Peloides termalesLos peloides son agentes terapéuticos, después de todo termoterapéuticos, constituidos por un componente sólido más o menos complejo y otro líquido, que puede ser agua mineromedicinal, de mar o de lago salado. El término peloide procede de la palabra griega “Pelós” (πηλός), es decir, fango. Esta denominación fue acordada por la Internacional Society of Medical Hydrology (ISMH) en 1937, que aceptó esta terminología frente a la latina Lutum, que también se utiliza como sinónimo de fango termal (de ahí procede ilutación o aplicación de peloide). Años más tarde, en el congreso de la ISMH de 1949, se acuerda la definición de peloide, que queda como sigue: “Se designa peloide a los productos naturales consistentes en la mezcla de un agua mineral, comprendidas el agua de mar y la de lagos salados, con materias orgánicas o inorgánicas, resultantes de procesos geológicos o biológicos o a la vez geológicos y biológicos, utilizados en terapéutica en forma de emplastos o baños”.[1] Del término peloide deriva peloterapia, que en Hidrología Médica se define como la aplicación, por vía tópica, general o local, de fangos termales o peloides con un fin terapéutico, constituyendo una de las técnicas de elección en la terapia o cura termal que se lleva a cabo en los balnearios, estaciones termales y centros de talasoterapia especializados.
Otras denominaciones de los peloides (en inglés, peloid) son: Boue, Fango, Gyttya, Limon, Lutum, Moor, Peat, Sapropel, Schlick, Seaweed, Torf, Termal Mud. Los peloides termales, además de ser agentes terapéuticos, también se utilizan por sus propiedades dermocosméticas. ComposiciónEl peloide termal es una mezcla heterogénea de al menos dos componentes, uno sólido y otro líquido. En su composición interviene un sustrato sólido, fundamentalmente mineral (sedimentos, arcillas,…), y un componente líquido, más frecuentemente agua mineromedicinal, de mar o de lago salado.
La fracción mineral puede estar constituida por los precipitados de las aguas mineromedicinales, por arcillas, por sedimentos o por turbas. Los precipitados de las aguas mineromedicinales están constituidos por los materiales procedentes de la sedimentación de las partículas en suspensión que contienen estas aguas. El material que se obtiene es muy fino y regular desde el punto de vista granulométrico y en él se encuentran silicatos (micas, arcillas, feldespatos), carbonatos (calcita, magnesita, siderita), sulfatos (yeso, barita), halogenuros (sal gema, fluorita,...), sulfuros y sulfosales, etc. A estos compuestos se suman frecuentemente óxidos-hidróxidos de hierro, junto con otros elementos como cobre, manganeso, etc. Las arcillas constituyen muy frecuentemente el componente sólido de los peloides ya que permiten obtener una buena calidad del producto en cuanto a plasticidad y propiedades térmicas. Los sedimentos pueden proceder de la erosión de la corteza terrestre y que se obtienen de los cienos de los ríos, lagos, de los bordes marinos o de yacimientos mineros. Están constituidos por mezclas de materiales diversos, donde las arcillas, las arenas silíceas o calcáreas y los materiales orgánicos húmicos que contienen les proporcionan sus propiedades coloidales. Las turbas se obtienen en los terrenos turbíferos de diferentes zonas y que se componen fundamentalmente de residuos vegetales y materias húmicas. Poseen un alto contenido orgánico. La fracción orgánica, compuesta por residuos vegetales (aminoácidos, ácidos orgánicos, hidratos de carbono, etc.) y la fracción húmica, denominada genéricamente humus (compuesta por celulosa, glúcidos, pectinas, proteínas, pigmentos, etc.), varía según las condiciones ambientales del origen.
ClasificaciónLa clasificación actual de peloides se acordó en la Conferencia de la I.S.M.H. en Dax (1949). Se establecen distintos grupos en función del componente sólido y origen del peloide, la naturaleza y temperatura de las aguas minerales, así como las condiciones de maduración (tabla1).
La fracción orgánica de los lodos contiene sulfobacterias, ferrobacterias, algas, infusorios, además de residuos orgánicos diversos procedentes de la degradación orgánica del suelo (restos vegetales, residuos animales, etc.). Esta fracción que no se mineraliza denomina “humus”.
Otras denominaciones derivadas de su contenido en humus son mor, mul, y el moder, en los que varía la proporción del componente orgánico. Los fangos termales también se pueden clasificar por el tipo de aguas con las que se maduran; así tendremos fangos sulfurados, clorurado-sódicos o salino-yódicos. Los más usados son los que contienen en su fase líquida aguas sulfuradas o cloruradas, madurados in situ o artificialmente en tanques.[1] Algunos ejemplos de fangos termales son: Abano-Montegrotto en Italia, Dax en Francia y Archena en España.
