Los Tellos de MenesesLos Tellos de Meneses es un drama genealógico de Lope de Vega que consta de dos partes, ambas conservadas.[nota 1] Pertenece al último período dramático de su autor, quien fallece la década siguiente.[1] Menéndez Pelayo, poco afecto al elogio de este tipo de obras,[2] afirma que es un «maravilloso drama, uno de los más bellos que brotaron de la fantasía de Lope» y que, a pesar de «permanecer olvidada» desde 1826:[3]
PublicaciónNo se conservan manuscritos ni de la primera parte ni de la segunda.[4] Lope incluye la primera parte, bajo el nombre de Los Tellos de Meneses, en su Veintiuna parte verdadera de sus comedias (Madrid, 1635, edición póstuma de su hija, Feliciana de Vega).[1] La segunda, con el nombre de Valor, fortuna y lealtad de los Tellos de Meneses, aparece publicada en varias sueltas.[3] Morley y Bruerton consideran segura la autoría de Lope de la primera, y casi segura la de la segunda. Menéndez Pelayo atribuye con seguridad la segunda a Lope.[5] La primera parte sería de principios de la década de 1620, mientras que la segunda de finales.[5] Las piezasPrimera parteLa primera parte, escrita en 2863 versos,[4] es un tanto un drama de honra villana como de identidad real perdida en tres actos.[1][5] El drama se ubica históricamente en el siglo IX (Alta Edad Media), durante el reinado de Ordoño I. El primer acto transcurre primero en León, en la corte del rey, y después se traslada a Meneses, donde se desarrolla el resto del drama.[4] Personajes
ArgumentoOrtiz Rodríguez sintetiza el argumento de esta forma:[1]
Por su parte, Ferrer Valls lo sintetiza de la siguiente manera:[5]
En ARTELOPE se presenta un completo extracto argumental dividido en actos.[4] ComicidadEs de señalar que si bien la comicidad se concentra, como es habitual, en la figura de los graciosos, esto no es óbice para que otros personajes también puedan aportar humor a la obra. El contraste entre el exceso de celo y de generosidad que muestra Tello el viejo se presta a un tratamiento cómico. En el primer acto corre con una cayada al villano Silvio porque se le cayó por el camino una de las patas de un lechón que debía traerle:
para, sin solución de continuidad, entregar una generosa dádiva a los labradores Aibar y Bato, quienes se la solicitan directamente, sin intentar engañarlo. Esta situación, además de cómica, refuerza el sentido de honra villana que es la característica principal de Tello el viejo, un personaje testarudo, conservador frente a los deseos de ascenso social de su hijo, Tello el joven, pero perspicaz y generoso. El contrapunto con los graciosos no se limita al corte despreciativo o seco, sino que permiten a otros personajes hacerse con las risas del público:
Sin embargo, las situaciones más cómicas tienen a los graciosos como protagonistas. Así pues, en el tercer acto, después de una serie de malentendidos, el gracioso Mendo abriga primero esperanzas de casarse con Juana, que es el nombre que adopta la Infanta como criada de Tello el viejo, después la repudia despechado por su rechazo y aún después, para congraciarse con el rey, huésped en la casa de Tello, corre a atraparla para que la castiguen por una falta que no es tal, y se entera de que esta es hija del rey. Mendo exclama en un aparte «Agora es cuando me manda/freír en aceite el rey» (2845-2846). El temor de Mendo no se cumple, la Infanta es pródiga y nada rencorosa. Segunda parteLa segunda parte, escrita en 2656 versos,[4] es un drama de privanza en tres actos. Personajes
ArgumentoFerrer Valls resume así su argumento:[5]
También es en ARTELOPE donde se presenta un completo extracto argumental de los tres actos.[4] OrigenJosé Fernández Montesinos resume el argumento de la leyenda genealógica con estas palabras:[6]
