Pintura mitológica

Pintura mitológica es un género pictórico, subgénero de la pintura de historia, cuyo tema artístico son personajes o escenas de la mitología, pero no usados con fines religiosos, sino como pintura profana.[1]​ La más utilizada para proporcionar sus temas artísticos ha sido la mitología greco-romana; tanto por razones intelectuales como por la perfecta excusa que suponía para la representación de escenas escabrosas (especialmente las de Las metamorfosis) y desnudos muy demandados en el mercado de arte.[2]​ Menos frecuentemente se han utilizado otras mitologías europeas (como la nórdica o la eslava) o extraeuropeas.

Propiamente, las obras de arte griegas y romanas con los mismos personajes y escenas, así como las de cualquier otro arte local que represente sus divinidades locales, son arte religioso, pues su función original era el culto o la referencia a mitos que son creencias vividas por sus contemporáneos. En cambio, la pintura mitológica se vale de figuras en cuya condición divina no se cree, y que se utilizan con propósitos no religiosos, sino estéticos o intelectuales. Es eso lo que ocurre a partir del Quattrocento (siglo XV) en el Renacimiento italiano, bien por el propósito de imitar la cultura clásica (como consecuencia del humanismo), bien por la búsqueda de una tipología universal para establecer significados alegóricos: Afrodita-Venus representa la belleza (o la duplicidad del amor sagrado/profano), Atenea-Minerva la razón, Hera-Juno los celos (o el gobierno doméstico), Ares-Marte las virtudes castrenses (o el horror de la guerra), etc.

Mitología grecorromana

Para el helenista Jean-Pierre Vernant la mitología griega "es un conjunto de narraciones que hablan de dioses y héroes, es decir, dos tipos de caracteres que se adora en las ciudades antiguas... es... el pensamiento religioso de los griegos, uno de los modos fundamentales de expresión".[3]​ Al ser un politeísmo y carecer de textos sagrados o de casta sacerdotal separada del conjunto de la población (los cargos religiosos eran más bien honores o cargos públicos vinculados a la carrera política), la religión clásica grecorromana, fuertemente sincrética e inclusiva (asimilaba sin problemas los panteones de otros pueblos -especialmente Roma, que además de helenizarse profundamente, e importar artistas y obras de arte griegas, adoptó todo tipo de cultos orientales-); carecía también de dogmas, prohibiciones u obligaciones sistematizadas, más allá del cumplimiento de los rituales de los distintos cultos en cada uno de los templos, vinculados especialmente a los ciclos naturales. Se basaba en narraciones míticas que no tenían carácter canónico (más allá del prestigio que alcanzaron las obras literarias que recogían aspectos de la tradición oral, como las de Hesiodo, Homero, Esquilo, Sófocles o Eurípides -en Roma Virgilio u Ovidio-) y que, en su mismo origen, incluían una dimensión consciente de ficción literaria (mito o fábula), para la que los aspectos poéticos,, narrativos y dramáticos son tan importantes o más que los cosmológicos o teológicos. Con la cristianización del Imperio romano en el siglo IV la religión clásica (denominada a partir de entonces como "paganismo") se abandona, pero no se olvida: sobrevive en muchos aspectos de la religiosidad popular, sus textos se copian en los scriptoria monásticos y sigue siendo una de las fuentes que nutren la producción intelectual y artística, aunque subordinada a la Biblia y las nuevas convenciones iconográficas.

Humanismo renacentista

El humanismo renacentista, basado en el antropocentrismo y la aproximación empírica a la naturaleza, se opuso a la concepción medieval del mundo, teocéntrica. Al igual que los filólogos despreciaban el latín medieval y pretendían imitar la lengua de Cicerón u Ovidio, y los filósofos redescubrían a Platón y Aristóteles en su griego original; artísticamente, se consideraba clásica (es decir, digna de imitación) la idea de belleza basada en el equilibrio y la armonía de las proporciones (canon) que se encontraba en los restos del arte grecorromano y que se remontaba a la idealizada Atenas de Pericles y Fidias (siglo V a. C.)

