Pteronotus paraguanensis
El murciélago bigotudo de Paraguaná (Pteronotus paraguanensis) es un mamífero de la familia de los mormoópidos, endémico de la península de Paraguaná, Venezuela.[1] Toda la población de esta especie, que es reducida, utiliza tres cuevas, una de las cuales ha sido objeto de vandalismo humano en el pasado.[2]Su área de distribución total es inferior a 400 km². En 2008, las cuevas donde se encuentra el murciélago fueron protegidas mediante la creación del Santuario de Vida Silvestre Cuevas de Paraguaná, el primer santuario de vida silvestre de Venezuela.[3] TaxonomíaDurante un tiempo existieron dudas de si este taxón representaba una especie o si se trataba de una subespecie del murciélago bigotudo de Parnell.[2]En 2016, un estudio de secuenciación genética apoyaba su categorización como especie.[4]El murciélago bigotudo fue elevado de subespecie a especie en 2008, cuando el estudio de sus rasgos morfológicos confirmó esta hipótesis.[5] ConservaciónEn su evaluación de 2008, la UICN incluyó al murciélago bigotudo de Paraguaná en la lista de especies en peligro crítico. La evaluación de 2016, sin embargo, lo rebajó a la categoría en peligro de extinción.[6][7]En 2013, Bat Conservation International incluyó a esta especie entre las 35 especies de su lista mundial de prioridades de conservación. En 2015, Bat Conservation International comenzó a recaudar fondos para la adquisición de detectores de murciélagos, con el fin de estudiar mejor el hábitat crítico necesario para la supervivencia de la especie.[8] La especie está especialmente amenazada por la destrucción intencionada por parte de los humanos: en 1997, se encontraron miles de murciélagos muertos en una de las cuevas, después de que los lugareños prendieran fuego a unos neumáticos en su entrada. Algunos venezolanos creen erróneamente que todos los murciélagos son murciélagos vampiros y que, por tanto, deben ser exterminados. Para reducir el vandalismo y proteger a los murciélagos, en 2003 se instaló una puerta en la entrada de una de las cuevas, con huecos suficientemente grandes para que los murciélagos pudieran entrar y salir, pero demasiado pequeños para el paso de personas. Tras la instalación de la puerta, el número de murciélagos que utilizaban la cueva aumentó considerablemente.[3] Referencias
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