Los limos más famosos son los del Mar Negro; también se encuentran en Bretaña (Francia) y en el Mar Menor en Lopagán (Murcia, España). Un lodo característico es el del mar Muerto en Israel que es una mezcla de sedimentos de este mar, es decir un limo, mezclado con las aguas sulfuradas de la región.[2]
El componente sólido está constituido por vegetales en descomposición y es el más abundante; el componente inorgánico puede llegar al 40% y varía según la composición de la turbera. Son muy usadas en el norte de Alemania, Austria, Bélgica, República Checa y otros países del Este donde se emplean con fines médicos, en medicina veterinaria y en nutrición. Son muy famosas las turbas de Neydharting (Austria) que se exportan a numerosos países para su uso en reumatología y traumatismos del deporte. Actualmente se están realizando el aprovechamiento de las turbas en Finlandia tanto para uso termales como cosméticos.[2]
Este conjunto de algas y bacterias que se forman en las aguas sulfuradas -y terrenos pantanosos- se agrupan en capas gelatinosas en la superficie o en suspensión, constituyendo una flora cuya función principal es la oxidación de los compuestos azufrados (sulfhídrico, sulfitos, sulfatos,..) y por ello se ha denominado también “sulfuraria”. En Francia se denomina “baregina”, ya que se describió por primera vez en el balneario de Barèges. Frecuentemente, los balnearios que poseen aguas sulfuradas utilizan estas biogleas en la preparación de peloides a base de arcillas, como parte integrante de la fracción biológica, enriqueciendo éstos con las sustancias que se generan en el proceso de maduración. En algunos peloides orgánicos del mismo tipo, el componente líquido puede no ser agua sulfurada; son las denominadas “otras biogleas” se caracterizan por no poseer componente azufrado, con ausencia por tanto de bacterias como de algas cuyo metabolismo se asocia al azufre.[2]
El componente sólido se obtiene de los fondos de lagos de agua dulce (más raramente lago salado o laguna turbífera), donde se ha producido una descomposición anaeróbica (sapropelli = cieno putrefacto). En su composición se pueden encontrar capas de sílice, calcáreas, etc. pero también ácidos húmicos y elementos minoritarios y traza como Fe, Cu, Mn, etc., además de un porcentaje de arena, arcilla y sales. En el sapropelli el componente líquido es agua sulfurada y en la gyttja agua salina o marina. Son muy usados en los países del Este de Europa.[1] Preparación y maduración de los peloidesLos fangos termales o peloides más usados se preparan con las arcillas y sedimentos. La mezcla debe sufrir un proceso de maduración y eutermización, pero actualmente se admite la denominación de peloides extemporáneos. El proceso de maduración puede durar entre 3 y 20 meses, originando cambios importantes en las propiedades técnicas de las arcillas, como consecuencia de la profunda interacción entre las distintas fases implicadas y la actividad biológica desarrollada por distintos microorganismos y sus productos metabólicos. La elección del material y condiciones adecuadas debe tener claramente en cuenta factores tales como composición mineral, quimismo, pH, textura, granulometría, composición microbiológica y materia orgánica. Conviene señalar la importancia del control de la presencia de determinados elementos traza potencialmente tóxicos y de su movilidad durante el proceso de maduración, como As, Sc, Tl, Pb, Cd, Cu, Zn, Hg, Se y Sb, con objeto de evitar posibles intoxicaciones durante el tratamiento.[3] Se considera que este largo proceso de maduración es necesario para que se produzcan los fenómenos físicos, químicos y biológicos oportunos para que la mezcla de sus componentes (minerales, orgánicos y celulares) adquiera las condiciones y características propias de los peloides. Este concepto ha cambiado en los últimos años al lograrse forzar la maduración, consiguiéndose un peloide madurado en mucho menos tiempo. Tal es el caso de los peloides del balneario de Dax (Francia) que ha conseguido reducir el tiempo de maduración a dos semanas.[4] Según su modo de preparación se pueden agrupar en:[4]
El proceso de maduración en los fangos y las turbas es similar, generalmente en piscinas o tanques, pero en los limos y biogleas se trata más de un proceso de recolección, amasamiento y homogeneización; de la misma manera se realiza con los sapropellis y gyttya. Características generales y propiedades físicasLos diferentes tipos de peloides poseen una serie de propiedades genéricas que pueden condicionar su aplicación, especialmente aquellas relacionadas con la capacidad calorífica y conductividad térmica, así como la capacidad de retención de agua y plasticidad.[1][2][4]
