Seroma
Un seroma es la acumulación de grasa líquida, suero y linfa en una área del cuerpo en donde se ha producido un traumatismo o se ha practicado una cirugía y usualmente se forma debajo de una herida quirúrgica reciente. Es una complicación frecuente, benigna, pero muy molesta para el paciente y se manifiesta como una tumefacción en la piel bien circunscrita, molestia a la presión y salida de líquido por la herida.[1] La aparición de seromas es más frecuente en individuos obesos sometidos a abdominoplastia con liposucción que en aquellos pacientes bajo el mismo procedimiento, pero con peso corporal normal. EtiologíaSu origen puede ser por dos mecanismos:
TopografíaSe localizan en la capa subcutánea de la piel debajo de la dermis en cualquier parte del cuerpo. Son complicaciones menores pero frecuentes en mastectomías, corrección de hernias y en general procedimientos de cirugía plástica. Se debe distinguir del hematoma, los abscesos y tumefacciones por herniación o eventración de tejidos. ComplicacionesLa más temida es la infección dando lugar a un absceso. También pueden volverse persistentes y al encapsularse formar quistes. Su presencia dificulta la cicatrización dando lugar a cicatrices irregulares. Prevención y tratamientoLa atención adecuada de la herida quirúrgica con vendajes compresivos y uso de drenes o drenajes aspirativos son las únicas maneras de prevenir un seroma no siempre efectivos, y usos de adhesivos tisulares, como gel de fibrina o similares, para ese propósito se encuentra aún en etapas de experimentación.[2][3] Fomento al autocuidadoLa educación para la salud sirve para orientar al paciente post-operado en cuestión a signos de alarma con relación a su herida quirúrgica, lo cual es de suma importancia, puesto que mediante ello se puede detectar oportunamente una complicación, esto ayuda para proceder de forma inmediata y eficaz beneficiando al paciente. La correcta práctica del autocuidado permite identificar las siguientes señales de alarma, tras las cuales el paciente deberá acudir inmediatamente al médico para un tratamiento oportuno:
•Señales de infección:
•Secreción blancuzca, de color o con mucha sangre procedente del seroma (la secreción clara o ligeramente manchada de sangre es normal). Una vez se presenta el seroma puede reabsorberse pero en muchos casos debe ser drenado generalmente mediante punciones repetidas. A veces son recurrentes o persistentes (30 %) y requieren evacuación abierta. Si se encapsulan y se forman quistes se tratan con resección.[4] Si el seroma se infecta puede necesitarse dejar cicatrizar la herida abierta o por segunda intención.[1] Referencias
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