Josué 13Josué 13 es el decimotercer capítulo del Libro de Josué en la Biblia hebrea o en el Antiguo Testamento de la Biblia cristiana.[1] Según la tradición judía, el libro se atribuyó a Josué, con añadidos de los sumos sacerdotes Eleazar y Fineas,[2][3] pero los eruditos modernos la consideran parte de la Tradición deuteronómica, que abarca desde el libros del Deuteronomio hasta 2 Reyes, atribuida a escritores nacionalistas y devotos de Yahvé durante la época del rey reformador de Judea Josías en el siglo VII a. C.[3][4]. Este capítulo registra la lista de tierras aún por conquistar y las asignaciones de tierras para las tribus Rubén, Gad y la mitad de Manasés (este),[5] una parte de una sección que comprende Josué 13:1-21:45 sobre las asignaciones de los israelitas a la tierra de Canaán.[6] TextoEste capítulo fue escrito originalmente en Lengua hebrea. Está dividido en 33 Versículos. Testigos textualesAlgunos manuscritos antiguos que contienen el texto de este capítulo en hebreo pertenecen a la tradición del Texto Masorético, que incluye el Códice de El Cairo (895), el Códice de Alepo (siglo X) y el Códice Leningradoensis (1008).[7] Los manuscritos antiguos existentes de una traducción al griego koiné conocida como Septuaginta (originalmente se hizo en los últimos siglos a.C.) incluyen el Codex Vaticanus (B; B; siglo IV) y Codex Alexandrinus (A; A; siglo V). [8][10] Referencias del Antiguo TestamentoAnálisisLa narración del reparto de la tierra de Canaán por parte de los israelitas comprende los Versículos 13:1 a 21:45 del Libro de Josué y tiene el siguiente esquema:[12]
La orden de repartir la Tierra (13:1-7)Tras la conclusión de la narración de la conquista, este pasaje inicia la sección principal relativa a la asignación del territorio a las tribus (Josué 13-21).[13] El mandato a Josué (versículo 1) recuerda otros desafíos a Israel en el libro, con promesa y advertencia al mismo tiempo (23:16; 24).[13] Le sigue el esbozo de la tierra aún no conquistada, que abarca tres zonas:[13]
Ahora la tarea de Josué es dividir la tierra en Cisjordania (v. 7), ya que la tierra de Transjordania ya ha sido asignada.[13] Versos 2-3
Comentarios a los versículos 1-7La cita resalta cómo el relato inicial del libro de Josué puede dar la impresión de una conquista rápida y completa de Canaán, mientras que el libro de los Jueces ofrece un panorama más detallado y realista de las dificultades que enfrentaron los israelitas al intentar establecerse plenamente en la región. Esto incluye la coexistencia con pueblos cananeos, conflictos internos y la falta de un dominio pleno sobre toda la tierra. Esta diferencia subraya el carácter progresivo y complejo de la conquista, en contraste con el relato más resumido o idealizado de Josué.[17] La colonización de Transjordania (13:8-33)La adjudicación de la Transjordania (tierra al este del río Jordán) precede a la sección sobre la distribución de la Cisjordania (tierra al oeste del Jordán), con listas de ciudades que el paralelo en Números 32:34-38, pero incluyendo otros materiales (por ejemplo, Números 31:8 para los Versículos 21-22; Deuteronomio 18:1 para los Versículos 14, 33).[13] Moisés dirigió la conquista en Transjordania (versículos 12, 21), por lo que pudo 'dar' la tierra como 'herencia' (versículos 8, 14-15, 24, 29, 33), y esto continúa hasta el capítulo 14 (versículos 3-4, 9, 12), hasta que finalmente Josué es el que 'da como herencia' (14:13).[13] Por tanto, esta narración de Transjordania viene a afirmar la unidad de la obra de Moisés y Josué, y demuestra la unidad de todas las tribus de Israel.[13] La división de la gran tribu de José en dos, Efraín y Manasés (14:3-4), explica por qué la tribu de Leví no recibió tierra propia (versículo 14, 33; su compensación se elabora en Josué 21), por lo que se mantiene el carácter dodecafónico de Israel.[13] Aunque Moisés y Josué distribuyan la tierra, será una 'herencia', ya que su dador último es el Dios de Israel.[13] Versículo 22
