Referencias históricas no cristianas sobre Jesús de NazaretLas referencias históricas no cristianas sobre Jesús de Nazaret complementan a los evangelios, y al resto de los libros del Nuevo Testamento y de los escritos cristianos. Hay un número de referencias a Jesús, aunque la mayoría de ellas manifiestan problemas vinculados a la autenticidad y a la interpretación.[1] La alusión directa más antigua no cristiana a Jesús[2] llamado Cristo[1][3] (aunque se afirma que puede tratarse de una interpolación posterior,[4][5][6][7][8] pero manteniéndose un núcleo auténtico[9][10][11][12][13][14]) se encuentra en la obra de Flavio Josefo Antigüedades judías (escrita hacia los años 93-94), más de medio siglo después de la muerte de Jesús. Todavía en el siglo II las menciones son pocas. Ninguna de ellas aporta información sustancial para conocer la vida o el mensaje de Jesús de Nazaret, pero sí sirven para documentar su existencia histórica.[15] Mucha información se perdió durante la prohibición del cristianismo primitivo y el incendio de Jerusalén. Jesús aparece mencionado en repetidas ocasiones en obras de escritores romanos como Tácito, Suetonio, Flavio Josefo y Plinio el Joven.[16] The New Encyclopaedia Britannica (1995) afirma: «Estos relatos independientes demuestran que en la antigüedad ni siquiera los opositores del cristianismo dudaron de la historicidad de Jesús, que comenzó a ponerse en tela de juicio, sin base alguna, a finales del siglo XVIII, a lo largo del XIX y a principios del XX». Cronológicamente, Nazaret aparece citada por primera vez en los evangelios (siglo I d. C.).[17] Las siguientes referencias conocidas sobre Nazaret provienen de tres teólogos e historiadores cristianos: Sexto Julio Africano, fechado alrededor del año 221 d. C.[18] Orígenes (c. 185-254 d. C.), denominando la ciudad como «Nazar» y «Nazaret».[19] y, finalmente, Eusebio hace referencia al asentamiento de Nazara (c. 275-339 d. C.).[20] Existe también evidencia epigráfica en la sinagoga de Cesárea Marítima sobre Nazaret datada en el siglo IV d. C. sobre eventos, posiblemente, del siglo II d. C.[21] Véase también: Fuentes de la historicidad de Jesús
Flavio JosefoLas Antigüedades judías son una crónica del historiador judeorromano Flavio Josefo que narra la historia del pueblo judío de una manera razonablemente completa. Los intereses de Flavio Josefo —entre ellos, ganar la simpatía de Roma hacia los judíos— lo llevan, sin embargo, a minimizar las noticias que pudieran resultar conflictivas. Josefo no menciona a los líderes del pequeño grupo de cristianos (Pedro y Pablo) ni a María, la madre de Jesús. Sin embargo, dos párrafos tratan directamente de Jesús:
La autenticidad del fragmento ha sido cuestionada filológicamente e historiográficamente. Aunque hay quienes defienden la autenticidad de este texto, la mayoría de los historiadores y filólogos no consideran que sea totalmente auténtico, al estar plagado de interpolaciones cristianas; manteniéndose, sin embargo, un núcleo escrito por Josefo.[9][10][11][12][13][14] Se supone que este párrafo ha sido interpolado, probablemente por un lector cristiano que añadió al manuscrito original una nota marginal, incorporada luego en el texto. La suposición se basa sobre todo en la observación de que el pasaje interrumpe el relato, que prosigue en el párrafo siguiente, y que la caracterización de Jesús está redactada en términos que sólo pudo haber empleado un cristiano (especialmente por la afirmación de que Jesús era el Mesías, algo que no pudo decir nunca Josefo, quien siempre se mantuvo en la fe judía). Pero en 1972 el profesor Schlomo Pines, de la Universidad Hebrea en Jerusalén, anunció su descubrimiento de un manuscrito árabe del historiador melquita Agapio, del siglo décimo, en el que el pasaje de Josefo queda expresado de una manera apropiada para un judío, y que se corresponde de una forma tan estrecha a las anteriores proyecciones hechas por eruditos acerca de lo que Josefo habría escrito originalmente.[22] El texto de Agapio es el siguiente:
Esta cita ayuda a datar la muerte de Santiago, hermano de Jesús, en el año 62. El texto del capítulo 20 es filológica e historiográficamente más consistente que el testimonio flaviano. Coincide formalmente con el estilo de Josefo, y parece poco probable una interpolación cristiana por la falta de énfasis hagiográfico. De este segundo texto se discute si es una interpolación el texto entre corchetes, aunque, siguiendo al profesor Antonio Piñero, la mayoría de los historiadores y filólogos se inclinan por su autenticidad porque Josefo cita en su libro a muchos personajes de nombre Jesús y no parece extraño que añadiese algo al nombre para distinguirlo. En otro pasaje (Antigüedades judías 18:5:2) se hace referencia a la muerte de Juan el Bautista a manos de Herodes, pero sin mencionar su relación con Jesús. Plinio el JovenPlinio el Joven, entre los años 100 y 112 escribió una carta al emperador Trajano preguntándole acerca de cómo debía conducirse hacia los cristianos, y las medidas que como gobernador tomó contra ellos (Plin. J., Epist. X, XCVI, C. Plinius Traiano Imperatori), especialmente parágr. 5, 6 y 7:
(En Wikisource se puede ver el texto traducido al castellano). Este testimonio deja claro que se transmite literalmente de las declaraciones, reafirmaciones o retractaciones de los propios imputados de cristianismo, y en él un magistrado romano se hace eco tres veces de Cristo como persona real y objeto de culto de una secta. TácitoTácito aporta otra referencia histórica en el año 116 o 117:
