SalmoneoEn la mitología griega, Salmoneo (Σαλμωνεύς) era uno de los siete hijos de Eolo y de Enárete,[1] aunque su madre también era conocida como Laódice, hija de Aloeo,[2] o Ífide, hija del dios fluvial Peneo.[3] Era hermano, entre otros, de Atamante, Sísifo o Creteo, los patriarcas más importantes entre los Eólidas.[4] Primero se estableció en Tesalia,[5] y más tarde de convirtió en rey de los epeos (eleos) y los pisatas;[6] y fundó la ciudad de Salmone, en Pisátide o Pisatis, a orillas del río Alfeo; de este modo las tierras pisátides están divididas entre ocho ciudades.[7] Salmoneo fue el padre de Tiro, por Alcídide, hija de Áleo,[8] pero parece que murió al dar a luz.[9] Su segunda esposa fue entonces Sidero, que maltrataba cruelmente a Tiro.[10]Fue contemporáneo de Augías y Enómao, reyes de Pisátide o toda la Élide en diferentes versiones.[11] En los textos mitológicos Salmoneo era un buen ejemplo de rey impío. Mostró su arrogancia queriendo igualar a Zeus y fue castigado por su impiedad: decía que él era Zeus, a quien despojó de las ofrendas al ordenar que los sacrificios se hicieran en su propio honor, y arrastrando de su cuadriga odres secos y calderas de bronce, decía que tronaba, y arrojando al cielo antorchas encendidas, decía que relampagueaba. Como castigo por su hibris el verdadero Zeus descendió desde el mismo Olimpo y mató a Salmoneo con un rayo:[5]
Las fuentes tardías nos dicen que Salmoneo y su hermano Sísifo se odiaban mutuamente. Sísifo descubrió por un oráculo de Apolo que si se casaba con Tiro, ella le daría hijos que matarían a Salmoneo. Al principio, Tiro se sometió a Sísifo, se casó con él y le dio un hijo innominado. Cuando Tiro descubrió lo que el niño le podría hacer a su padre, decidió matar al infante para evitar que se cumpliese la profecía.[12] Virgilio describe a Salmoneo entre los condenados perpetuamente en el Tártaro.[13] Según Frazer, los primeros reyes griegos, de quienes se esperaba que produjeran lluvia en beneficio de las cosechas, tenían la costumbre de imitar los truenos y los relámpagos con el carácter de Zeus.[14] En Cranon, Tesalia, había un carro de bronce que en tiempos de sequía era sacudido y al que se le ofrecían oraciones para propiciar la lluvia.[15] Referencias
Bibliografía
Enlaces externos
|