Visha kanyaViṣakanyā o visha kanya (en sánscrito, विष कन्या, "doncella venenosa") era una clase de asesinas especializadas de la antigua India.[1] Eran expertas en el uso de venenos y toxinas, y se decía que recibían arduos tratamientos mitridáticos a través de los cuales sus propios fluidos corporales se volvían venenosos, de manera que causaban la muerte de los que mantenían contacto cercano con ellas, especialmente a través de las relaciones sexuales.[2] Su figura se volvió un popular personaje literario en los textos hindúes, a menudo con connotaciones eróticas de seductoras o mujeres fatales.[3] HistoriaLas «visha kania» aparecen ya en textos religiosos como el Kalki Purana,[4] que afirma que sus efectos venenosos eran tales que podían asesinar con la mirada.[5] Sulóchana, la esposa de un gandharva llamado Chitragriva, era aparentemente una de ellas.[6] También se las menciona en compendios de fábulas como el Shuka-saptati y tratados políticos como el Arthashastra, este último incluyendo indicaciones sobre cómo utilizarlas para asesinatos políticos sin olvidar precaverse contra el uso que los propios enemigos podrían darles.[2] Según el folclore, las «visha kania» eran criadas desde niñas para ejercer su oficio, y se les administraban pequeñas dosis de venenos a lo largo de los años, lo cual tenía el efecto de volverlas inmunes a ellos y a la vez transmitir su letalidad a sus propios cuerpos. Muchas no sobrevivían, pero las que sí se convertían en agentes temibles, tanto que no había límites en el imaginario popular a la facilidad con la que estas mujeres podían matar a través del contacto. Se cree, eso sí, que la mayoría de estas facultades no eran más que exageraciones, y que probablemente el poder de las visha kanya era simplemente el de ser muy habilidosas a la hora de administrar pociones en la comida o la bebida de sus víctimas.[1] Según antiguas crónicas, el gobernante Majapadma Nanda utilizó una «visha kania» para asesinar a Kalashoka, el último de la dinastía Shishunaga, durante la era del reino de Magadha. Más tarde, su ministro Amatia Raksasa envió a otra de estas asesinas para eliminar a Chandragupta Mauria, pero este se salvó gracias a Chanakia Pandit, su propio consejero y autor del mencionado Arthashastra, que redirigió a la asesina mediante engaños hacia un aristócrata enemigo llamado Parvatak.[7][8] Referencias
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