Tratado Anglo-Egipcio de 1936El Tratado Anglo-Egipcio de 1936 fue un tratado firmado entre el Reino Unido y el Reino de Egipto. Requería al Reino Unido que retirase todas sus tropas de Egipto, excepto las que fueran necesarias para proteger el Canal de Suez y sus alrededores: diez mil tropas más el personal auxiliar. El Reino Unido también equiparía y entrenaría al ejército egipcio para ayudarlos a defenderse en caso de guerra. El tratado fue firmado el 26 de agosto en el palacio Zaafarana y ratificado el 22 de diciembre, e inicialmente duraría veinte años.[1]
ContextoDe la ocupación francesa a la británicaLas expediciones napoleónicas (1798) conllevaron la entrada de Egipto en la política internacional tras siglos de haber sido relegado a la periferia. Tras la marcha de las tropas francesas, Inglaterra permaneció pendiente del territorio, evitando que pudiera caer en manos de alguna potencia rival. Con la expansión rusa en los Balcanes y el Cáucaso entre la década de los cincuenta y setenta del s. XIX, Inglaterra tomó la decisión de proteger sus intereses imperiales adquiriendo Chipre y las acciones que el jedive de aquel momento, Ismail Pachá (1863-1879), tenía sobre el Canal de Suez. Con esta acción comenzó oficialmente la ocupación británica de Egipto[2]. Este periodo se caracterizó por las relaciones triangulares entre: el nacionalismo del Wafd, el interés del primer ministro Mustafá Nahhas de amansar poder y el lucro que para los británicos tenía su presencia como estado administrador del Canal[3]. El camino hacia la independenciaLa deposición de Ismail Pachá en 1879 por parte de las potencias europeas desembocó en una crisis política en la que el oficial Ahmed Orabi consiguió hacerse con el poder gracias a un nueva iniciativa política: el Grupo de Helwan, un conglomerado de partidos anti-europeos, anti-otomanos y anti-mamelucos. A pesar de las reformas que se llevaron a cabo, el movimiento terminó siendo suprimido por Inglaterra y Francia tras proclamarse como vencedoras de la guerra anglo-egipcia (1882)[2]. Con el auge del nacionalismo en las décadas siguientes, el partido Wafd se vio en posición de apelar al secretario general de las Naciones Unidas para expresar la violencia que Egipto sufría por la ocupación británica, proponiendo como única solución un tratado que expusiera de forma clara las pautas a seguir en las relaciones anglo-egipcias[4]. El estallido de la Primera Guerra Mundial dio nuevas esperanzas al nacionalismo egipcio, ya que las promesas de libertad y autodeterminación por parte de los Aliados sembraron la idea de independencia en el ideario egipcio. Ésta se materializó en personajes como Saad Zaghloul, del partido Wafd, que llegaría a reunirse con el Alto Comisionado británico del momento, Lord Edmund Allenby, para expresarle las demandas del pueblo egipcio: abolir la ley marcial (declarada con el inicio del conflicto), el fin del protectorado y el reconocimiento de la independencia egipcia. Estas peticiones serían respondidas con la siguiente declaración el 28 de febrero de 1922[2]:
Para los británicos, la problemática nunca residió en la independencia de [4]Egipto, sino en el control del Canal y de sus intereses militares. Durante las negociaciones, la estrategia de Londres varió entre la amenaza, el regateo y la indiferencia. E[4]gipto fue declarado independiente el 15 de marzo de ese mismo año, aunque las negociaciones con Londres sobre los puntos contenidos en la declaración no finalizarían hasta década y media después[2]. Gracias a esta premisa, el protectorado (o sultanato) de Egipto (1914-1922) sentó las bases del control inglés sobre la nación egipcia hasta tiempo después de que la última alcanzara su independencia [5], residiendo la aceptación del status quo por parte de los británicos en sus intereses sobre el Canal de Suez y el asentamiento de tropas en Oriente Medio[4]. Causas inmediatasA pesar de la situación de crisis que se vivía en la nación con motivo de la crisis económica de los años 30 y de las malas relaciones anglo-egipcias por parte de los sucesivos gobiernos, hubo que esperar a la invasión italiana de Etiopía (octubre de 1935) en la conocida como segunda guerra ítalo-etíope. El gobierno fascista, que pretendía controlar tanto Libia como Etiopía en sus propios afanes expansionistas, podía suponer una grave amenaza para los intereses británicos. Ante los temores tanto del rey Faruq I como de los ingleses de que el fascismo pudiera traspasar las fronteras egipcias, la metrópoli optó por realizar una serie de concesiones que tomaron forma en el Tratado Anglo-Egipcio de 1936. Dichas conversaciones incluyeron la restitución de la Constitución de 1923, fruto de la revolución de 1919 contra la ocupación británica[5]. El tratado no fue bienvenido por los nacionalistas tales como el Partido Árabe Socialista, quienes querían la independencia total de Egipto. Todos estos factores llevaron a una ola de sentimiento y demostraciones antibritánicas y anti-Wafd.[6] El TratadoEn 1935 el Frente Patriótico egipcio, Al Jabhah al Wataniya, conformado por todos los partidos políticos, presentó una petición conjunta y la envió al rey, demandando que se restaurase la Constitución de 1923 (...). Además, "se pusieron en contacto con el Alto Comisariado británico, Sir Miles Lampson, enumerando los obstáculos que la ausencia de un tratado había supuesto al progreso de la nación egipcia"[4]. Aunque los egipcios comprendieron la afirmativa de Londres a las negociaciones como la declaración de independencia definitiva, dejando fuera la subordinación previa a favor de reconocer a Egipto como un estado de plano derecho, los británicos comprendieron el acuerdo como un evento menor cuyas implicaciones en el progreso de Egipto como nación independiente podrían ser contrarrestadas en el futuro de así desearlo[3]. Algunos de los artículos más relevantes del documento fueron:
