» de su Hijo; en el Calvario, cuando llega la «hora», ofrece al Padre la muerte redentora de su Hijo y acepta la misión que Jesús le confiere de ser Madre de todos los creyentes, representados por el discípulo amado. En el pasaje de Caná aparece un nuevo significado de la maternidad de María:
La frase «¿qué nos importa a ti y a mí?» (v. 4) corresponde a una manera proverbial de hablar en Oriente, que puede ser empleada con diversos matices. La respuesta de Jesús parece indicar que, si bien, en principio, no pertenecía al plan divino que Jesús interviniera con poder para resolver las dificultades surgidas en aquellas bodas, la petición de Santa María le mueve a atender esa necesidad. Por eso la piedad cristiana, con precisión teológica, ha llamado a Nuestra Señora «omnipotencia suplicante». «El corazón de María, que no puede menos de compadecer a los desgraciados (…), la impulsó a encargarse por sí misma del oficio de intercesora y pedir al Hijo el milagro, a pesar de que nadie se lo pidiera (…). Si esta buena Señora obró así sin que se lo pidieran, ¿qué hubiera sido si le rogaran?» [3] La Iglesia concede gran importancia a la presencia de Jesús en estas bodas. Ve en ella la confirmación de la bondad del matrimonio y el anuncio de que en adelante éste será un signo eficaz de la presencia de Cristo.[4] «Al comienzo de su misión —comenta San Juan Pablo II— Jesús se encuentra en Caná de Galilea para participar en un banquete de bodas, junto con María y los primeros discípulos (cfr Jn. 2,1-11). Con ello trata de demostrar que la verdad de la familia está inscrita en la revelación de Dios y en la historia de la salvación».[5] A propósito de la inclusión en el Santo Rosario de los «misterios de luz», comenta San Juan Pablo II: «La revelación, que en el Bautismo en el Jordán proviene directamente del Padre y ha resonado en el Bautista, aparece también en labios de María en Caná y se convierte en su gran invitación materna dirigida a la Iglesia de todos los tiempos: “Haced lo que él os diga” (Jn 2,5). Es una exhortación que introduce muy bien las palabras y signos de Cristo durante su vida pública, siendo como el telón de fondo mariano de todos los “misterios de luz”» [6][7] Otras interpretacionesEntre las interpretaciones contemporáneas de este prodigio de Jesús destaca la de Rudolf Bultmann. En opinión del teólogo alemán, compartida por diversos estudiosos, el autor del Evangelio de Juan tomó la historia de la boda de una leyenda pagana y transferida a Jesús. En concreto, estaría basada en el poder taumatúrgico atribuido en la Antigüedad a Dioniso, al que se suponía capaz también de transformar el agua en vino. La fecha eclesiástica de celebración del milagro, el segundo domingo de Tiempo Ordinario, dio una pista a Bultmann para sacar su conclusión:[8] «El motivo de la historia, la conversión de agua en vino, es un motivo típico de la leyenda de Dioniso, en la que este prodigio es justamente el milagro de la epifanía del dios, y por eso se data en el momento de la fiesta de Dioniso, en la noche del 5 al 6 de enero. En la Iglesia antigua se entendió aún ese parentesco al fijar en el 6 de enero el día de la boda de Caná».[9] En realidad, lo que Jesús estaba mostrando con este milagro era que su sangre (representada por el vino) era la que realmente purificaba al hombre y le podía salvar, en lugar del rito judío de la purificación representado por esas vasijas. Identificación de la Caná bíblicaLa ubicación exacta de "Caná de Galilea" (en griego antiguo: Κανὰ τῆς Γαλιλαίας, Kana tēs Galilaias) ha sido objeto de debate entre los estudiosos.[10] Los estudiosos modernos sostienen que, dado que el Evangelio de Juan estaba dirigido a los cristianos judíos de la época, es poco probable que el evangelista mencionara un lugar que no existía.[cita requerida] Sin embargo, el erudito de la Dominicanos Jerome Murphy-O'Connor advierte que Caná es un nombre muy común, sin que ningún texto conocido ofrezca ninguna pista sobre cuál de la docena de pueblos que llevan ese nombre sería el correcto, y califica la elección común de Kafr Qanna, cerca de Nazaret, como "probablemente una suposición piadosa".[11] Los principales candidatos a la ciudad del Evangelio de Juan son:
Según la Enciclopedia Católica de 1914, una tradición que se remonta al siglo VIII identifica a Cana con la moderna ciudad árabe de Kafr Kanna, en Galilea, a unos 7 kilómetros (4,3 mi) al noreste de Nazaret,[14] en el actual Israel. El pueblo en ruinas de Khirbet Qana (Kanet el-Jelil), a unas 6 millas (9 kilómetros (5,6 mi)) más al norte,[15] es una opción presentada como cierta por William F. Albright en 1923,[16] cuyo nombre "Qana" es también etimológicamente más cercano a Caná que "Kanna".[12] Algunos cristianos libaneses, especialmente los melquitas libaneses (greco-católicos), apoyados por su Iglesia, creen que el pueblo de Qana, al sur del Líbano, fue el lugar real de este acontecimiento.[11] El manantial de 'Ain Kanah ("manantial de Kanah") cerca del pueblo de Reineh, inmediatamente al noreste de Nazaret, ha sido propuesto como un lugar igualmente probable por Conder en 1878,[17] pero tiene poco a su favor y ha sido rechazado en estudios más recientes como candidato.[13] Vino o cervezaEn la revista Biblical Archaeology Review, Michael Homan sostiene que muchos eruditos bíblicos han malinterpretado los primeros textos, traduciendo a 'vino' cuando la traducción más sensata es 'cerveza'.[18] Sin embargo, esto ha sido descartado por otros escritores, que señalan que el griego oinos siempre significa vino, y que la palabra sikera estaba disponible si el autor del evangelio quería referirse a la cerveza de cebada.[19][20][21] Véase también
GaleríaLas representaciones de Las Bodas/Bodas de Caná son numerosas en la historia del arte.
Referencias
Enlaces externos
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