Batalla de Villarluengo
La batalla de Villarluengo fue uno de los combates de la primera guerra carlista. AntecedentesEn Morella, Rafael Ram de Viu y Pueyo proclamó rey a Carlos V el 13 de noviembre, pero evacuó la villa 9 de diciembre en dirección a Calanda donde fue interceptado.[1] Ram de Viu fue reconocido y capturado el 27 de diciembre en Manzanera,[2] siendo posteriormente juzgado y fusilado en Teruel el 12 de enero de 1834. Manuel Carnicer asumió entonces la jefatura militar del ejército carlista en el Bajo Aragón y el Maestrazgo.[3] Intentó unir sus fuerzas con las que operaban en el Cataluña y extender la revuelta en los valles del Segre y el Urgel pero sufrió una severa derrota cerca de Mayals.[4] Carnicer recibió instrucciones de ir al Cuartel Real del pretendiente Carlos María Isidro de Borbón para recibir grado y órdenes, dejando al coronel Ramón Cabrera el mando interino de sus tropas. Al ser detenido por los cristinos en Miranda de Ebro fue fusilado allí mismo el 6 de abril del 1835[3] y Cabrera tomó el mando de los carlistas en el Maestrazgo.[4] En previsión de la campaña de invierno, Cabrera ordenó al Serrador atacar la provincia de Cuenca y a Joaquín Quilez la de Teruel. La derrota y las pérdidas sufridas en la batalla de Soneja impidieron que Cabrera pudiera atacar la Huerta de Valencia.[5] Quilez se batió en retirada desde su base de Chelva después de su derrota a manos de Luis de Salamanca Martínez de Pisón, marqués de Villacampo, el 25 de julio de 1836 en la batalla de Albaida.[6] Fue perseguido por las columnas liberales de José Grases, Narváez, Francisco Warleta y Villacampo. El general Soria, se dirigió a Villarroya, pensando que Quilez se podría dirigir a Fortanete o Villarluengo y sabiendo que el 4 de agosto se dirigiría a Fortanete, se le adelantó[7] derrotando a los carlistas.[8] La batallaAl día siguiente, Ramón Cabrera reunió los restos de sus tropa que habían podido escapar de la batalla de Fortanete y las de Francisco Cortada y Forcadell y de José Puértolas y se presentó en Villarluengo, donde sus espías los habían dicho que los liberales harían noche antes de llegar a Castellote. Cabrera sabía que los cristinos no tenían provisiones y tendrían que salir. Mientras Forcadell atacaba el pueblo con dos batallones, los liberales salieron y se dirigieron a la derecha de los carlistas apostados en las alturas, abriéndose fuego. Pese a ello, Cabrera no creyó poder acabar con los liberales por las acertadas disposiciones tácticas de su enemigo y se retiró.[9] ConsecuenciasCabrera, con sus fuerzas y las de Joaquín Quilez, y José Miralles «el Serrador», se sumó a la Expedición de Miguel Gómez Damas que intentó infructuosamente tomar Madrid.[10] Referencias
Bibliografía
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