El factor palestinoUn factor especialmente relevante para comprender los acontecimientos de la región fue la cuestión palestina dentro del contexto del conflicto árabe-judío-palestino, ya que varios autores lo vinculan tanto a ser una de las causas del auge del nacionalismo egipcio como a la justificación de parte de los intereses militares británicos. Desde un primer momento los ingleses identificaron que parte del triunfo de la propaganda palestina en Egipto se debía al marcado sentimiento anti-británico de las publicaciones. En un informe de Lampson a Londres, afirmaba que "toda opinión educada y no educada en Egipto está convencida de que Gran Bretaña está cometiendo una gran injusticia hacia un país musulmán vecino" al apoyar la creación y consolidación del estado de Israel. Temiendo el estancamiento de las relaciones anglo-egipcias, Gran Bretaña dejó clara su posición: no se oponía a que Egipto se posicionara a favor de Palestina, pero en un momento en que los británicos buscaban preservar un entorno amistoso, se reunió a los editores de los principales periódicos egipcios para advertirles de que todas las publicaciones sobre Palestina debían ser censuradas "aunque las historias que cuenten sean ciertas"[8]. Durante las negociaciones del Tratado, Nahhas ofreció a Egipto como estado mediador en la cuestión palestina, seguramente con la esperanza de alzarse como un líder dentro del mundo árabe al ser el único capaz de mediar en las relaciones de los estados árabes con Inglaterra. Los británicos, que sospechaban sus verdaderas intenciones, denegaron sus peticiones. De cualquier forma, esta intervención de Nahas en junio de 1936 marcó el inicio de la implicación oficial de Egipto en la causa palestina, constituyendo además del comienzo de la política regional egipcia[8]. La cuestión de SudánEn 1883 Sudán se separó temporalmente de Egipto tras la guerra mahdista. Las fuerzas armadas egipcias, en vista de la incapacidad de volver a anexionarse el territorio, acudieron a la ayuda británica para completar con éxito esta empresa. A pesar de que las intenciones originales del Imperio eran hacerse con el territorio para sí, esto resultó imposible a causa de los conflictos por Fachoda mantenidos con los franceses[2]. Por ello, se firmó un acuerdo entre Egipto y Reino Unido en 1899, por el cual se declaraba que Sudán sería gobernado en conjunto por ambos reinos. Pese a este acuerdo, el verdadero poder estaba en manos británicas y el tratado de 1936 favoreció expresamente el status quo. No obstante, otros autores argumentan que, si bien es cierto que "el acuerdo confirmaba el mantenimiento del condominio de 1899", éste "dejaba entrever que iban a ser los propios sudaneses quienes, tarde o temprano, iban a solucionar por su propia cuenta el asunto de su soberanía"[5]. Ya en el s. XX, la cuestión de Sudán es concebida por algunos autores como una de las principales causas por las que los cinco intentos previos de entablar negociaciones anglo-egipcias fracasaran antes de 1936. Si bien es cierto que el gobierno de Sudán habría preferido que la cuestión que concernía a su nación se hubiera solucionado en un acuerdo exclusivo y separado con Egipto en lugar de con el borrador que los egipcios venían preparando desde 1930, los británicos terminaron aceptando la fórmula de los últimos al considerar que, de hacer concesiones a Sudán, las negociaciones con Egipto volverían a quedar estancadas, no queriendo arriesgarse a perder el control del Canal de Suez[9]. Posteriormente, durante las negociaciones de 1946, comprendidas como un gesto de buena voluntad por parte de los británicos, Sidqi Pachá demandó la unidad de Egipto y Sudán bajo la Corona egipcia, a lo que los británicos respondieron con el argumento de que no se tomaría ninguna decisión en cuanto a este tema sin antes haber consultado al pueblo sudanés. El texto final del Protocolo sobre Sudán acordado manifestaba[2]:
ConsecuenciasAunque en un principio el Tratado de 1936 fue concebido como un éxito, la permanencia de las tropas británicas, así como de otras fuerzas aliadas, tras la Segunda Guerra Mundial creó una sensación de desconfianza entre el pueblo egipcio. [5]El escrito allanó el camino para la entrada de Egipto en la Sociedad de Naciones, consumándose su ingreso en 1937. Así, supuso un paso más para alcanzar la independencia de facto del país a pesar de continuar unidos a Inglaterra bajo la forma de una alianza militar que permitía a las tropas británicas el control del Canal de Suez y de la península del Sinaí[5]. Las negociaciones de 1946 para un nuevo Tratado, comprendidas en un primer momento como un gesto de buena voluntad por parte de los británicos, sucedieron de manera tan lenta que Sidqi Pachá viajó a Londres para poder tratar la cuestión directamente con el laborista Ernest Bevin.Las discusiones se basaron, fundamentalmente, en[2]:
La llegada del partido Wafd anunció la finalización del tratado en 1951. Tres años más tarde, el 27 de julio de 1954, la presencia británica desaparecería completamente gracias a un acuerdo que prometía la retirada de las tropas del Canal de Suez en un plazo máximo de veinte meses[3]. El retiro terminó en julio de 1956, constituyendo el inicio de la independencia total de Egipto. El 26 de julio, Egipto nacionalizó el Canal de Suez y, como consecuencia de la negativa de Gran Bretaña y de los Estados Unidos para financiar la construcción de la Presa de Asuán,[10] estalló la Guerra del Sinaí. Véase también
Referencias
Enlaces externos
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