Arquidiócesis de Halifax-Yarmouth
La arquidiócesis de Halifax-Yarmouth (en latín: Archidioecesis Halifaxien(sis)-Yarmuthen(sis) y en inglés: Roman Catholic Archdiocese of Halifax-Yarmouth) es una circunscripción eclesiástica latina de la Iglesia católica en Canadá, sede metropolitana de la provincia eclesiástica de Halifax-Yarmouth. La arquidiócesis tiene al arzobispo Brian Joseph Dunn como su ordinario desde el 27 de noviembre de 2020. Territorio y organizaciónLa arquidiócesis tiene 34 055 km² y extiende su jurisdicción sobre los fieles católicos de rito latino residentes en 11 condados de la provincia de Nueva Escocia: Queens, Lunenburg, Halifax, Hants, Cumberland, Colchester, Kings, Annapolis, Digby, Yarmouth y Shelburne. Los últimos 5 constituían la diócesis de Yarmouth antes de la unión con Halifax. La sede de la arquidiócesis se encuentra en la ciudad de Halifax, en donde se halla la Catedral basílica de Santa María. En Yarmouth se encuentra la Concatedral de San Ambrogio. En 2019 en la arquidiócesis existían 66 parroquias. La arquidiócesis tiene como sufragáneas a las diócesis de: Antigonish y Charlottetown. HistoriaLos primeros misioneros llegaron al territorio de la actual arquidiócesis a principios del siglo XII, cuando se fundó la ciudad de Port Royal en Acadia. De 1610 se conoce al sacerdote francés Jessé Fleché, natural de Langres. En 1611 llegaron los jesuitas, en 1619 los recoletos y en 1632 los capuchinos. A partir de 1659 los territorios de Acadia quedaron sujetos a la jurisdicción de los vicarios apostólicos de Quebec, quienes tenían la responsabilidad de enviar a los misioneros a la región, que fue visitada dos veces (1686 y 1689) por Jean-Baptiste Saint-Vallier, vicario general y entonces obispo de Quebec. En 1713 Acadia se convirtió en colonia británica. Inicialmente, se concedió a los colonos franceses la libertad de profesar su fe, pero en 1755 todos los franceses fueron expulsados y en 1758 se introdujeron leyes restrictivas contra los católicos, aunque nunca se aplicaron estrictamente y el catolicismo pudo sobrevivir. La mayor dificultad fue la falta de sacerdotes, debido a la prohibición impuesta por los británicos de recibir sacerdotes de Francia, lo que impedía a los obispos de Quebec enviar misioneros a Acadia. En la segunda mitad del siglo XVIII las regiones de Nueva Escocia, Nuevo Brunswick y la Isla del Príncipe Eduardo vieron la llegada de numerosos inmigrantes irlandeses. En 1772 un sacerdote irlandés, James Mac Donald, se instaló en la isla del Príncipe Eduardo, mientras que en 1785 un capuchino de Cork se instaló en Halifax. En 1787 un sacerdote inglés llamado Jonas fue nombrado por el obispo de Quebec como superior de las misiones de Nueva Escocia, con poderes similares a los de un vicario general para esas tierras. Jonas fue sucedido por un sacerdote irlandés, Edmund Burke. Estos nombramientos fueron un signo de la creciente importancia que asumieron los católicos de habla inglesa en las regiones atlánticas de las colonias británicas canadienses. Edmund Burke se dio cuenta de que el progreso del catolicismo en Nueva Escocia y otras regiones solo podía garantizarse mediante el establecimiento de una jurisdicción eclesiástica independiente de Quebec, un centro demasiado alejado de las tierras de la misión atlántica. Así fue como el 4 de julio de 1817 se erigió el vicariato apostólico de Nueva Escocia, obteniendo el territorio de la diócesis de Quebec (hoy arquidiócesis). A la muerte de Edmund Burke en 1820, primer vicario apostólico, la sede quedó vacante durante 5 años, debido a la dificultad de encontrarle un sucesor. Finalmente, se nombró a William Fraser, nativo de Escocia, quien se negó a vivir entre los irlandeses en Halifax y, por lo tanto, trasladó su sede a Arichat en la isla del Cabo Bretón, que fue cedida por la diócesis de Quebec al vicariato apostólico de Nueva Escocia el 4 de septiembre de 1829 en virtud del breve Inter multiplices del papa León VIII.[1] En 1836 también se unió al vicariato apostólico la colonia británica de las islas Bermudas. El 15 de febrero de 1842, debido al breve Ex munere del papa Gregorio XVI, el vicariato apostólico de Nueva Escocia fue elevado a diócesis con el nombre de diócesis de Halifax, originalmente sufragánea de la arquidiócesis de Quebec.[2] Las dificultades creadas por el obispo William Fraser se resolvieron el 27 de septiembre de 1844, cuando Halifax cedió una parte de su territorio para la erección de la diócesis de Arichat (hoy diócesis de Antigonish) mediante el breve Decet Romanum del papa Gregorio XVI, y Fraser fue trasladado allí como primer obispo.[3] El 4 de mayo de 1852 la diócesis de Halifax fue elevada al rango de arquidiócesis metropolitana en virtud del breve Ad Romanum Pontificem del papa Pío IX. La primera provincia eclesiástica de Halifax incluía las diócesis de Arichat, Charlottetown y Saint John.[4] El siglo XIX fue un período de gran desarrollo para la diócesis de Halifax. Se construyeron colegios, academias para niñas, un orfanato, un hospital, el seminario episcopal, varias escuelas parroquiales. Varias congregaciones religiosas abrieron residencias en la diócesis. Entre los obispos del siglo XIX estuvo Thomas Louis Connolly (1859-1876), quien tuvo parte en el nacimiento de la federación de las colonias británicas de América del Norte en 1867 y quien se señaló ante el Concilio Vaticano I como un miembro activo de la minoría que se opuso a la definición del dogma de la infalibilidad papal. En el siglo XX la arquidiócesis se desarrolló aún más, pero experimentó un momento de gran dificultad durante el episcopado de John Thomas McNally (1937-1952), quien, queriendo reconstruir St. Mary's College en un nuevo sitio, puso en serio peligro las finanzas de la arquidiócesis, al borde de la quiebra; esta fue también la ocasión de un enfrentamiento con el delegado apostólico Ildebrando Antoniutti. Otra dificultad fue la tensión, siempre latente en la historia de la arquidiócesis, entre los angloparlantes y los francófonos, que finalmente condujo a la decisión de separar la parte suroeste de Nueva Escocia de Halifax, mayoritariamente habitada por francófonos, y erigir el 6 de julio de 1953, la diócesis de Yarmouth, con la bula Romani partes del papa Pío XII.[5] El 19 de febrero de 1953 Halifax también cedió las islas Bermudas para la erección de una prefectura apostólica independiente (hoy diócesis de Hamilton en Bermudas) mediante la bula Quo spiritualibus del papa Pío XII.[6] El 22 de octubre de 2009 la arquidiócesis de Halifax se unió a la diócesis de Yarmouth y tomó su nombre actual.[7] EstadísticasDe acuerdo con el Anuario Pontificio 2020 la arquidiócesis tenía a fines de 2019 un total de 209 900 fieles bautizados.
EpiscopologioSede de Halifax
Sede de Yarmouth
Sede de Halifax-Yarmouth
Referencias
Bibliografía
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