Mentalidad victimista

La mentalidad victimista es un rasgo de la personalidad adquirido (aprendido) por el cual una persona tiende a considerarse como una víctima de las acciones negativas de otros [o circunstancias negativas], y pensar, hablar y actuar como tal aunque no haya clara evidencia de la victimización. Por lo general se basa en patrones de pensamiento y atribuciones excesivas de las causas de eventos negativos a las acciones de otros.

La mentalidad victimista es aprendida a menudo de familiares y situaciones durante la infancia. Contrasta con los rasgos mejor conocidos del neuroticismo que se define como una tendencia a experimentar experiencias negativas que se manifiesta en hostilidad y agresión.

Lo que la mentalidad victimista, el neuroticismo, y los estados psicóticos tienen en común es la frecuencia relativamente alta de estados emocionales negativos como la ira, la tristeza, y el miedo. Sin embargo esos estados son al menos en parte independientes de modo que un individuo puede tener un alto grado de victimismo y un bajo grado de neurosis, en cuyo caso un psicólogo es probable que descarte la necesidad de tratamiento. Y por el contrario, otro individuo puede tener un alto grado de neurosis pero un bajo grado de victimismo.

Bases

En el sentido más general, una víctima es alguien que experimenta una agresión psíquica o física, pérdidas, o adversidades como resultado de un evento o series de eventos.[1] Esta experiencia sin embargo no basta para que emerja un sentido de victimización. Se ha sugerido que uno se ve a sí mismo como víctima cuando:

  • fue maltratado;
  • no fue responsable del maltrato;
  • no tenía la obligación de parar el maltrato;
  • el daño constituía una injusticia que violaba sus derechos (si lo había realizado una persona) y/o si poseía características (como valor o dedicación) que lo hacían no merecedero del daño o agresión;
  • merecería empatía y conmiseración. [2]
    [1]

El deseo de empatía es un factor de especial importancia ya que la mera experiencia de un daño no es suficiente para que emerja un sentido de ser una víctima. Para que este surja, existe la necesidad de percibir el daño como no merecido, injusto e inmoral, un acto que no podría ser previsto o evitado por la víctima. La necesidad de obtener empatía puede emerger entonces. [2]

Características

Una mentalidad de víctima se puede manifestar en un conjunto de comportamientos o maneras de pensar y hablar:

  • Culpar a otros por una situación que ha creado uno mismo o a la que haya contribuido significativamente. No estar dispuesto, o estar poco dispuesto a responsabilizarse de las acciones propias o a las que uno ha contribuido y pasar a la acción para mejorar la situación.
  • Adscribir intenciones negativas inexistentes a otras personas (en esto similar a la paranoia).
  • Creer que otras personas son generalmente o fundamentalmente más afortunados y más felices ("¿Por qué a mí?").
  • Obtener placer a corto plazo de sentirse triste o de suscitar la compasión de otros. Obtener la compasión de otros exagerando el relato de las acciones malas de otras personas (p. ej. mientras se cuentan chismes o cotilleos).

Las personas con mentalidad de víctima pueden urdir argumentos sofisticados y convincentes que apoyen su visión y que utilizan después para convencer a otros de su estado de victimización.

La persona con mentalidad victimista es además en general:

  • Negativa, con una tendencia general a centrarse en lo malo, más que en los aspectos buenos de una situación. Un vaso que está medio lleno es considerado medio vacío. Una persona con un nivel de vida alto se queja de no tener suficiente dinero. Una persona sana reniega de problemas de salud leves que otros ignorarían (cf. hipocondría).
  • Absorta en sí misma: Incapaz o reticente de ponerse en los zapatos de otros, considerando una situación desde el punto de vista de otra persona.
  • Defensiva: En conversación, lee malas intenciones inexistentes con respecto a una cuestión neutra y reacciona con una acusación basada en esas sospechas, obstaculizando así una resolución del problema con el otro, y por el contrario creando conflictos innecesarios.
  • Categorizadora: Tendente a dividir a personas en "buenas" o "malas" sin zona gris entre estos dos extremos.
  • Asustada o acobardada: Generalmente poco dispuesta a tomar riesgos; exagerando la importancia o posibilidad de posibles consecuencias negativas.
  • Exhibe indefensión aprendida, infravalorando su posible influencia y capacidad de acción ante determinada situación, sintiéndose impotente.
  • Terca: Tendente a rehusar sugerencias o críticas constructivas de quienes le escuchan y se preocupan por ella; incapaz o reticente de implementar las sugerencias de otros para su propio beneficio.
  • Auto-recriminadora: incluso más allá de lo que otros presuntamente podrían serlo con ella.

Una mentalidad de víctima puede estar reflejada en marcadores lingüísticos o hábitos, como:

  • No ser capaz de hacer algo ("no puedo"),
  • No distinguir opciones ("tengo que..."), o
  • No saber la respuesta a preguntas ("no sé").

Víctimas del Abuso y la Manipulación

Las víctimas del abuso y la manipulación a menudo se ven atrapados en una autoimagen de victimización. El perfil psicológico de esa victimización incluye un sentido muy fuerte de indefensión, pasividad, pérdida de control, pesimismo, pensamiento negativo, sentimiento de culpa, vergüenza, auto-recriminación y depresión. Esta forma de pensar puede llevar a la desazón y la desesperación.[3]


Salirse del Patrón

Como la mentalidad de víctima es principalmente aprendida en vez de innata, en principio es posible abandonarla. Un cambio de actitud puede ser provocado por una situación extraordinaria o una crisis. Por otro lado, no hacer caso de sugerencias de otros es una característica propia de la mentalidad de víctima, por lo que generalmente no responden positivamente a intentos diarios de otra persona de señalar el problema y su posible solución, lo cual contribuye a que la condición se convierta en crónica.

Historia y política

La mentalidad de víctima ha sido asociada con regímenes políticos represivos. Si los dirigentes de un país y los ciudadanos que lo apoyan en conjunto se sienten como víctimas de países vecinos (p. ej. después de disputas sobre fronteras), es probable que los dirigentes aboguen por una resolución violenta del conflicto o por la supresión de la libertad de expresión.

En una revisión autoritaria del estado de víctima en conflictos intratables, Daniel Bar-Tal y Lily Chernyak-Hai escribieron que la mentalidad de víctima colectiva se desarrolla a través de una progresión de auto-realización, reconocimiento social, e intentos para mantener el estatus de victimización.[4]

Véase también

Referencias

  1. C. J. Sykes, A nation of victims: The decay of the American character, St. Martin’s Press: New York, 1992
  2. http://journals.cambridge.org/action/displayIssue?jid=IRC&volumeId=91&seriesId=0&issueId=874
  3. Braiker, Harriet B., Who's Pulling Your Strings ?
  4. A sense of self-perceived collective victimhood in intractable conflicts; http://journals.cambridge.org/action/displayAbstract?fromPage=online&aid=6647920