En la Florencia de los Médicis -que declaradamente pretendía emular a la Atenas y a la Roma antiguas-, Sandro Botticelli diseñó un programa iconográfico basado en temas mitológicos: El nacimiento de Venus (1469), La primavera (1477-1478), Palas y el centauro (ca. 1483), Venus y Marte (1483) y El juicio de Paris (1485). El propio autor se alejó de la temática profana su obra durante la fiebre iconoclasta que estuvo a punto de acabar con alguna de ellas en el dominio de Savonarola (1491-1498); aunque en medio de ella pintó La calumnia de Apeles (1495), también de temática clásica pero no mitológica, sino alegórica y con una evidente lectura moral.

Algunos años después, ya en el Renacimiento pleno, Leonardo da Vinci pintó una Leda y el cisne (1508), Miguel Ángel, que también pintó el mismo tema y diseñó un Venus y Amor[4]​ llevado al lienzo por Pontormo (1533), utilizó sibilas para la bóveda de la Capilla Sixtina (1508-1512) y esculpió un Baco (1496-1497); Rafael pintó El triunfo de Galatea (ca. 1514); Giorgione una Venus dormida (1507-1510). El prolífico Tiziano es posiblemente el maestro con más amplia producción mitológica: Amor sacro y amor profano (1514), El culto de Venus (1516-1518), Baco y Ariadna (1520-1523), La Bacanal (1523-1526), Dánae recibiendo la lluvia de oro (1553-1554).

Manierismo y Barroco

Entre los manieristas el género tuvo mucho tratamiento, a veces como una excusa para la pintura de paisajes (Niccolò dell'Abbate, La muerte de Eurídice,[5]​ 1552-1571). Entre otros maestros, destacan Pontormo (Diana y Acteón,[6]​ 1524, Vertumno y Pomona,[7]​ 1521), Correggio (Sátiro, Venus y Cupido, 1525), Parmigianino (Cupido fabricando su arco,[8]​ 1533-1535), Bronzino (Alegoría del triunfo de Venus, 1540), Tintoretto (Vulcano sorprende a Venus y Marte,[9]​ 1545, Hércules saca a Fauno del lecho de Ónfale,[10]​ ca. 1585) o Veronés (Venus y Adonis, ca. 1580).

Ya cerca del siglo XVII, los criterios clasicistas del género se mantienen en los Carracci (Agostino - Venus y Marte, 1600- y Annibale -Venus, Adonis y Cupido, 1595, Hércules en la encrucijada, 1596-) y Guido Reni (Hipómenes y Atalanta, 1618); mientras que, inaugurando el Barroco, Caravaggio pintó su Baco joven (ca. 1595).

La difusión del Renacimiento por toda Europa fue también la de los temas mitológicos, visibles en Alberto Durero, Jan Gossaert, Jan van Scorel, Adam Elsheimer o Karel van Mander ("el Vasari del Norte"); llegando a su culminación en el barroco flamenco de Peter Paul Rubens o Jacob Jordaens. Los grandes maestros holandeses no fueron tan destacados en este género, siendo sólo tratado por los representantes menores de esta escuela.

El clasicismo francés, que pone su centro en Roma, fue representado por Nicolas Poussin (Céfalo y Aurora, 1630, Midas y Baco, 1629-1630, Selene y Endimión, ca. 1630, Ninfas y sátiros -múltiples versiones-, Et in Arcadia ego, 1637-1639).

En la escuela española, en cambio, las mitologías son raras hasta la llegada de El Greco (Laocoonte, 1610); y tuvo que ser Rubens quien animara a Velázquez a emprender su fructífera incursión en el género, que se realizó con criterios originalísimos (Los borrachos, La fragua de Vulcano, 1630, Venus del espejo, ca. 1648, La fábula de Aracne, ca. 1656).

Neoclasicismo y Edad Contemporánea

El Neoclasicismo del siglo XVIII revitalizó su conexión con la Antigüedad por el descubrimiento de Pompeya. Gran difusión alcanzaron los grabados de John Flaxman (ilustraciones de la Ilíada y la Odisea de 1793). François Boucher, inicialmente rococó, trata temas mitológicos bajo las convenciones del academicismo al final de su carrera (El Triunfo de Venus, 1740, Descanso de Diana, 1742, Leda y el cisne, 1742).

