Salomón de RodaSalomón de Roda (? - Monasterio de Ripoll, 1097) fue obispo de Roda. Se sabe que sucedió a Arnulfo I en 1068. Era monje del monasterio de Ripoll y parece que fue consagrado en San Victorián, según él mismo declara: «ubi primum sedi in cathedra et ubi primum chrisma confeci».
El rey Sancho Ramírez intervino seguramente en su elección y probablemente también el cardenal legado. Con esto se encontró presente el nuevo elegido en el célebre Concilio de Gerona de aquel mismo año. En el mismo año de 1068 el rey había restaurado la sede de Roda: que sede, por según el juicio de Dios fue invadida por los paganos antiguamente y casi destruida y despojada totalmente de su honor, solamente retenía el nombre de su dignidad pero carecía totalmente del privilegio pontifical («que sedes, occulto Dei judicio olim a paganis invasa et pene destructa suoque penitus honore nudata, nomen solmmodo dignitatis retinebat sed privilegio pontificialis apicis omnibo carebat»). Con todo, es evidente que el rey se equivocó en su elección: Salomón debía ser un hombre cargado de bondad, pero falto de la energía, la ambición y el coraje necesarios para alzar la decaída diócesis. Él mismo, refiriéndose al tiempo de su mandamiento, dijo: siendo yo indigno e inútil presidente (episcopado) era paupérrimo y frágil («que me indigno et inutili presidente (episcopatu) pauperrimus erat et fragilis»), y la “Crónica de Alaón renovada” comenta con condescendencia todo cuanto pudo mejoró el episcopado («qui quantum potuit melioravit episcopatum»). Se han inventariado las pocas noticias que sobre Salomón proporciona el archivo de Roda; van de 1069 a 1074 y no tienen gente de relleno. En cambio, es muy interesante la carta que se conoce como dirigida por Salomón, otra vez retirado, desde hacía algunos años, al monasterio de Ripoll, del cual procedía, al rey Pedro I y al obispo Lope y a los canónigos de Roda. La carta fue escrita sobre el año 1095, respondiendo a una consulta de los destinatarios:[1]
El valor de esta carta de Salomón reside en que hace saber con certeza cuáles eran los límites del obispado hacia el año 1070 y es curioso constatar que no se habla del monasterio de Alaón, situado precisamente a la derecha del Noguerola (río Noguera Ribagorzana). Una señora con nombre Adolina le donó un grupo de casas (el que hoy en día se diría una manzana), que ésta poseía en Castejón de Sos, donde construyó su palacio obispal. Vista la poca eficiencia del obispo Salomón, el rey Sancho Ramírez lo quiso deponer para sustituirlo por una persona más idónea. El rey tenía el precedente de la destitución de Arnulfo, que, según parece, no encontró ninguna dificultad. Pero ahora las circunstancias habían cambiado. Es probable, como ya se ha dicho, que en la entronización de Salomón no fuese extraña la intervención del legado pontíficio y por tanto ahora cabía obtener la aprobación papal, con más razón cuando cada día era más grande la intervención aceptada de Roma en todos los asuntos eclesiásticos del reino. El rey envía una atenta carta plena de suavidad al papa Gregorio VII demandándole la deposición del obispo. No se tiene la carta real, pero sí la contestación del papa, de 20 de marzo de 1074: el papa no se atrevió a decidir sobre las quejas que el rey hacía contra el obispo Salomón porque se trataba de un ausente, que no se podía defender, y por la ausencia del legado, que no podía informar; confiaba en que con el envío de un nuevo legado se podría resolver la cuestión. De todas formas, no se sabe ni cuándo ni cómo, entre 1074 y 1075, Salomón fue depuesto y se retiró a su antiguo monasterio de Ripoll. Privado de la dignidad, acabó sus días en olor de santidad. Referencias
Bibliografía
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