Sinfonía n.º 2 (Brahms)La Sinfonía n.º 2 en re mayor, Op. 73 fue compuesta por Johannes Brahms en 1877.[1][2][3][4] HistoriaComposiciónLa trayectoria de Brahms en el género sinfónico ha quedado plasmada en cuatro obras. La Sinfonía n.º 1 en do menor tras un largo proceso de elaboración entre 1855 y 1874; la Sinfonía n.º 2 en re mayor de 1877; la Sinfonía n.º 3 en fa mayor de 1883 y por último la Sinfonía n.º 4 en mi menor de 1885. La composición de este opus se desarrolló entre los meses de junio y octubre de 1877 durante una visita a los Alpes austríacos. Brahms había alquilado para pasar sus vacaciones estivales dos habitaciones con grandes vistas en Pörtschach am Wörther See, un pueblo de la región austríaca de Carintia a orillas del lago Wörth. Tras los quince años de trabajo dedicados a su Sinfonía n.º 1, debido a las inseguridades del compositor, la gestación de la segunda fue mucho más breve y supuso un proceso sorprendentemente pausado y tranquilo. Muchos autores comentan que cuatro meses se consideraba un tiempo corto para el compositor, el cual tardaba mucho más tiempo en escribir piezas de carácter menor y además teniendo a la vez otros encargos testificados. Durante la fase de trabajo Brahms a menudo engañó a sus amigos y a su editor describiendo la obra como particularmente triste o melancólica. Por ejemplo, en la carta que escribió a su editor Nikolaus Simrock el 22 de noviembre de 1877:[5][6]
La descripción que el compositor hacía en sus cartas de esta pieza indica que la inspiración que sentía al ver aquellos paisajes queda reflejada en la misma. Su amigo Theodor Billroth, músico aficionado, asemejó la sinfonía a un retrato del ambiente rural de Pörtschach.[7] El primer movimiento fue enviado a Clara Schumann, con quien tuvo una profunda relación intelectual y artística de tonos amorosos no del todo aclarados, quien predijo que la obra tendría una gran acogida.[cita requerida] Estreno y publicaciónEl estreno se celebró el 30 de diciembre de 1877 en el Musikverein de Viena, con la interpretación de la Orquesta Filarmónica de Viena bajo la dirección de Hans Richter. La entusiasta acogida por parte del público vienés hizo que se repitiera el tercer movimiento.[8] Las representaciones posteriores también fueron bien recibidas, con la excepción de la segunda representación, el 10 de enero de 1878, debido a la mala ejecución de los instrumentos de viento.[9] La primera edición de esta obra fue llevada a cabo por la editorial N. Simrock en Berlín en agosto de 1878.[10] En concreto publicó las partes orquestales así como la reducción para piano a cuatro manos. Brahms recibió por ella 5000 Reichstaler.[9] InstrumentaciónLa partitura está escrita para una orquesta formada por:[10]
La orquestación de Brahms es completa, rica y a menudo ingeniosa. Elige hacer del conjunto una voz unificada y presenta todo su espectro de colores instrumentales tras sólo 40 compases. Sin embargo, nunca se tiene la sensación de que esté sobreutilizando la orquesta. Por el contrario, crea una textura en constante cambio, desplazando el foco del oído y extrayendo colores individuales con gran efecto.[3] Estructura y análisisLa sinfonía consta de cuatro movimientos:[10]
La interpretación de la obra dura aproximadamente 45 minutos. Presenta un fuerte contraste con su Sinfonía n.º 1 y en cierto modo simboliza la liberación de la presión de Beethoven. Confiado por fin en sus habilidades como sinfonista y menos preocupado por la sombra de Beethoven, Brahms creó una obra mucho más fluida y espontánea que fue bien recibida tanto por la crítica como por el público. En comparación con las obras de sus contemporáneos, esta pieza es conservadora tanto en la orquestación como en la estructura formal típica de la sinfonía clásica. Pero no es en absoluto reaccionaria. Brahms revisó y amplió el modelo del siglo XVIII, sustituyendo en gran medida el contraste temático por la transformación y la variación, y añadiendo su distintiva riqueza armónica y rítmica.[3] El compositor escribió a su editor que su Segunda sinfonía era una música melancólica aunque a la vez alegre.[11] La pieza no es particularmente trágica ni dramática, ya que los dos primeros movimientos mantienen un tono calmado y contemplativo, mientras los dos siguientes son más ligeros y breves. Se desarrolla en una atmósfera bucólica, a menudo comparada con la Sinfonía n.º 6 "Pastoral" de Beethoven, si bien posee una profunda melancolía que la aproxima a la personalidad del compositor, combinación de seguridad de sí mismo y humildad, honestidad pero a la vez cierta reserva.[12] Hay unidad y variedad en esta sinfonía: Brahms consigue combinar la luz y la oscuridad, lo lírico y lo enérgico, lo extrovertido y lo introspectivo, al tiempo que la obra crece orgánicamente a partir de la "semilla" de las tres primeras notas (re–do sostenido–re, que se escuchan en los violonchelos y los contrabajos). Esta economía compositiva es instintivamente evidente para el oído y ayuda a hacer inteligible toda la obra sin sacrificar el interés ni la espontaneidad.