Apocalipsis 10
Apocalipsis 10 es el décimo capítulo del Libro del Apocalipsis o Apocalipsis de Juan en el Nuevo Testamento de la Biblia cristiana. El libro se atribuye tradicionalmente a Juan el Apóstol,[1][2] pero la identidad exacta del autor sigue siendo un punto de debate académico.[3] Este capítulo y la primera parte del capítulo siguiente relatan dos episodios que intervienen entre el toque de la sexta y la séptima trompetas.[4] TextoEl texto original fue escrito en griego koiné. Este capítulo está dividido en 11 Versículos. Testigos textualesAlgunos manuscritos antiguos que contienen el texto de este capítulo son, entre otros:[5][7].
Referencias del Antiguo TestamentoVersículo 1
Versículo 4
Versículo 9
Versículo 11
Comentario a los versículos 1-11Antes de describir el toque de la séptima trompeta el autor sagrado intercala una visión tenida en la tierra. De esta forma aumenta la tensión y prepara al lector para enfrentarse a lo que sucederá cuando llegue el tercer «¡Ay!» y suene la séptima trompeta que anuncia los acontecimientos finales. Aunque no se dice el nombre del ángel, puede pensarse en Gabriel porque se llama «poderoso», en hebreo geber, y Gabriel, en hebreo gabri’el, significa «fuerza de Dios», o «varón de Dios» (cfr Dn 8,15), o «Dios se manifiesta fuerte». En cualquier caso, Gabriel es el nombre que se da al ángel encargado de explicar las profecías mesiánicas a Daniel, y de comunicar las noticias de parte de Dios a Zacarías (cfr Lc 1,19) y a la Virgen María. Realizó una función paralela al ángel que aparece en 8,3-5, que suele identificarse como Miguel. Los rasgos impresionantes con que se le describe acentúan su naturaleza celestial y su poder. El hombre no puede conocer la totalidad de los planes de Dios, proclamada en los siete truenos (v. 4), pero sí lo que Dios revela a Juan el vidente. El pequeño libro abierto que lleva el ángel es distinto del libro cerrado y con siete sellos de la visión de 5,2. Ahora es símbolo de la revelación divina a los profetas. Está abierto, lo que quiere decir que puede conocerse su contenido. Pero no se dice cuál es, señal de que lo que intenta el autor con esa imagen es resaltar su condición de profeta. En cambio sí se quiere señalar que sus profecías afectan a toda la creación: a la tierra y al mar (cfr v. 6). Es un libro semejante al rollo de la visión descrita por el profeta Ezequiel, destinado a ser comido por el vidente (vv. 9-10). Significa que Dios habla mediante la Sagrada Escritura prometiendo bendición y castigo. El lector ha de tener por verdadero lo que lee en el libro. Con un gesto y una fórmula solemne de juramento el ángel asegura que va a llegar el establecimiento definitivo del Reino de Dios, cuando ya no habrá más tiempo para este mundo de ahora. Pero no se indica ninguna fecha del momento en que sucederá: sólo se dice que será cuando el Misterio de Dios, su designio de salvación, llegue a su plenitud; cuando sea el tiempo de la siega (cfr Mt 13,24-30), porque tanto el bien como el mal —el trigo y la cizaña— se habrán manifestado plenamente.[16] Véase también
Referencias
Enlaces externos
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