Ética islámicaLa ética islámica (en árabe, أخلاق إسلامية, akhlaq iislamia, de ajlâq, plural de julq,"disposición innata") se define como la mejora de las disposiciones naturales del ser humano, el 'buen carácter', que históricamente tomó forma gradualmente a partir del siglo VII y finalmente se estableció en el siglo XI.[1] Finalmente se formó como una fusión exitosa de las enseñanzas del Corán, las enseñanzas del profeta Mahoma, los precedentes de los juristas islámicos (ver Sharia y Fiqh), la tradición árabe preislámica y elementos no árabes (incluidas las ideas griegas y persas) incrustadas o integradas con una estructura generalmente islámica.[1] Aunque la predicación de Mahoma produjo un cambio radical en los valores morales basado en las sanciones de la nueva religión y la religión existente, el temor a Dios y al Juicio Final, la práctica tribal de los árabes no se extinguió por completo. Más tarde, los eruditos musulmanes expandieron la ética religiosa del Corán y los hadices con gran nivel de detalle.[1] Motivos fundacionalesLa fuente fundacional en la codificación gradual de la ética islámica fue la comprensión e interpretación musulmana del Corán y las prácticas de Mahoma. Su significado siempre ha estado en el contexto de la sumisión activa a Dios (en árabe: Alá), realizada por la comunidad en su conjunto. La fuerza motriz en la ética islámica es la noción de que todo ser humano está llamado a 'dominar el bien y prohibir el mal' en todas las esferas de la vida. Los musulmanes entienden el papel de Mahoma como un intento de facilitar esta sumisión. Otro factor clave es la creencia de que a la humanidad se le ha otorgado la facultad de discernir la voluntad de Dios y cumplirla. Esta crucial facultad implica reflexionar sobre el significado de la existencia. Así, independientemente de su entorno, se cree que los humanos tienen la responsabilidad moral de someterse a la voluntad de Dios y seguir el islam (como se demuestra en el Corán, Corán 7.172).[2] Según el Corán, esta inclinación natural es subvertida por el enfoque de la humanidad hacia el éxito material: tal enfoque primero se presenta como una necesidad de supervivencia o seguridad básica, pero luego tiende a manifestarse en un deseo de distinguirse entre los compañeros. En última instancia, el enfoque en el materialismo, de acuerdo con los textos islámicos, obstaculiza la reflexión innata, lo que resulta en un estado de yahiliyya o 'descuido'.[3] Los musulmanes creen que Mahoma, como otros profetas del Islam, fue enviado por Dios para que recuerde a los seres humanos su responsabilidad moral y desafíe las ideas en la sociedad que se opongan a la sumisión a Dios. Según Kelsay, este desafío se dirigió contra cinco características principales de la Arabia preislámica:[3]
Estos cambios radican en la reorientación de la sociedad con respecto a la identidad y la vida de las creencias musulmanas, la visión del mundo y la jerarquía de valores. Desde el punto de vista de las generaciones posteriores, causó una gran transformación en la sociedad y el orden moral de la vida en la Península arábiga. Para Mahoma, aunque la Arabia preislámica ejemplificaba la 'negligencia', no carecía por completo de méritos. Mahoma aprobó y exhortó ciertos aspectos de la tradición árabe preislámica, como el cuidado de los parientes cercanos, las viudas, los huérfanos y otras personas necesitadas y por el establecimiento de la justicia. Sin embargo, estos valores se reordenarían en importancia y se situarían en el contexto del monoteísmo estricto.[3] Mandamientos moralesEn el capítulo 17, 'Al-Israa' ('El viaje nocturno'), versículos Corán 17.22, el Corán proporciona un conjunto de estipulaciones morales que están 'entre los (preceptos de) sabiduría, que tu Señor te ha revelado' que se pueden clasificar razonablemente como diez. Según S. A. Nigosian, profesor de estudios religiosos en la Universidad de Toronto, se parecerían a los Diez Mandamientos de la Biblia y 'representan la declaración más completa del código de conducta que todo musulmán debe seguir'.[4] Sin embargo, estos versículos no son considerados por los eruditos islámicos como apartados de cualquier otra estipulación moral en el Corán, ni son considerados como un sustituto, reemplazo o abrogación de algún otro conjunto de mandamientos como se encuentra en las revelaciones anteriores.
Muchos teólogos musulmanes ven la Regla de oro implícita en algunos versos del Corán y en los hadices. La regla de oro fue acordada en 1993 también por los musulmanes como una norma ética incondicional central en la Declaración hacia una ética global.[5] Véase tambiénReferencias
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