Traición de JudasLa Traición de Judas es un episodio bíblico relativo a la vida de Jesús que se cuenta en los tres Evangelios sinópticos (Mateo, Marcos y Lucas). Narra cómo Judas Iscariote hizo un trato con los sumos sacerdotes judíos para traicionar a Jesús.[1] El Evangelio de Mateo especifica que Judas recibió treinta piezas de plata:
Los Evangelios de Marcos[3] y de Lucas no mencionan ningún precio. El Evangelio de Lucas declara que Satanás entró en Judas para incitarle el trato:
En el Nuevo Testamento se cuenta cómo esta traición se consuma con el llamado «Beso de Judas». El Trato de Judas se considera uno de los siete episodios claves de los acontecimientos de la semana de la Crucifixión de Jesús.[5] ComentarioAl final de la tercera tentación en el desierto el diablo se apartó de Cristo «hasta el momento oportuno». Ahora, por medio de Judas, vuelve a entrar en acción. Es la hora del «poder de las tinieblas». Sin embargo, ese aparente triunfo fue su derrota, ya que Cristo con su muerte derrotó al que tenía el poder sobre ella, al diablo, y liberó de esta forma a los que estaban sujetos a la esclavitud con miedo a la muerte[6]15), «porque puso la salvación del género humano en el árbol de la Cruz, para que de donde salió la muerte saliese la vida, y el que venció en un árbol fuera en un árbol vencido»[7] [8] Los tres primeros evangelios exponen de la misma forma el comienzo del drama que va a ocurrir: las autoridades religiosas de Israel buscaban el modo de apresar a Jesús y encuentran en Judas un aliado inesperado, tanto más como que es «uno de los doce». Cada evangelista destaca un aspecto peculiar. Mateo destaca el dominio de Jesús sobre lo que va a suceder. Los acontecimientos son parte del designio salvífico universal de Dios: hasta las treinta monedas de plata que recibe Judas por su traición dan cumplimiento al plan trazado por Dios en las Escrituras. Las autoridades quieren evitar el revuelo del pueblo lo que pone de manifiesto la popularidad de Jesús; también el que quisieran prenderlo «con engaño» es la primera de los insultos que le hacen al Señor en el proceso. Posteriormente le siguen otras muchas: los falsos testimonios de la condena, la incitación a la muchedumbre, las burlas en la cruz. Todo «por envidia» (27,18).[9] Véase también
Referencias
Bibliografía
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