Abriendo la pintura de la Edad Contemporánea, Goya recurrió a la mitología en Saturno devorando a un hijo (1819-1823). En la pintura inglesa del XIX el género fue tratado por Walter Crane (La caja de Pandora, Belerofonte y Pegaso[11]​) y algunos prerrafaelitas, como Dante Gabriel Rossetti, John William Waterhouse o Edward Burne-Jones.

Los simbolistas franceses fueron particularmente propicios a temas mitológicos, como Odilon Redon (Nacimiento de Venus, ca. 1912); para Gustave Moreau son "pintura literaria" (Galatea). También los modernistas utilizaron sus posibilidades expresivas, como Gustav Klimt. Muchos de los artistas de movimientos de vanguardia visitaron el género: Picasso (Suite Vollard),[12]Giorgio de Chirico (Héctor y Andrómaca, 1917).

Escultura mitológica

La escultura recurrió también a la mitología desde el Renacimiento, pero algo más tarde, destacando ya en el Cinquecento, además de Miguel Ángel, Benvenuto Cellini (Perseo con la cabeza de Medusa, Salero de Francisco I) y Juan de Bolonia (Mercurio,[14]El rapto de las sabinas); en el Barroco Gian Lorenzo Bernini (El rapto de Proserpina, 1621-1622, Apolo y Dafne, 1622-1625), Matteo Bonuccelli (Hermafrodito, 1652)[15]​ o Girardon (El rapto de Proserpina, 1687[16]​); en el Neoclasicismo Antonio Canova (Teseo y el Minotauro, 1781-1783).

Véase también

Enlaces externos

Referencias

  1. Pintura profana en Palmexo: Hasta la entrada del estilo Barroco, se denomina pintura profana a toda aquella que no tocaba los motivos religiosos, para distinguirla de éste modo de la denominada pintura religiosa. Este tipo de manifestación... fue muy rara y escasa en Europa hasta el siglo XV.
  2. Greek mythology in western art and literature en Art and Popular Culture.
  3. Citado en Pintura mitológica Archivado el 17 de marzo de 2014 en Wayback Machine., de Enciclopedia Itáu cultural - Artes visuais, 03/01/2007 (fuente usada para todo este artículo, muy modificada).
  4. Ettore Camesasca, Michelangelo pittore, Rizzoli, Milano 1966. Fuente citada en Venere e Amore
  5. Ficha en la National Gallery
  6. Mario Di Giampaolo ed Elisabetta Fadda, Parmigianino, Keybook, Sant'Arcangelo di Romagna 2002. ISBN 8818-02236-9. Fuente citada en Stufetta di Diana e Atteone
  7. Elisabetta Marchetti Letta, Pontormo, Rosso Fiorentino, Scala, Firenze 1994. ISBN 88-8117-028-0. Fuente citada en it:Vertumno e Pomona
  8. Luisa Viola, Parmigianino, Grafiche Step editrice, Parma 2007. Fuente citada en Cupido che fabbrica l'arco
  9. Patrick De Rynck: Jak czytać opowieści biblijne i mitologiczne w sztuce: rozwiązywanie zagadek dawnych mistrzów – od Giotta do Goi. Kraków: Universitas, 2009. ISBN 978-83-242-0903-3. Fuente citada en pl:Wulkan zaskakuje Wenus i Marsa
  10. Malarstwo weneckie XV-XVIII wieku. praca zbiorowa , Muzeum Narodowe w Warszawie, Warszawa 1968. Fuente citada en pl:Herkules wypędza Fauna z łoża Omfale
  11. La Suite Vollard en Fundación ICO.
  12. Ficha en el Louvre
  13. Ficha en CREHA. Ficha en Artehistoria
  14. Ficha en el Prado. Es copia en bronce de un original helenístico en mármol de la colección Borghese, actualmente en el Louvre. Ficha en el Louvre.
  15. Alexandre Maral Citadelle et Mazenod « Versailles » la sculpture en ses jardins. Fuente citada en Enlèvement de Proserpine par Pluton (Girardon)