Pedro de Osma y Pardo
Pedro de Osma y Pardo (Lima, 28 de enero de 1868 - Ib. 16 de diciembre de 1936) fue un abogado y político peruano. Dirigente del Partido Demócrata o pierolista, fundó el diario La Prensa en 1903, para que fuera el vocero oficial de su partido. Fue además presidente de la Cámara de Diputados (1902), alcalde de Barranco (1915-1917), alcalde de Lima (1915-1916) y presidente del Club Nacional (1921-1922). BiografíaHijo de Mariano de Osma y Ramírez de Arellano y Francisca Pardo y Lavalle.[1] Del lado paterno provenía de una ilustre familia limeña vinculada a la nobleza española, muchos de cuyos miembros desempeñaron funciones públicas, entre ellos sus tíos Ignacio de Osma, Joaquín José de Osma y Javier de Osma. Su madre pertenecía también a una ilustre prosapia limeña; era hija de Felipe Pardo y Aliaga y hermana de Manuel Pardo y Lavalle, primer presidente civil del Perú de 1872 a 1876. Fue bautizado en la Parroquia El Sagrario de la Catedral de Lima.[2] Cursó sus estudios superiores en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, donde se graduó de bachiller en Jurisprudencia con su tesis sobre «Derecho de asilo» (1894) y se recibió de abogado.[1] Empezó en la función pública como secretario de la prefectura de Lima,[1] pero renunció en 1894 al ser elegido diputado por la provincia de Pasco,[3] mandato que se vio interrumpido por la victoriosa revolución encabezada por Nicolás de Piérola contra el segundo gobierno del general Andrés A. Cáceres.[1] Pasó a ser secretario del Concejo Provincial de Lima, desde donde promovió los deportes y, en particular, la fundación de la Unión Ciclista Peruana (1896). Fue también gerente de la Compañía Municipal de Recaudación.[1] En 1901 fue elegido diputado por Lima;[4] en la legislatura siguiente fue designado presidente de su cámara, en reemplazo de su correligionario Carlos de Piérola. Al igual que el resto de diputados demócratas, hizo tenaz oposición al gobierno de Eduardo López de Romaña. En 1903 perdió la presidencia de su cámara al ser derrotado por el civilista Nicanor Álvarez-Calderón, por solo un voto de diferencia.[5] Culminó su mandato parlamentario en 1906. El 24 de septiembre de 1903 fundó el diario La Prensa, para que fuera el vocero del partido demócrata, como lo eran del civilismo El Comercio y La Opinión Nacional, este último dirigido por Andrés Avelino Aramburú Sarrio.[6] El primer director de La Prensa fue Enrique Castro Oyanguren, hasta principios de 1905, en que asumió la dirección el mismo Osma.[7] Al reorganizarse el Partido Demócrata en 1907, fue designado presidente de su comité directivo.[8] Cuando el 5 de enero de 1908 se ofreció un banquete a Nicolás de Piérola en el Hotel Maury en conmemoración de su 69.º natalicio, estuvo a cargo del discurso de ofrecimiento. En aquella ocasión, Piérola dio un célebre discurso que sería recordado por mucho tiempo por sus adeptos.[9] Posteriormente fue elegido alcalde de Barranco, donde hizo una gran labor edilicia. Luego, un movimiento popular lo elevó a la alcaldía de Lima, pero renunció al cabo de seis meses, por desacuerdos en la elección del personal de concejales que debían encargarse de las diversas inspectorías (1915-1916).[10] Durante las elecciones presidenciales de 1919 intentó agrupar a todas los partidos políticos (demócrata, civilista, entre otros) con el fin de enfrentar unidos a la candidatura de Augusto B. Leguía, pero no tuvo eco, salvo en personalidades aisladas, como Felipe Barreda y Laos, dirigente del partido civil.[11] Y tras el ascenso al poder de Leguía, marchó al destierro.[1] Regresó después de la caída de Leguía en 1930 y falleció en Barranco, siendo enterrado en el mausoleo de la Familia de Osma del Cementerio Presbítero Maestro. DescendenciaEl 1 de abril de 1900, se casó con Angélica Gildemeister Prado, hija del hacendado Juan Gildemeister y de Manuela Prado.[2] Entre sus hijos están los filántropos y coleccionistas Pedro y Angélica de Osma, que darían lugar al Museo Pedro de Osma y a la Fundación Pedro y Angélica de Osma Gildemeister. Anécdota con VallejoEn 1918, el poeta César Vallejo, que se encontraba entonces en Lima, tuvo un encuentro inopinado en la Biblioteca Nacional con un señor elegante e iracundo, a quien por casualidad casi descalabra. Así lo cuenta el escritor Juan Espejo Asturrizaga en su conocida biografía del vate santiagochuquino:[12]
Genealogía
Véase también
Referencias
Bibliografía
|