Narcís Feliu de la PenyaNarcís Feliu de la Penya (Barcelona, fecha incierta - ibídem, 1710) fue un abogado, economista y publicista español.[1] BiografíaNacido en Barcelona hacia octubre o noviembre de 1646, era el heredero de una familia que tenía sus orígenes en la villa de Mataró. El abuelo de Narcís, Narcís Feliu de la Penya Carcassés, se vio obligado a mudarse a Barcelona porque al no ser el primer hijo no le quedaba otra opción para ganarse la vida. Como muchos otros, eligió Barcelona como destino y en la capital trabajó de corderero, se casó y tuvo cuatro hijos. Uno de estos, también de nombre Narcís (1603-1665), supo aprovechar los contactos creados por su padre y se convirtió en un exitoso hombre de negocios. Llegó a acumular un patrimonio que en 1661 se estimaba en 12.836 libras y que en 1655 había llegado a alcanzar las 80.307 libras, además de la compra de distintos bienes inmuebles. Aceptado en 1637 en la matrícula de los mercaderes, fue elegido en 1644 -en pleno período de separación durante el gobierno francés- cuarto consejero del Consejo de Ciento76.Acabado el conflicto y reincorporado el Principado a la monarquía española en 1652, no sufrió ningún tipo de represión y su nombre se mantuvo en las bolsas de los mercaderes. Narcís se casó en 1642 con María Farell Blai y tuvo dos hijos, Narcís y Salvador. Al morir la madre el dos de octubre de 1672, Narcís Feliu de la Penya Farell recibió una conspicua herencia que le garantizaba la posibilidad de no trabajar para vivir. Además Narcís tuvo también una alta formación cultural al frecuentar el Estudio General de Barcelona, en la que cursó derecho. Tener este título, en la Barcelona de la segunda mitad del siglo xvii, le situaba en una clase social muy elevada, casi correspondiente a la de los nobles. La disponibilidad económica, los contactos familiares y la formación cultural fueron claves para el desarrollo del principal proyecto de la vida de Narcís Feliu, una reforma económica del Principado. En los años '70,gracias al presidente del Consejo de Aragón Pedro Antonio de Aragón, entró en contacto con el proyecto de la Junta de Comercio que se estaba desarrollando en Madrid. Inspirado por las teorías arbitristas, este proyecto tuvo una vida atormentada a causa de la complicada situación política, ya el débil estado de salud del rey Carlos II colocaba como tema prioritario su sucesión, más que el económico. Con distintas pausas la Junta duró desde 1679 hasta 1707, período durante el cual se hizo también el intento de crear juntas locales, una de las cuales funcionó en Barcelona a partir de 1692 bajo la dirección de Narcís Feliu. El objetivo de la Junta de Comercio fue aplicar una serie de reformas típicamente mercantilistas: la promoción del sector industrial, identificado como clave para la recuperación, ya que gracias a él se podía dejar de importar productos acabados extranjeros; el envío de hombres a otros países para aprender nuevas técnicas textiles; la promoción de obras públicas para mejorar las comunicaciones internas;la financiación de compañías de comercio protegidas, al estilo de las de Holanda e Inglaterra; las limitaciones de varios tipos en la importación y el consumo de productos extranjeros. La Junta funcionaba con miembros políticos provenientes de distintos consejos de la monarquía y de otros llamados técnicos que debían aportar conocimientos específicos para desarrollar los distintos proyectos. Y precisamente como miembro técnico se incorporó el 13 de mayo de 1684 Narcís Feliu de la Penya, aunque podemos fechar el inicio de su colaboración como mínimo a partir de 1679. Efectivamente, al final de la década de los '70 Feliu ya estaba en activo en proyectos relacionados con los de la Junta de Comercio. En particular, se ocupó de la renovación del sector textil, enviando a otros países personas de su confianza para aprender las técnicas de las new draperies, abriendo fábricas para producirlas e intentando innovar los procedimientos de tinturas: con Bernat Aymeric Cruïlles publicó en 1691 el Remallet de Tintures, pequeña obra donde se recuperaba la memoria de las técnicas de tinturas tradicionales y se daban a conocer otras nuevas. También era innovador el modo en el que Feliu quería producir estos tejidos, que superaba al antiguo sistema de los gremios: siguiendo los patrones de la Junta, Feliu avanzaba el dinero necesario para montar las fábricas, ocupándose de lo que hoy llamamos know how -de ahí la financiación del espionaje industrial- y start up; una vez puesta en marcha la producción, la monarquía hubiera dado su apoyo, garantizando un monopolio en la venta del producto, gracias al cual se podía recuperar la inversión inicial. De este modo se pretendía solucionar en modo práctico, a través de una medida típicamente mercantilista, lo que hasta el momento había sido, como hemos visto, solamente una queja de los gremios: fabricar en el Principado en lugar de importar productos acabados. A realizarse, el proyecto hubiera sido también uno de los primeros casos de putting-out system de la monarquía española, ya que Feliu tenía contactos tanto con los productores de las materias primas como con los minoristas que comercializarían el producto final. El medio que Feliu tenía pensado para realizar este ambicioso proyecto era la creación de una gran compañía comercial -lo veremos a continuación hablando de su obra el Fénix de Cataluña-, que al final no pudo realizarse sino en forma muy redimensionada respecto a la idea inicial, con la creación de la Compañía de la Santa Cruz en 1690. El sitio de Barcelona de 1697 que concluyó la Guerra de los Nueve Años (1688-1697) marcó el final de los proyectos económicos de Feliu y, en muchos aspectos, también de los de la Junta de Comercio, por mucho que oficialmente funcionó hasta 1707: la prueba de fuerza demostrada por Luis XIV en el conflicto y el empeoramiento de las condiciones de salud de Carlos II ya no dejaban margen al reformismo económico y ponía en el orden del día la cuestión sucesoria, que en apenas cinco años habría llevado a la Guerra de Sucesión Española.Acabado el sitio, Narcís Feliu se dedicó a la política convirtiéndose en uno de los más destacado austracistas catalanes, por la que sufrió la represión del Virrey Velasco después del primer intento de invasión del Principado por parte de Jordi Hessen Darmstadt en mayo de 1704. Después de pasar en la prisión un año y cuatro meses, fue liberado tras la llegada a Barcelona de las tropas del Archiduque Carlos el veintidós de agosto de 1705. En la Cataluña ocupada por los aliados, Feliu cobró los resultados de su militancia: el Archiduque, ahora Carlos III, le nombró su secretario personal, cargo que rechazó para dedicarse a la redacción de una historia propagandística del Principado de Cataluña, los Anales de Cataluña; en 1706 recibió el título de Caballero del Orden de Santiago y en las Cortes de 1705-1706 ejerció de abogado real. Murió el 14 de febrero de 1712. Obras
Ideas económicasCercano al arbitrismo que se había desarrollado en la Corona de Castilla desde finales del siglo XVI y al colbertismo francés, es explícitamente proteccionista, partidario de la sustitución de importaciones y de la fundación de una compañía privilegiada de comercio con América con base en Cataluña[2] Notas y referencias
Andrea Ricci, Narcís Feliu de la Penya (1646-1712) i el seu temps, UAB, 2013. |