Thomas Aikenhead
Thomas Aikenhead (28 de marzo de 1676 – 8 de enero de 1697)[1] fue un estudiante escocés nacido en Edimburgo, procesado y ejecutado a la edad de 20 años[2] por cargos de blasfemia aplicados por la Ley contra la blasfemia de 1661 y la Ley contra la blasfemia de 1695. Fue la última persona en la isla de Gran Bretaña en ser ejecutado por blasfemia. Su ejecución sucedió 85 años después de la muerte de Edward Wightman (1612), la última persona que ardió en la hoguera por hereje en Inglaterra. BiografíaThomas Aikenhead era hijo de James Aikenhead y Helen Ramsey. Su padre era un diputado de Edimburgo, al igual que su abuelo (también llamado Thomas Aikenhead). Su madre era hija de un clérigo. Thomas fue bautizado el 28 de mayo de 1676, tanto el cuarto como el primero de la familia. Tenía tres hermanas mayores (Jonet, Katherine y Margaret), pero la última de estas y posiblemente dos de ellas murieron antes de que Thomas naciese.[3] AcusaciónDurante sus estudios en la Universidad de Edimburgo, participó en discusiones religiosas con sus amigos y fueron, al menos, cinco testimonios de sus propios amigos los que formaron la base de la acusación.[4] Fue acusado en diciembre de 1696. La acusación decía:
Juicio y sentenciaEl caso fue procesado por el Lord Advocate y Sir James Stewart, quien exigió la pena de muerte para dar un ejemplo a otros que de otro modo podrían expresar tales opiniones en el futuro. El 24 de diciembre de 1696 el jurado imputó a Aikenhead culpable de maldecir y criticar a Dios, negando la encarnación y la Trinidad, y burlándose de las Escrituras.[4] Fue sentenciado a la pena de muerte por ahorcamiento.[6] Esta fue una pena extraordinaria, ya que el estatuto exigía la ejecución solamente en la tercera condena por este delito; los delincuentes que habían sido condenados una vez debían ser vestidos con sacos y encarcelados; Según el Diccionario de Biografía Unitaria y Universalista (escrito por Andrew Hill):[1]
EjecuciónLa mañana del 8 de enero de 1697, Aikenhead escribió a sus amigos que "esto era un principio innato y co-natural para cada hombre tener una inclinación insaciable hacia la verdad y buscarla como un tesoro escondido... Así que procedí hasta que cuanto más pensaba al respecto, más lejos estaba de encontrar la verdad que deseaba...". Escribió esta carta antes de hacer la larga caminata, bajo vigilancia, hacia la horca en el camino entre Edimburgo y Leith. Se decía que había muerto con una Biblia en mano, "con todas las marcas de un verdadero penitente". Thomas Babington Macaulay dijo sobre la muerte de Aikenhead que "los predicadores que fueron los asesinos del pobre muchacho se apiñaron a su alrededor en la horca, e... insultaron al cielo con oraciones más blasfemas que cualquier cosa que hubiera pronunciado". El profesor David S. Nash dijo que la ejecución de Aikenhead fue "un momento providencial calvinista"...[7] Aikenhead fue la última persona ahorcada por blasfemia en Gran Bretaña.[1] La blasfemia siguió siendo un delito capital en Escocia hasta 1825.[8] Referencias
Otras lecturas
Enlaces externos
|