Aunque la autenticidad del texto de Tácito no ha sido cuestionada, numerosos autores han indicado que se desconocen sus fuentes. Se ha barajado la posibilidad de que se basara en Plinio el Joven (ver supra) o en las confesiones de los propios cristianos frente a la persecución policial. El fragmento aparece en el contexto de una larga diatriba contra los males del gobierno de Nerón, y se ha indicado que el interés de Tácito no estaba en el fenómeno cristiano en sí mismo, sino en la crítica al emperador. “A los discípulos se les llamó cristianos por primera vez en Antioquía” (Hch 11:26.) Es posible que este nombre ya se usara en el año 44 d. C., cuando ocurrieron los acontecimientos narrados en este relato del libro de los Hechos, aunque la estructura gramatical del texto no lleva necesariamente a esa conclusión.[cita requerida] Algunos creen que esta denominación se originó poco tiempo después.[cita requerida] En todo caso, es probable que el término ya fuera utilizado cuando se escribió el libro de Hechos de los Apóstoles, ya que su autor lo pone en labios del rey Agripa II: “Por poco me convences de hacerme cristiano”. (Hch 26:28) SuetonioGayo Suetonio Tranquilo (75-160), escribió alrededor del 120 que el emperador Claudio expulsó de Roma a judíos instigados por un tal 'Chrestus':
Algunos estudiosos dieron por sentado que el nombre 'Chrestus' equivale a 'Cristo' y que la diferencia reside simplemente en un problema ortográfico; sin embargo, se trata apenas de una presunción. Chrestus es un nombre común en la Roma imperial, atestiguado en lápidas e inscripciones; en latín significa «buen hombre», «íntegro», «útil», pero también se podía usar en el sentido peyorativo de «simple», «ingenuo», «tonto», y los mismos que defienden esta hipótesis arriesgan que era un apelativo aplicado a los esclavos (entre los que la doctrina cristiana supuestamente tenía más éxito). Pero Suetonio dice que el emperador expulsó a judíos, no a cristianos, y Chrestus en el texto aparece como un revoltoso en Roma de alrededor de los años 50 y no un predicador de los 30s en Israel. Más allá del nombre, no parece haber relación entre 'Chrestus' y 'Cristo'. Años más tarde Suetonio escribió, en una lista de las actividades realizadas por Nerón:
La carta de Mara Bar-SerapionEn un manuscrito siriaco del siglo VII, que se encuentra actualmente en el Museo Británico de Londres, se recoge una carta de un tal Mara Bar-Serapion. La escribe desde la cárcel a su hijo, exhortándole a buscar la sabiduría. No hay acuerdo sobre la antigüedad de la carta, pero la mayoría de los estudiosos la fechan en la primera mitad del siglo II o incluso en el último cuarto del siglo I. Otros estudiosos afirman que fue escrita en el siglo III. En la carta hay una referencia a un «rey sabio», que ha sido interpretada por varios autores como una alusión a Jesús de Nazaret:
Algunos autores han interpretado que la abolición del reino de los judíos a que se hace referencia es la destrucción del Templo de Jerusalén en el año 70, y el «rey sabio» por cuya muerte los judíos fueron castigados, Jesús de Nazaret. Entre ellos se encuentran Robert Van Voorst[23] y Bruce Chilton.[24] El texto parece poco fiable, porque contiene inexactitudes históricas sobre Sócrates y Pitágoras. Además, no hay ninguna prueba de que el «rey sabio» al que alude Mara Bar-Serapion sea Jesús de Nazaret. Craig A. Evans sostiene que la carta es de poco valor dada su fecha incierta y la posible ambigüedad en la referencia.[25] No se han encontrado más referencias históricas relevantes de procedencia no cristiana acerca de Jesús del siglo I o principios del siglo II, al margen del Nuevo Testamento, pese a que numerosos historiadores y pensadores documentaron bastante exhaustivamente la época (entre ellos Filón de Alejandría, Séneca, Plutarco, Aulo Gelio, y Valerio Flaco). Aunque tal cosa es entendible, puesto que Plutarco, historiador, escribió una Historia de Alejandro Magno, no tendría oportunidad de hablar sobre Jesús; Valerio Flaco era un poeta y escribió sobre héroes griegos; Filón era filósofo y no tenía nada que ver con Jesús, además de morir muy temprano como para hablar de él o el cristianismo (año 45); lo mismo podría decirse de Séneca, que murió en el año 65, cuando los cristianos apenas comenzaban a tener relevancia; y Aulo Gelio escribió durante el reinado de Marco Aurelio (161-180), cuando es sabido por todos la existencia del cristianismo y de Jesús. Por otro lado, cabe recordar que muchas obras de la Antigüedad se han perdido; así, por ejemplo, de los 20 libros de la obra Noches áticas de Aulo Gelio solo nos han llegado 8, y esa es la única obra que se le conoce. Apolonio de TianaEn su momento el erudito bíblico Bart D. Ehrman en su libro A Brief Introduction to the New Testament (Una breve introducción al Nuevo Testamento) elabora un prefacio que se consideraría en principio dirigido a la vida de Jesús sin mencionarlo, describiendo así una importante figura del primer siglo; al final, revela el hecho de que a quien realmente ha descrito en el mismo proviene realmente de las historias acuñadas al taumaturgo griego:
Véase tambiénReferencias
Bibliografía adicional
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