[3] I. Allegro non troppoEl primer movimiento, Allegro non troppo, está escrito en la tonalidad de re mayor y en compás de 3/4. Sugiere sencillez pastoral y reposo. Algunos críticos quisieron ver semejanzas con Felix Mendelssohn en este movimiento. Se abre con la célula germinal de tres notas. El tema de apertura, presentado por los instrumentos de viento madera, es profundamente melodioso y las trompas ofrecen variantes festivas. El segundo tema, en fa sostenido menor, encomendado a violonchelos y violas, se desarrolla dulce y melodiosamente. En el desarrollo emerge un tono más apasionado que perturba el carácter idílico de la pieza. Luego sigue una sucesión de pasajes de efecto casi tormentoso, con los impetuosos metales resonando en disonancia. Pero vuelve la calma con la reaparición del primer tema, esta vez en los oboes. Brahms crea una interesante recapitulación combinando brevemente la melodía inicial de la trompa con el primer tema, para luego detenerse ampliamente en el segundo tema.[3] El movimiento se desliza suavemente hacia la breve coda de cierre, en la que la trompa se utiliza con un efecto fascinante y un timbre peculiar producido por el pintoresco acompañamiento de cuerdas en pizzicato.[2][13] II. Adagio non troppoEl segundo movimiento, Adagio non troppo, está en si mayor y en compás de 4/4. El movimiento lento es enigmático e introspectivo, pero en absoluto melancólico. Los temas se expresan con menos claridad y un significado profundo parece subyacer tanto la forma como en su expresión. El musicólogo Hermann Deiters lo interpretó en estos términos "el compositor se ha esforzado intencionadamente por expresar la vacilación y el temor que se experimentan al contemplar una extraña aparición que sin embargo nos cautiva y nos atrae de manera irresistible".[2] El tema inicial del violonchelo es coloreado por dos fagotes con un oscuro contrapunto, que crea un contraste inmediato con el Allegro inicial. Es aquí donde empezamos a ver el lado más introspectivo de Brahms. Hay una sorprendente variedad de expresión dentro del tempo lento predominante.[3] III. Allegretto grazioso (Quasi Andantino)El tercer movimiento, Allegretto grazioso (Quasi Andantino), está en sol mayor y en compás de 3/4. El carácter contrasta por completo con el Adagio anteiror, puesto que aquí todo es luminoso y lleno de jovialidad hasta el punto de la diversión juguetona. Consta de dos secciones, Allegretto y Presto. En belleza y vivacidad se asemeja al movimiento inicial y comparte mucho del espíritu de Haydn. El compositor se aparta por primera vez de una textura dominada por la cuerda. Se inicia con el oboe solista presentando el tema inicial, que es una delicada melodía pastoril para instrumentos de lengüeta, tratada con amabilidad y llena de ideas fascinantes. Mientras tanto los violonchelos en pizzicato y un coro de maderas se encargan del acompañamiento. Rápidamente llega el Presto, que es una alegre danza rústica, llena de humor burbujeante y alegría bulliciosa. Una repetición del Allegretto concluye el movimiento. La pieza está cargada de interés rítmico con frecuentes cambios de compás, sorprendentes calderones y los inconfundibles ritmos en cruz de Brahms.[2][3] IV. Allegro con spiritoEl cuarto y últimio movimiento, Allegro con spirito, retoma la tonalidad inicial y el ritmo es alla breve. Es temperamental e impredecible, oscila entre la energía maníaca y la sombría. Brahms cambia constantemente de dirección, a veces de forma muy abrupta. El movimiento nunca se detiene. En su tratamiento general puede hacer pensar en los Finales de Mozart. Como ocurría en su Sinfonía n.º 1, este Finale está lleno de reminiscencias de los temas anteriores, que son abordados con gran destreza. Después de una serie de variaciones y matices tonales en constante cambio, el compositor parece dar rienda suelta a su inspiración. El movimiento se precipita con cada vez mayor espíritu y vigor hacia su conclusión sonora y brillante. Cuando llega la fanfarria final en la tónica, se tiene la sensación de haber estado en un viaje desenfrenado.[2][3] Recepción de la obraTras su estreno la sinfonía fue bien recibida tanto por la crítica como por el público.[3] En casi todos los lugares donde se interpretó en 1878, fue recibida con entusiasmo y, salvo contadas excepciones, recibió buenas críticas. En las reseñas y críticas tanto contemporáneas como actuales de la obra, suelen destacarse los siguientes aspectos:[9]
Una muestra de una reseña contemporánea positiva es la del crítico musical Eduard Hanslick en el Neue Freie Presse el 3 de enero de 1878:[15]
Otro ejemplo de crítica contemporánea, en este caso negativa, fue publicada en Illustriertes Wiener Extrablatt el 1 de enero de 1878:[16]
En la cultura popularEsta obra ha servido de inspiración a artistas musicales de diversos géneros para crear sus propias versiones. Tanto las adaptaciones como las interpretaciones de la pieza original han sido incluidas en multitud de bandas sonoras de películas, programas de televisión, videojuegos, etc.[17][18] Adaptaciones
Inclusión en bandas sonoras
Discografía selecta
Véase tambiénReferencias
Enlaces externos
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