Versículos 29-32
Comentarios a los versículos 8-32La situación que se describe refleja la particularidad del reparto de la tierra prometida y cómo las tribus de Rubén, Gad y la mitad de la tribu de Manasés recibieron su heredad al este del río Jordán, antes de que el resto del pueblo cruzara hacia Canaán propiamente dicha. Este reparto tiene un matiz importante: Moisés permitió que estas tribus se asentaran en Transjordania debido a sus necesidades económicas (tierras de pastos para su ganado), pero les impuso una condición clave para preservar la unidad y la solidaridad del pueblo de Israel. Tenían que participar activamente en la conquista de la tierra al oeste del Jordán junto con sus hermanos. Este acuerdo, mencionado en el Libro de los Números y Deuteronomio, se respeta en el relato de la distribución de tierras, lo que refleja una continuidad en las decisiones tomadas por Moisés y una reafirmación del compromiso entre las tribus. Además, al completar la lista de ciudades y regiones asignadas, se detalla más claramente cómo se configuró el territorio de estas tribus en relación con la totalidad del pueblo.[21] Versículos 13-33
Comentarios al versículo 33Este fragmento destaca una característica distintiva de la tribu de Leví en el contexto de la distribución de la tierra prometida: no se les asignó un territorio propio, ya que su función principal era el servicio religioso y la administración del culto. En lugar de poseer tierras para cultivos, vivían de las ofrendas y sacrificios que el pueblo ofrecía, lo cual les proporcionaba su sustento. Esta exclusión de la distribución territorial refleja el carácter especial de la tribu de Leví, cuya dedicación al servicio del culto de Dios debía ser total. El texto también establece una comparación con los sacerdotes del Nuevo Testamento, aclarando que, a diferencia de los levitas, no reciben el sacerdocio por herencia, sino por vocación, y que su rol se centra en el ministerio de Jesucristo, el único y verdadero sacerdote. Sin embargo, como los sacerdotes del Nuevo Testamento dedican su vida al ministerio, la Iglesia ha determinado que deben recibir una remuneración adecuada para sustentar sus necesidades. Este enfoque refleja una continuidad de principios: en tiempos antiguos, los levitas dependían de las ofrendas para su sustento, y en la actualidad, los ministros de la Iglesia reciben un apoyo económico para poder dedicarse completamente a su labor pastoral.[23]
Comentarios a los versículos 1-21, 45Una vez que la tierra de Canaán se establece como propiedad de Israel, entregada por Dios en cumplimiento de su promesa, se documenta el reparto entre las tribus, definiendo los límites de cada heredad y las ciudades incluidas. Este registro no se enfoca en posesiones adquiridas, sino en derechos sobre las tierras adjudicadas, sirviendo como referencia futura, especialmente tras el regreso del exilio en Babilonia. La segunda parte del libro, de carácter sacerdotal, detalla este reparto en tres etapas. * La primera, realizada en las campiñas de Moab, asigna las tierras de Transjordania a Rubén, Gad y la mitad de Manasés (13,1-33).
El reparto se cierra con la enumeración de las ciudades de refugio (20,1-9) y las asignadas a los levitas (21,1-45). La adjudicación se realiza en lugares vinculados a santuarios, como Guilgal y Siló, y mediante sorteo, subrayando que la tierra es un don divino y no una adquisición por medios humanos. El sorteo, al dejar la distribución en manos de Dios, elimina cualquier intervención humana, reafirmando que Él es el único dueño y distribuidor de la tierra.[25] Véase también
Referencias
Bibliografía
Enlaces externos
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