HistoriaLos peloides o fangos termales han sido utilizados por el ser humano desde la antigüedad y existen referencias de su uso por los antiguos egipcios y griegos. Plinio el Viejo en su obra “Naturalis historiae” trata del uso de los barros volcánicos para alteraciones del estómago e intestinos, lo que muestra el interés de los romanos por el tratamiento con fango, y Dioscórides cita el uso de las tierras y arcillas en sus escritos.[4] A finales del siglo XIX y comienzos del XX, con el auge del termalismo, se desarrollan numerosas villas termales en Francia, Italia, Alemania, República Checa, Rumania, Rusia, Hungría, etc., en las que usan los fangos termales en sus tratamientos. En Francia Dax, Balaruc, Luchon, Bourbonne-les Bains, Barèges, etc., se convierten en centros de referencia, mientras que en Italia destacan los fangos de la cuenca Euganea con balnearios como Abano, Acqui, Montecatini, etc. que alcanzan su esplendor en esta época y que continúan en la actualidad. En los últimos años se han desarrollado numerosas investigaciones científicas que muestran sus acciones y estudian su composición química, especialmente en Italia, Francia e Israel. Aplicaciones y técnicasLa principal acción de los peloides es la termoterápica, aunque se ha demostrado que el paso de iones y otras sustancias a través de la piel intervienen en sus acciones terapéuticas, fundamentalmente mediando en los mecanismos inflamatorios. Existen numerosos estudios que evidencian los efectos y acciones en diversas patologías, principalmente del aparato locomotor y en reumatología (artropatías inflamatorias y degenerativas, procesos álgicos, fibromialgia y osteoporosis), en dermatología y dermocosmética (psoriasis, dermatitis serborreica, acné), rehabilitación en medicina deportiva y otros.,[5][6] Los peloides se aplican en forma de emplastos o envolturas, localizadas o generales -denominadas también ilutaciones- generalmente mezclados con el agua mineromedicinal en el caso de los balnearios o el agua de mar en los centros de talasoterapia. Menos frecuente es su aplicación en forma de baños, por la cantidad de producto que requiere, aunque se pueden utilizar como aditivo en el agua de baño.[4] Se pueden establecer dos tipos de aplicaciones: los baños de mayor o menor extensión y las aplicaciones locales.
El peloide adecuadamente homogeneizado y termalizado se coloca en las bañeras o dispositivos apropiados según la parte del cuerpo que se va tratar. Se usan poco ya que requiere una gran cantidad de producto. El paciente se sumerge en estas bañeras o piletas que contiene el peloide a una temperatura que oscila entre 38 y 45 °C por término medio (de 38 a 45 °C en el fondo de la bañera y de 36 a 39 °C en la superficie) y se mantiene en este medio durante un tiempo de 15 a 30 minutos. La aplicación va seguida de una ducha general o baño de limpieza. Los baños puede ser totales, semibaños, parciales de extremidades, etc., teniendo en cuenta que cuanto más limitada sea la aplicación, más se puede elevar la temperatura y el tiempo de aplicación. Un tipo especial de bañera es la que se emplea en balnearios alemanes, donde una lona permite llenar el baño únicamente en un cuarto de su capacidad, envolviendo con la misma al paciente para mantener la temperatura y que el peloide alcance toda la superficie corporal.
Aplicaciones que se circunscriben a una parte del cuerpo: abdomen y zona pelviana, hombro, codos, muñecas, rodillas, columna vertebral, en forma de emplastos. Se aplica el peloide directamente sobre la zona a tratar o previamente extendido sobre una lona o tela impermeabilizada de tamaño adecuado a la zona; el grosor de la capa puede oscilar entre varios milímetros hasta unos 10 centímetros según el efecto pretendido, ya que cuanto más gruesa sea, más se mantendrá el calor. Si se trata el cuerpo completo, la capa suele ser fina, con la consistencia de un ungüento. La temperatura de aplicación varía entre 39 °C y 50 °C según la prescripción médica y la extensión del área de tratamiento. Posteriormente el paciente se envuelve en una sábana impermeable y se cubre con una manta; también se puede aplicar una fuente de calor, ya sea mediante radiación infrarroja o una manta térmica. El tiempo de tratamiento es de 15-20 minutos según la tolerancia del paciente y el efecto deseado. También se pueden aplicar en forma de compresas, de manera que el fango está envuelto en una doble capa de celulosa u otro material poroso biodegradable, aplicándose al paciente sin necesidad de realizar un lavado posterior de la zona.
En el caso de aplicación de limos, es frecuente el uso del método egipcio, en el que se impregna al paciente con el limo y a continuación se expone a la acción térmica de los rayos solares. Este es el caso de los limos de Mar Muerto (Jordania e Israel) y en el Mar Menor en Murcia. Posteriormente se retira con ducha o baño. Existen también aplicaciones especiales, como las compresas de peloides frías (más raramente en forma de cataplasmas) en algunas alteraciones de la piel que se acompañan de picor, o en los estadios iniciales de inflamaciones o contusiones para prevenir la hinchazón y el dolor. La temperatura recomendada es alrededor de 20 °C. También se pueden usar en casos de secuelas de flebitis combinando con aplicaciones de balneación. En todos los casos, la peloterapia debe ir seguida de un tiempo de reposo en lecho o tumbona, durante 10 a 30 minutos.
Las curas se suelen realizar en ciclos de 15 a 20 aplicaciones, diarias o en días alternos, siendo recomendable repetir el tratamiento cada 6 meses o un año según sean las respuestas obtenidas y la prescripción médica.[4] Notas y referencias
Bibliografía
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