Rebelión herzegovina de 1875La rebelión herzegovina de 1875 fue un levantamiento campesino (mayoritariamente serbios ortodoxos) que acabó desencadenando la guerra ruso-turca de 1877-1878.[1] Antecedentes y motivos del alzamientoLa reforma agraria otomana de 1858, aplicada en el eyalato de Bosnia tras el sometimiento de la provincia al Gobierno imperial a manos de Omar Bajá, desilusionó a los campesinos.[1] Estos esperaban que las fincas estatales les fuesen entregadas, en vez de serlo a los terratenientes musulmanes.[1] La estricta recaudación de impuestos también tuvo un papel destacado en el estallido de la revuelta.[2][3] La población se sentía oprimida y esquilmada a impuestos por las autoridades otomanas, que vendían la recaudación a agentes privados, que se encargaban de realizarla a cambio de un pago, cada vez mayor.[4][3] Los campesinos tenían que entregar entre un tercio y la mitad de la cosecha a los terratenientes y otro octavo a los recaudadores de impuestos, además de otros tributos menores.[3] A esto hay que sumar la exigua cosecha de 1874.[5][3] Según algunos autores, los alzados también tenían motivos políticos —la expulsión de los turcos de lo que consideraban territorio serbio— para rebelarse contra los otomanos.[2][3] Para otros, las maquinaciones de las potencias extranjeras (Austria-Hungría)[6] y territorios vecinos (Serbia y Montenegro) y de los grupos paneslavos también fueron un factor importante en el desencadenamiento de la revuelta.[7] RebeliónEl alzamiento comenzó el 5 de julio de 1875, cerca de la pequeña ciudad de Nevesinje, con el asalto a una caravana.[4] Los asaltantes, un grupo de católicos herzegovinos, robó a la caravana y asesinó a cinco mercaderes turcos que viajaban en ella.[8] Según algunos observadores contemporáneos, el alzamiento había sido instigado tanto por los austrohúngaros como por los montenegrinos.[9] Los primeros habían aprobado ya el 29 de enero enviar tropas a Bosnia y Herzegovina en caso de conflicto entre los otomanos y los montenegrinos y estos habían pedido la comprensión de la Liga de los Tres Emperadores para su expansión territorial.[8] El emperador Francisco José había realizado una larga visita a Dalmacia en la que recibió tanto a representantes herzegovinos como a Nicolás I de Montenegro.[8][6] Los Gobiernos austrohúngaro, ruso y alemán, preocupados porque la revuelta pudiese desbaratar la liga imperial, trataron de ponerle fin; solicitaron a los otomanos que enviase un delegado para investigar la situación en la provincia e intentaron mediar entre Constantinopla y los rebeldes.[3] Estos desconfiaban de las promesas otomanas de reforma y exigían la autonomía y la entrega del territorio a un príncipe cristiano o la ocupación extranjera hasta que se aplicasen las prometidas enmiendas.[10] Tanto católicos como ortodoxos participaron en el alzamiento, pero los primeros, que parece que esperaban el auxilio de Austria-Hungría, se retiraron pronto de él.[11] En agosto el Gobierno serbio comenzó a enviar voluntarios y ayuda a los rebeldes, aunque sin el consentimiento del príncipe Milan que, al enterarse, lo destituyó.[12] La medida, empero, resultó contraproducente: las elecciones del 16 de agosto de 1875 dieron la victoria a los liberales, partidarios de entrar en guerra contra los otomanos.[12][13] La opinión pública tanto de Serbia como de Montenegro abogaba por participar en la revuelta, mientras que los príncipes de ambos territorios deseaban evitar el conflicto.[10] Sabían de la falta de preparación militar de sus ejércitos y habían recibido serias advertencias de Austria-Hungría y Rusia para abstenerse de entrometerse en la rebelión.[10] Tras tratar de evitar entrar en guerra con los otomanos, Milan no tuvo más remedio que encargar la formación de Gobierno a los liberales a principios de mayo de 1876.[14] El ministro de Asuntos Exteriores austrohúngaro, Gyula Andrássy, presentó un programa de reformas que los otomanos aceptaron en febrero de 1876, pero que los rebeldes se negaron a suscribir si no lo garantizaban las potencias.[10] En marzo los continuos combates habían hecho que 156 000 bosnios huyesen del territorio y se refugiasen en los países vecinos.[10] Ante la gravedad de la situación, los ministros de Asuntos Exteriores de la liga imperial se reunieron en Berlín en mayo para tratar sobre la crisis.[10] Las tres potencias presentaron una propuesta de reformas basadas en las propugnadas meses antes por Andrássy que aceptaron Francia e Italia, pero no el Reino Unido, que frustró este intento de acabar con la rebelión.[15] Extensión del conflictoVéase también: Guerra ruso-turca (1877-1878)
Ese mismo mes, varios acontecimientos extendieron la crisis herzegovina por los Balcanes: el día 10, el reformista Midhat Bajá pasó a encabezar el Gobierno otomano; el día 30, Abdülaziz I fue depuesto y el trono lo obtuvo Murad V; los búlgaros se alzaron contra los otomanos, que aplastaron esta nueva rebelión con gran brutalidad, empleando para ello tropas irregulares.[13] Incapaz de mantener a los liberales fuera del Gobierno, Milan se resignó a entregárselo el 5 de mayo de 1876.[14] Estos confiaban en que Rusia finalmente se vería obligada a enfrentarse a los otomanos y que esto permitiría a Serbia obtener territorios.[14] En consecuencia, el principado declaró la guerra a los otomanos el 30 de junio.[14] Inmediatamente después, Montenegro, cuyo príncipe era rival del serbio, hizo lo propio; el 2 de julio, tropas montenegrinas penetraron en Herzegovina, mientras las serbias entraban en Bosnia.[14] Los intentos serbios de involucrar en la guerra a Rumanía y Grecia resultaron infructuosos.[14] La coordinación entre serbios y montenegrinos fue mínima, y los otomanos pudieron vencer con rotundidad a los primeros mientras los segundos lograban algunos avances en Herzegovina, donde los otomanos apenas tenían tropas.[16] Los serbios, que movilizaron un sexto de la población para combatir en Bosnia, perdieron una décima parte de sus soldados en la guerra.[16] Pese a la derrota serbia, Rusia impuso a los otomanos el armisticio el 31 de octubre, que detuvo su avance hacia Belgrado.[17] A continuación, las potencias trataron la situación balcánica en la conferencia de Constantinopla, que se celebró entre diciembre de 1876 y enero del año siguiente.[17] La conferencia resultó un fracaso ante la negativa otomana a aceptar las exigencias de las potencias.[18] Mientras, Rusia se aprestaba a entrar en guerra contra los otomanos, ya que preveía el resultado fallido de las negociaciones en Constantinopla.[19] Para evitar conflictos con Austria-Hungría, el 15 de enero de 1877 rubricó la Convención de Budapest.[19] En esta se estipuló que Austria-Hungría que se mantendría neutral en una posible contienda entre Rusia y el Imperio otomano a cambio de recibir Bosnia-Herzegovina.[19] Rusia, por su parte, recobraría las tierras besarabas que había perdido en el Tratado de París.[19] Se disponía asimismo que la guerra no podía suponer la creación de un gran Estado eslavo en los Balcanes.[19] Tras un nuevo y estéril intento ruso de que Constantinopla aceptase implantar ciertas reformas a finales de marzo, Rusia declaró la guerra al Imperio otomano el 24 de abril, con lo que dio comienzo la contienda de 1877-1878 y que terminaría con el Tratado de Berlín (1878).[19] Referencias
Bibliografía
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