La leyenda sobre el origen familiar de los Meneses despertaba interés tempranamente, porque pueden rastrearse representaciones de obras que tratan el tema ya desde al menos 1585, año del que hay constancia de la existencia de una comedia homónima, aunque no puede atribuirse a Lope por su fecha de composición. Hay constancia también de obras que por sus títulos se puede inferir que guardan relación temática con la comedia de Lope, como es el caso de la representación de El robo de la infanta o El blasón de los Meneses en Salamanca en septiembre de 1605.[5] Hay contabilizadas hasta catorce representaciones, entre 1585 y 1693, de dramas que representan el origen mitológico de los Meneses. Esta cantidad es significativa, tomando en cuenta la época y los pocos y fragmentarios registros que se conservan de ella.[5] Los dramas genealógicos como los de Lope, quien escribió cerca de una treintena de ellos, podían cumplir una o más de estas características: eran apologéticos, propagandísticos o podían erigirse como una herramienta de algún estamento de la nobleza para recuperar o reclamar privilegios ante la Corona. También era común que fueran redactados por encargo, aunque en este caso parece probado que la redacción de la obra surgiera voluntariamente de la mano de Lope, siempre necesitado del cobijo de sus mecenas.[1][7][5] Menéndez Pelayo señala como posible fuente utilizada por Lope el poema España libertada, de la escritora portuguesa Bernarda Ferreira de Lacerda. La poetisa era amiga del Fénix, quien alabó su obra. En el poema de Bernarda Ferreira la infanta escapada es presentada como una loca que huye con un criado, quien la viola y la abandona, pero no le roba joyas. Tello no tiene el relieve que se le da en la obra de Lope, sino que es un pobre labrador que la acoge y finalmente, para mayor escarnio de la Infanta, se casa con ella, cerrando así el círculo de su caída en desgracia.[3][5] Otros estudiosos, como José Fernández Montesinos, no creen que el poema de la portuguesa —que califica como «una larga y fatigosa amplificación del relato de los genealogistas, a la que sólo añade detalles insignificantes que no recogió Lope»—[6] fuera la inspiración del Fénix, sino que apunta a otras posibles, como los Blasones de las armas de los jóvenes hijosdalgo, de los reyes de Castilla y de otros príncipes que hay por el mundo, nobiliario compuesto en el siglo XV por Diego Hernández de Mendoza, quien presenta una Infanta que huye con un mozo de caballos que la viola, roba sus joyas y la abandona. Hernández de Mendoza presenta un Tello que, como en Lope, es un adinerado labrador, y que acaba casándose con la Infanta.[6][5] Señala también, que «apenas hay nobiliario donde el cuento de la sortija oculta en la tortilla de huevos o “malasada” no conste».[6] Lo que parece ser original de Lope, ya que no aparece ni en la obra de Ferreira ni en la de Hernández, es la figura de Tello joven. Además, el hecho de justificar la huida de la Infanta, desobedeciendo así a su padre el rey, en la defensa de su fe católica. Esta actitud es bien diferente de las lujuriosas motivaciones que mueven los pasos de las Infantas de Ferreira y Hernández y que se convierte en la fuente de su desgracia y de su castigo. Finalmente, el caballero que Lope hace acompañar a la Infanta no abusa sexualmente de ella, sino que aprovecha una oportunidad para abandonarla y robarle un cofre de joyas. En un acto de justicia poética, es Tello el joven quien acaba inadvertidamente con su vida, disparándole una flecha con su ballesta al confundirlo con una pieza de caza.[5] La obra presenta, como se ha dicho, un Tello con un relieve inédito. Es rico, como en el nobiliario de Hernández, al punto de financiar al mismo rey en sus campañas con una generosidad que dobla el inicial pedido del monarca, pero además posee entereza de carácter y viveza de ingenio, lo que unido a sus orígenes lo convierte en el más importante y respetado labrador de la zona. Además, no es él quien se casa con la Infanta, sino su apuesto hijo, un personaje que no aparece en las fuentes conocidas anteriores a Lope.[5] ReferenciasNotas
Bibliografía
Enlaces externos
|