Sollicitudo rei socialis
Sollicitudo rei socialis (en español: Preocupación social) es la carta encíclica del papa Juan Pablo II, promulgada el 30 de diciembre de 1987, con ocasión del vigésimo aniversario de la encíclica Populorum Progressio, acerca de la preocupación social de la Iglesia. Estructura
ResumenEn la introducción el Papa Juan Pablo II recuerda el hito que marcó la publicación de la encíclica Rerum Novarum y cómo los documentos del Magisterio que la han seguido, se publican con motivo de aniversarios de esta intervención destacada. Así sucedió con la Populorum Progressio que es la ocasión de este nuevo documento. Juan Pablo II fija los objetivos de esta nueva encíclica: homenajear el documento de Pablo VI y afirmar la:
En la primera parte, el Papa recuerda la ocasión y la novedad de las enseñanzas que Pablo VI ofreció con su encíclica. Se trata -afirma- de un documento de aplicación de las conclusiones del Concilio Vaticano II a los problemas del tiempo (desigualdad social y económica, destino universal de los bienes y las ventajas y peligros del desarrollo). En la segunda parte, Juan Pablo II hace un análisis de la situación contemporánea deteniéndose en algunos aspectos especialmente descriptivos como el desencanto de las esperanzas de desarrollo que en los años 60 y 70 se tenían y que llevaron a algunas medidas concretas y campañas pero que a la larga se han mostrado insuficientes, el progresivo distanciamiento económico del Norte con respecto al Sur (el Papa llega a llamarlo “abismo”: cf. núm. 14), la lucha infructuosa contra el analfabetismo, los problemas para dar educación superior a todos, la falta de participación, las nuevas variedades de explotación, opresión y discriminación, la presencia de mecanismos que no permiten el crecimiento de los pueblos. A modo de paradigma de las situaciones anormales el Papa se detiene en el tema de la falta o indignidad de las viviendas de muchas personas:
Pero también menciona el tema del empleo y de la deuda externa como aspectos emblemáticos de la situación. La tercera parte de la encíclica está dedicada al tema del desarrollo humano integral (opuesto ya como concepto por Pablo VI al del “progreso” de origen iluminista). El aumento de bienes o la mayor facilidad de acceder a servicios, afirma Juan Pablo II, se ha mostrado insuficiente y que lleva a una especie de “superdesarrollo” que es inmoral pues implica el dejar la supremacía al “tener” sobre el “ser”. Un desarrollo basado solo en aspectos económicos no es suficiente. En la cuarta parte, el Papa -según se anuncia en el mismo título- ofrece una lectura teológica de la problemática contemporánea en especial del poco desarrollo que se ha dado tras la Populorum progressio. Se identifican las causas morales en la presencia de los dos bloques mencionados anteriormente que suponen la presencia de auténticas estructuras de pecado:
Ambas pueden resumirse en la expresión “a cualquier precio”. Pero este análisis de causas y situaciones ofrece también, según Juan Pablo II, el camino a las soluciones pues hacen ver que el problema no es político ni económico sino de orden moral. De la conciencia de la interdependencia de los pueblos se ha de pasar a la solidaridad. La fe le aporta nuevas dimensiones a esta virtud como son la gratuidad y el perdón, el valor de la reconciliación. La última parte de la encíclica está dedicada a algunas orientaciones más concretas haciendo hincapié en la naturaleza propia de la doctrina social de la Iglesia que no se presenta como una ideología más sino como un conjunto de principios que aplican la teología moral al contexto sociopolítico-económico y así dar orientaciones a quienes puedan actuar a partir de esos principios. Tales principios son el destino universal de los bienes, el ya recordado de solidaridad y el principio de subsidiariedad. En la conclusión, Juan Pablo II hace un llamado a todos los cristianos y hombres de buena voluntad a trabajar con estos objetivos. Bibliografía
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